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jueves, 30 de diciembre de 2010

El premio Nobel a mi mujer

Eliseo Cuadrado del Río

En 1968, y de regreso a Colombia, mi mujer y yo hicimos escala en Estocolmo, después de haber pasado un año en Copenhague. Como buenos turistas quisimos conocer el mítico palacio donde la Academia Sueca entrega anualmente los premios Nobel a los galardonados. Así que una tarde nos fuimos caminando hasta el lugar. Cuando llegamos, en mi excelente inglés cartagenero, le pregunté al guarda que parecía un príncipe, si nos permitía ingresar al salón de ceremonias, donde se entregan los premios.
- Los dejo entrar, si me dice para qué.
- Deseo entregarle el premio Nobel de la Resistencia a mi mujer.
- ¡Please tell me that again!
Y se le dije otra vez.
- Con una condición – arguyó - si me deja ver la ceremonia
- Of course.
- Suba esas tres gradas hasta la plataforma. Ella no puede subir. Y desde allá le entrega el premio.
Consistía en una hoja de cartón enrollada y sujeta por una cinta azul.
- Solo puede contar esto dentro de cincuenta años - dijo -.
Después de 43, traiciono la confianza del guarda, único testigo de la entrega del premio Nobel de 1968 a mi mujer.

El estuche de Edgar



Carlos A. Suárez H.
                                 ¿Nunca pensaste que pudiera suceder, Edgar A?

 Jueputa!, me morí…me morí, me van a enterrar. Nooo, pero estoy vivo. ¡Peor, me van a enterrar vivo! Esto se mueve, lento, acompasado y yo aquí en completa oscuridad, inmóvil, atrapado. Grito y no me oyen, están cometiendo un gran error. Se detienen. ¡Hola, estoy vivo!…No me escuchan, gritaré más duro: HOLAAAA, AQUÍ ESTOY… ESTOY VIVOOOO. NO ME VAYAN A ENTERRAAAAR!

Blusa de manga larga

Jorge Enrique Villegas M.

- ¡Abandone la oficina!
- Pero profesor, escuche…
- Me oyó bien, ¡salga inmediatamente!
-¿Qué le diré a mi esposo? Todos los días  me trae a la universidad.

