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jueves, 22 de agosto de 2013

"Cayó el zorzal y se rompió la lira"

                               Eduardo Toro Gutíerrez



Era una tarde  de l.959 y una placa de bronce, entre muchas otras, puestas en un sitio emblemático del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, llamó mi atención por su belleza y su profundo mensaje. Recuerda que Carlos Gardel ocupa  un lugar especial  en el corazón milonguero de los paisas y en el espíritu tanguero  del mundo. Mostraba un pequeño pájaro que cae muerto sobre las cuerdas rotas de una bandola y un letrero en bronce que  rezaba: “Cayó el Zorzal y se rompió la lira”, firmado por la inolvidable cantante  de tangos y actriz de cine  Libertad Lamarque, también conocida como La Novia de América.

domingo, 18 de agosto de 2013

Calypso

                                                          José David Tenorio

Entre las diversas actividades cumplidas por el grupo de estudiantes colombianos en 1.960, procedentes de varias universidades del país, por invitación de la Universidad de California (UCLA) y el Departamento de Estado, cuyo objetivo principal era mejorar el conocimiento de la cultura estadounidense, en aras de promover un acercamiento entre nuestros pueblos, nos llevaron a los estudios centrales de una cadena de televisión.

Cómo se pasan por agua de mar

Eliseo Cuadrado       


                                
 Mientras esperaba que hirviera el agua, para agregar los huevos, aparecieron en su mente, como un fogonazo, todas las respuestas a las preguntas  que se había hecho durante ochenta años. En realidad era una sola: Sin importar cuantas veces volviera a nacer.  ¿Su vida se repetiría igual?
Probablemente sí.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Otoño

Carlos Arango 



En el ocaso de sus vidas se encontraron. Se veían en un almacén de cadena.
-          Qué hombre tan elegante – pensó Lucía.
-          Qué mujer tan linda – pensó Antonio.
Sin darse cuenta llegaron a conocer los horarios del otro, los lunes, miércoles y viernes, eran inexplicablemente puntuales. Los hijos – de ambos – no entendieron por qué de un tiempo para acá, las citas médicas, las visitas de pésame o las salidas de compras, no podían ser ninguno de esos días entre nueve y once de la mañana.
-          Me voy para la playa y volveré el próximo lunes -  dijo Antonio a un dependiente del supermercado, sin ningún motivo aparente y con un tono bastante alto, cuando Lucía pasó por su lado.
-          Mañana operan a mi nieta de las amígdalas. Voy a acompañarla en la cirugía y probablemente el viernes no pueda venir – dijo Lucía a la cajera, cuando Antonio estaba haciendo fila detrás de ella para pagar un par de cosas que no le hacían falta.

sábado, 3 de agosto de 2013

Los zamarros del tiempo

Hugo León Zapata




Una tarde, temprano, Plutarco Castrillón, negociante, joven, jovial, sin contemplaciones, mas no temerario, necesitó ir fuera de la población. Alquiló pues una yegua trotadora. Su caballo Palomo se lo tuvo que entregar a la chusma como contribución a la causa.

Plutarco vivía en una casa centenaria, en la plaza pequeña; casa de dos pisos y doble construcción, una de tierra  pisada, con balcón, y la otra en ladrillo limpio. Del segundo piso descendían a la plaza notas musicales de una radiola de cuerda y aguja.

Al frente de la casa un cierto alboroto, un chusmero dándole plan a un parroquiano
¿Por qué me pega?
-Por no estar carnetizado gran pendejo.
- Don Pluto, cuidado que el Mono Perico está alborotado, amaneció envenado, anche hubo muñeco - le dijo alguien -.
-¿Quién?
- El hermano del sacristán, el pobre Macario. Por dárselas de macho.
- Que vaina hombre.