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viernes, 28 de septiembre de 2018

Cuatro poemas



Marino Agudelo


La mucama


Encuentra huellas de la noche.
Huellas de llanto.
Huellas de silencio.
Huellas de amor y desamor.
Encuentra que la cama es ancha como el mar.
Aspira la mezcla de perfumes y sudores atrapados
que alientan sus recuerdos…
Encuentra un hilo de cabello ensortijado
sobre la almohada blanca.
 (La cobija se ha deslizado como una espuma sobre el suelo brillante).
Encuentra la almohada de él y se sumerge en ella.
Con un largo suspiro la oprime entre sus senos.
y da tres pasos de un vals ya muy lejano.
Suavemente se deja caer sobre la cama,
 y mira más allá del cielo.
Todas las tardes, antes de llegar a su casa,
ella, silenciosa, se detiene frente al mar…

incertidumbres



Niño: ¿De donde vienes?
De París, ¡mentiras!
Es el decir, por no saber
Lo cierto.
¿De donde?
¡No lo se!
Y viajo en el tiempo
En los años
En el espacio
Entre lagrimas
Temores
Alegrías
Incertidumbres
Por que al morir
Volveré a peguntar
¿Viejo a donde iré?



Adolfo León Hormaza

Lucha



             Luis Esteban Patiño Cruz


Ayer visité el Lincoln Memorial.
Un grupo de niños negros
con sus maestros negros
pronunciaban granitos de discurso
del abuelo Martin.
Hondeaban la bandera estrellada
de su país.
Quién sabe
si alguna de esas estrellas será suya.
Quedarían plantadas en sus cerebros
las semillas.




Invierno en Virginia



Los arboles de Virginia  hombres viejos
esperan otro amanecer que los retoñe.
Resisten el frio de febrero
guardan  savia para lucir sus flores .
Los arboles  lloran 
despojados  de su traje.
La ciudad meditabunda 
llovida  de  árboles
gobernada   por  la nieve
espera  la sonrisa de la primavera.

Dally María Paz


Poema del villano con hambre



Si real mal paga llevaste tu vida
compararte quiero
oh Desgraciado
Yo viendo el nudo
que aprieta tu cuello
se me congela la sangre
como al vulgar cual perro
que indeseado espera
que lo cobije la muerte
Tu castigo es en vano
A mano dura
A las reglas no te registe
que el tirano mandó
Hoy en la soga
tu humanidad descansa
oh Mal agüero
con que el miserable te mira
Tu ladronicio frustrado
A él acogeré
La hazaña la aventura
a destino me llama
Pues a paso lento
de hambre me muero
la vida de honrado
Palo me ha dado
Cuando vaya al grano
de ti me acordaré y
Feliz cantaré
La vida de honrado
Palo me ha dado
La vida de honrado
Palo me ha dado
De ti tomaré la higa



Elías Díaz Roca



A tiempo



¡Se ha hecho tarde!
Ya es muy tarde 
para llegar a la estación 
donde parte el tren 
de mi vida. 
Ver que se escapa 
duele... Siento un vacío. 
Pero más duro resulta 
llegar a la hora exacta 
de partida y no poder subir a él. 
Se ha llevado mi vida, 
se ha llevado mi alma,
se ha llevado mi tiempo. 
¡Reto al destino!

Concepción Morales

Trazos




Nada hay en el abismo de tus ojos
el aliento vital de tu boca
me lleva a tus labios.
Mis preguntas, mis respuestas, tu silencio,
mis manos que te queman y las tuyas que me hieren
En tinieblas, en el húmedo suplicio
sales de mi piel
de tu cuerpo, de mi ser.
Vigía de mis sueños
Ardiente surcas con tus trazos
con tus trémulas manos
marejadas rugientes en mi pecho.
Caricias, soplos
luchan por encontrar tu desnudez
brazos, piernas, en un solo cuerpo.
Vas de mis pies a tu cintura y vuelves,
de tus caderas a mi boca.
Trazos de un solo cuerpo,
las manos son pinceles,
en un mismo suspiro,
en una sola piel,
en el mismo sudor,
en un mismo latido,
en una sola sangre.

Hebert Lozano

Abrazo






Olas en tu pecho
te abrazo casi suplicando,
sin prudencia, sin respeto
aroma salvaje atraviesa el cuello,
desciende en tu cuerpo.
Me entrego al juego necesario
lava quemando tus piernas,
fragantes de deseo.
Enfrentar lo ineludible,
cenizas en que ardemos
sincronizan las aristas de tu cuerpo.
Mi desnudo, y te provoco
tu desnudo, silencio escondido,
el exceso, el grito,
temblor bajo tu ombligo
seguir el rastro de la locura,
el humo apacigua tu ausencia
buscando en toda negación,
muerdes el silencio
un atajo prematuro.
tu orgasmo estalla impuro.

Hebert Lozano

Expresiones que mueren...