Cuatro meses atrás, antes de iniciar su curso, el profesor revisó el listado de los estudiantes matriculados. A excepción de uno de ellos, los demás aspiraban a graduarse como ingenieros. Citó a esa persona porque consideró oportuno una  conversación  antes de iniciar sus clases.
-Profesor, tengo una reunión con usted. Así dice el mensaje que me entregaron. Aquí estoy.
-Si, siga. Por favor tome asiento. Solicité sus informes y  se que usted es una estudiante de Humanidades, de Filología. Ya muy pocas personas se deciden por programas de esa naturaleza.
 Mientras le hablaba, la observaba. No entendía la causa de la sonrisa.
-¿Y esta muchacha? Qué desfachatez y coquetería, -pensó el profesor y  prosiguió-también me di cuenta que usted no ha sido un buen estudiante, está atrasada  y  la asignatura que ha matriculado conmigo es una habilitación. Señorita Santa  sabe que se expone a ser expulsada de la universidad si su rendimiento académico no es el mejor.
Dejó de sonreír.
-Por supuesto.
- ¿Está dispuesta a cumplir con las exigencias y protocolos que demanda el curso?
-Profesor ¿me podría adelantar y decirme cuáles son esas exigencias y protocolos?
-Tres exámenes parciales, informes de lecturas y un trabajo escrito al finalizar el curso. –
-Muy bien  profesor. Además  serán las mismas exigencias para el resto de mis compañeros, de modo que no veo ningún problema.
- Quiero hacerle claridad sobre su real situación aunque creo que  es consciente de esto: su formación académica dista mucho de la preparación que han recibido los estudiantes de ingenierías. Me parece que  no ha valorado suficiente su competencia y lo mejor sería que matriculara una asignatura más afín a su perfil. Converse con su Director de Programa. Es mi mejor recomendación.
 -Ya he pensado en eso y creo que puedo responder por la materia. Por eso mismo no veo necesario acudir donde él. Gracias por la sugerencia y gracias por su interés.
-Bueno, es su decisión y responsabilidad.
Se retiró de la oficina dejándole como recuerdo su perfume.
Es una mujer bonita, bien alimentada, agradable figura, buena dentadura, blanca y el pelo mojado  le cae de bien en el cuello. Sólo espero que sea aplicada en sus compromisos, pensó el profesor.
Al salir la estudiante Santa conjeturó una posibilidad: “le gusto. Nada raro que más adelante me pida que me acueste con él”.
Llegado de las vacaciones, el profesor se hallaba en su cubículo arreglando los documentos que se encontraban en su escritorio, revisaba el calendario y preparaba su agenda. Sabía que tendría muchos compromisos ahora que se aproximaba la fecha de la reunión anual y que vendrían académicos de distintas instituciones. Las vacaciones le ayudaron y preparó mejor su intervención. Reflexionaba mientras tomaba café sobre la discusión que  originaría  la tesis que propondría. Para eso son estos encuentros, para poner, discutir, aprender y avanzar. En esas estaba cuando escuchó que tocaron la puerta.
-Profesor, ¿me permite unos minutos?
La estudiante Santa, en vaqueros ceñidos y blusa de manga larga, lo miraba. Él la observó un momento, vio preocupación en su rostro y notó que su voz se quebraba un poco.
- Siga.
-Profesor se trata del curso. Vi el listado de las calificaciones. Perdí la asignatura.
-Un momento por favor…
El profesor buscó la carpeta donde guardaba una copia de sus registros.
- Así es.  No cumplió con sus obligaciones. No entregó el trabajo final y no se presentó a los dos últimos parciales. Recuerdo que antes de iniciar el período académico, tuve una conversación con usted en esta misma oficina, le hice un conjunto de observaciones y  se comprometió en respetarlas. Le pregunto: ¿cuál resultado esperaba? Faltó a clases muchas tardes.  Según mis notas, su ausencia fue notoria en el último mes de clases.
-Profesor por eso estoy aquí.
Desde cuando lo conoció ella creyó que le gustaba, juraba que  lo atraía. En varios momentos coincidieron en la cafetería de la facultad. En esas ocasiones lo miraba y sonreía. Estaba segura que el profesor la seguía con la mirada y procuraba mover mejor su cadera. Caminar es un arte y en eso soy experta, se repetía.
-Estoy segura que  le gusto.
 Santa le miró a la cara. 
-Le hago una propuesta – continuó - por favor escúchela. Usted es mi salvación profesor.  Envíe una carta solicitando que se anule la nota, puede decir que se equivocó o, ya sabrá qué excusa dar, en todo caso algo creíble. Le suplico que lo haga, yo sé que le gusto – repitió -  puedo regalarle una tarde inolvidable…
-¡Abandone la oficina! -Así de manera directa le dio la orden.

Dile que la quiero

Jorge Enrique Villegas

Vestías de luna cuando te encontré perdida.
Huías del tiempo que a todos acosa.
Algunas veces cantabas alegre
luego callabas.
Seguías con dolidos poemas
que solo el corazón entiende.
Cubrías tu cuerpo
ardiente del sol de todos los días.
Mirabas
siguiendo el camino de errantes estrellas.
Dijiste tu nombre
-lo guardo en el alma-
mientras tus manos
se posaban en las mías.
En tus ojos leí tu historia.
Tus pies desnudos corrían tras el viento.
Recuerdo tu partida. Dijiste
"nos vemos pronto".
Envuelta en la niebla
vestiste otra vez tu cuerpo de luna.
Por eso ahora busco en las noches.
Busco en las nubes, también en los luceros.
Escucho el sonido del viento.
Es claro: callas tu mensaje.
En mi refugio
con el boga cifro mi esperanza
"luna, dile que la quiero..."

A oscuras

 Eduardo Toro

Se me extravió el camino.
No encuentro las pisadas
Que hasta aquí me trajeron.
Las migajas de ausencias
Regadas al margen del sendero
Las devoró el olvido.

Los vientos del pasado
Doblegaron la última espiga
De pan que me quedaba.

El canto del pájaro
Que guiaba en los caminos
Se marchó hacia otros predios
Ungido de nostalgias.

La ruta caminada
Sembrada de señales
Se volvió un laberinto
De atajos y senderos

La lámpara que ardía,
Erguida como un faro,
En vacilante llama
Se apagó de repente
Y me dejó perdido
Sin guía
Anclado
A oscuras
Sin rumbo
Sin oriente


Estrategia narco guerrillera

             José David Tenorio.


-Compadre, tenemos que salir a la marcha. No podemos dejar que los engrupidos de Bogotá nos dejen aguantando hambre.
-Cierto Antonio -respondió Néstor, el Cangrejo-.Después de tantos años de sufrir con los cultivos de pan coger  solo ahora, con la hojita, se nos ha compuesto un poco la situación .Ya no tenemos que irnos a mal vivir en la ciudad.
-Claro, las cosas han cambiado. No debemos retroceder.
-Ya podemos tener carne en el plato y tomarnos algunos traguitos que no sean tapetusa.
- Y buenas puticas ¿verdad?
Oí cuando el patrón comentaba con otro que se veía el progreso del pueblo, pues había aumentado la matanza de ganado, en las tiendas se veía trago fino y habían llegado bastantes putas.
- También hay progreso en el cultivo de la hojita con las semillas mejoradas que nos han traído. Estamos logrando cosechas de mejor calidad y abundancia.
- Y para defender los sembradíos cuando vienen las avionetas, nos han enseñado a que si alcanzamos a darnos cuenta, fumiguemos con agua de panela.
-Los de la inspección de policía dicen que no pueden acompañarnos porque de pronto los identifican. Ese cabo se está volviendo medio agalludo, quiere convertirse en acaparador, seguro espera llegar a ser como Jabón, porque cree que cumpliendo órdenes del patrón, le va a ir mejor.
- Y es que es tan descarado, que tiene allí al pie de la oficina…y ni siquiera se ha tomado el trabajo de camuflar entre el platanar y el yucal.
-Bueno pues, entonces ¿nos vamos pa la marcha? Los muchachos van a ir pa acompañarnos.
Es un sitio estratégico de la carretera que les permite interrumpir el tráfico y dispersarse en caso de que haya pelotera.
 “El pueblo unido jamás será vencido”. “Queremos soluciones; no queremos volver a aguantar hambre”.”Que nos dejen trabajar en paz”. “Las fumigaciones están acabando con nuestros cultivos de maíz, yuca y plátano”.”Nos están envenenando”. “Pedimos la presencia de los defensores de los derechos humanos”. Eran las consignas indicadas por el patrón que enardecían a los manifestantes al punto de empezar a lanzar piedras a la tropa.
 De repente sonó un disparo y cayó uno de los manifestantes.
-Asesinaron a Néstor- gritaron- Fue el ejercito.
-¿Cuál Néstor?
-Pues el “Cangrejo”.
-Hijuepucha! Un veterano. Uno de los iniciadores de la redención.
Primero que todo a correr. Y luego vamos a hablar con el patrón.
No muy lejos de allí, en una fonda caminera el patrón salió a recibir el que llegaba en una motocicleta.
-¿Cómo le fue? ¿Hizo el trabajo?
-Si patrón, le di al Cangrejo tal como me dijo. Utilicé el fusil que le quitamos al soldado que mandamos de viaje hace poco.
-¡Perfecto! Ya no tengo que pagarle y hemos construido un mártir más para la lucha.

Un negociador de carácter

José David Tenorio
                     (Año de 1.967. Corregimiento de Villa Gorgona, municipio de Candelaria, 
                                            Valle del Cauca. Hacienda “Guayabo Negro”).

¡Buenos días don Hernando!. Me da mucho gusto  conocerlo, al fin.
Muchas gracias. Siga.
Permítame felicitarlo  por el cultivo de maíz. Va  a tener una cosecha abundante.
Eso espero.
También veo que tiene una hermosa ganadería. Todas son de la raza Holstein. Pero no veo toro reproductor.
Utilizamos inseminación artificial con pajillas traídas del Canadá.
Pues las terneras que esta levantando tienen un gran fenotipo.
Pero usted vino fue a comprar cerdos. Vamos a los corrales para seleccionarlos.

Llegaron a los corrales y el visitante quedó fascinado viendo esos ejemplares tan espectaculares y tan bien tenidos. Apenas se iniciaba en Colombia la modernización de la porcicultura con la importación de la ultima generación de razas de carnes magras, casi sin tocino, lomos anchos, costillares profundos  y jamones que no se conocían por aquí.
Don Hernando había importado los pies de cría de los mejores criaderos de Estados Unidos y del Canadá de la raza Landrace. Unos cerdos de color blanco (o “monos” como dirían los campesinos) con todas las características anteriores y que al ser alargados caminaban contoneándose y casi ondulando. Si además se les tenía en las condiciones adecuadas y se les proporcionaba agua fresca y limpia y comida balanceada, eran verdaderas fábricas de carne por los altos factores de conversión. En éste sentido solo superados por los pollos de engorde.

El visitante había llegado del Tolima en donde acababa de terminar unas instalaciones para organizar una gran piara, en un negocio de integración vertical. Es decir, con planta de sacrificio propia y empacadora de carne. De manera que se fijó en mucho detalles de lo que observaba para tener en cuenta cuando regresara a sus predios.

Don Hernando observo que los cerdos y los corrales se mantienen muy limpios, cosa notable dado que se trata de  cerdos “monos”.
Pues porque hemos tenido en cuenta que, contrariamente al decir de la gente, los cerdos no son cochinos. Más bien  les gusta el aseo. Lo que hay que saber es organizarles comederos apropiados y suficientes para que obtengan el alimento sin derramarlo;  un sitio dentro de los chiqueros donde puedan orinar y defecar  y un lugar en donde se pueden refrescar cuando tienen calor. Recordemos que los cerdos no tienen glándulas sudoríparas para disipar el calor.
Tampoco el mal olor es intenso y, cosa maravillosa, hay pocas moscas.
Pese al cuidado que se pone siempre se genera algo de suciedad, de manera que una o dos veces al día se lavan los chiqueros con agua a alta presión y de paso se riega a los cerdos. Les encanta.
Las camadas se ven muy parejas y las cerdas en muy buenas carnes aunque no gordas. ¿Usted qué me aconseja para tener algo similar a lo suyo?
Primero seleccione muy bien las hembras que va a dejar para cría. Fíjese que procedan de hembras prolíficas. Observe que no tengan tetas invertidas; que las que tenga sean parejas y no menos de diez. Segundo, déjele pasar los primeros calores y no las monte antes de que hayan cumplido por lo menos ocho meses y alcanzado un peso no inferior a 80 kilos, entre otras cosas para que no vayan a ser derrengadas cuando el macho las monte. Tercero, no deje que las hembras de cría que espera sean preñadas, se engorden mucho porque corre el riesgo de no lograr ese resultado. Cuarto, como a usted le interesa más que producir pies de cría puros, como los que tengo yo, aproveche el vigor híbrido, haga que las hembras sean montadas por dos (algunos sugieren que hasta tres) machos puros de diferentes razas. Quinto, descolmille los lechoncitos para evitar que se hieran entre ellos o que lastimen la teta de las madres, con el riesgo de una mastitis. Y sexto, por supuesto, tenga un buen programa de vacunación. Ahora empiece a seleccionar los que desea comprar. Las hembritas que están en estos corrales  y los machitos que vemos aquí no los vendo, porque son los ejemplares de reemplazo.
-Me gusta mucho este machito. Véndamelo.
-No señor, le dije que esos no son para la venta.
-Ponga un precio.
-No señor, nada. Escoja de los demás.
-Bueno, pero si resuelve otra cosa, ya sabe que me interesa.

Después de un rato separaron treinta ejemplares.
Don Hernando   sus precios son muy altos. Mire que le estoy comprando cantidad. Hágame una rebaja.
-Si le interesan, esos son los precios.
-Don Hernando mire que para que no vayan a sufrir en el transporte he fletado un avión que está esperando en el aeropuerto. He incurrido en muchos gastos. Seguro que volveré a comprarle. Hágame la rebaja.
No señor. Son 32 millones de pesos. Si le interesa, páguelos.
Está bien don Hernando. Voy a girar el cheque contra la plaza de Ibagué. ¿No tiene problema en eso, verdad?
No hay inconveniente, gírelo.
Aquí tiene, don Hernando.
Un momento, no incluyó dentro del cheque el valor del canje.
Don Hernando no me irá a pedir esa pequeña suma en un negocio de la cuantía que hemos celebrado.
-Pues no le vendo. Bajen los cerdos del camión.
-¿Cómo así? Perdone la confianza don Hernando, ya mismo le doy el valor de lo que cuesta el canje.
-No  señor. Le dije que no le vendo.
-Por favor don Hernando ¿Cómo me va a hacer eso?
-No le vendo. Y no hay más que hablar.