Cálidos recuerdos besos voluptuosos
Fuertes amenazas punzantes miradas
Estrofas rimadas héroes valerosos
Fuertes vendavales noches estrelladas
Relatos amenos iras contenidas
Diatribas feroces cantos entonados
Cantigas dolientes canciones sentidas
Lágrimas que ruedan recuerdos amados
Culpable irredento de tantos abrojos
Alberto el docente y quien con sus frases
Y hasta con regaños nos abrió los ojos
En sus elevadas y profundas clases

Con su enfoque fuerte certero atinado
Directo zañoso duro despiadado
Estas expresiones y otras similares
Contadas por cientos y hasta por millares
Sin piedad ni lástima metió en ataúdes
Les puso una cinta: “LUGARES COMUNES”
Y luego en la lápida dejó esta escritura:
“TODO ESO ES PRODUCTO DE POCA LECTURA”

Mario Cuervo Castañeda


Poema




Un abuelo intrínseco hizo de una piedra lídea su silla generosa
Mira la llanura ansiosa de moradas praderas y de amantes volátiles
Saca de un ánfora sincera un clavel sensitivo versos aterciopelados y un suspiro pleno

Te busco en recónditos palacios de moradas praderas
Te buscan mis manos para recorrer la llanura ansiosa de tu espalda
Te busca mi cuerpo para sentir la cadencia espantosa de un suspiro pleno

Consuelo Manzano

Tu ausencia



Pasaras por mi lado
sin saber que pasaste
pasaras y al pasar
fingiré una sonrisa
como un dulce reproche
del dolor de perderte
y jamás lo sabrás.

Cuando ya ni mi sombra
veas a tu lado
me vas a extrañar
porque mis caricias recordaras.

Si al pasar presintieras
un cálido respiro
soy yo que entre sombra
te  desea amar.

Cuando ya mis ojos
se sequen de llorar
Mostrare que la dicha.

Naydú Gutiérrrez








jueves, 27 de septiembre de 2018

La casa del barrio Obrero



Amparo Quintero D


    No se explicaban por qué Ariadna se mantenía refugiada durante largas horas de la noche en el estrecho cuarto que alternaba el uso de comedor y estudio. Se negaba a salir después de terminar sus tareas escolares. Esperaba encontrarse sola para leer en voz alta los cuentos de las Mil y una noches hasta que enronquecía y cansada de luchar contra el sueño se dormía. Solo así podían llevarla a la cama.

Regalo para él




Clemencia Inés Gómez


Cruzamos el infinito a cada paso, nos encontramos con la eternidad en cada segundo.
Rabindranath Tagore


José, el padre, un hombre rudo y poco expresivo, se encerraba en la habitación para disfrutar a solas de dulces y galletas, a pesar de las prohibiciones médicas por su avanzada diabetes. Trabajaba manejando un furgón, repartiendo productos de consumo masivo en las tiendas de la ciudad. En algunas ocasiones, cuando terminaba la jornada laboral y se encontraba de buen genio, premiaba al pequeño Robinson subiéndolo al vehículo y dándole una vuelta cercana a la casa, amarrado al cinturón de seguridad.

Desde tu ventana





A Marthica

Mujer, desde tu ventana
¿qué ves?
¿Acaso tus sueños fragmentados
como trozos de cristal de aquella jarra
que cayó sobre tus pies?
¿Reconstruyes tu pasado
tratando de pegar cada parte
de tu corazón dolido?
¿Ves todos los azules prometidos
desde tu niñez ansiosa?
¿Aceptas los verdes y naranjas,
los fucsias y morados
que te regaló la vida?
¿Acaso ves la manera de fundirte en el paisaje y
gozar por fin la certeza de la incertidumbre?
Mujer, desde tu ventana
¿Gozas la vida sin preguntas y
admiras en silencio al niño aquel que se escapa juguetón
tras los sueños de la jarra de cristal?

Atalanta del Mar

Una soledad demasiado ruidosa



 Luz María Gómez 

La obra le rinde un homenaje a los libros.  El narrador personaje Hant, cuenta que hace treinta y cinco años viene elaborando el trabajo de prensar libros y reproducciones pictóricas. Lo narra en presente porque es el tiempo de su muerte. Hant narra su historia de amor con ellos. Como toda historia de amor, destaca lo sublime y lo deplorable. Señala profundos momentos de angustia al comprobar la indiferencia de la humanidad frente al arte y al conocimiento. Hant habla sobre el comportamiento de una educadora durante la visita con los niños a la prensa moderna. La docente desaprovecha la oportunidad que tiene para analizar con ellos su mecanismo; mucho menos asume una postura crítica frente a la destrucción de los libros.

lunes, 17 de septiembre de 2018

El látigo del místico


              María Victoria Zapata
  

    Cayo Suetonio Paulino, gobernador de Britania, al mando de una legión que tuvo los mejores guerreros en África y Asia recibió la siniestra misión de acabar con el último reducto de los druidas, sacerdotes, científicos y magos.
   Los romanos prepararon sus armas. Los celtas al igual que los espartanos eran preparados desde niños para la guerra, contaban con las mejores espadas y sus muy eficaces carrozas, entrenaron sin descanso, recibieron instrucción minuciosa sobre los peligros, el reconocimiento de olores, pócimas alucinantes y en especial a no escuchar a los bardos, poetas que acompañados de liras declamaban versos que hechizaban, como el canto de las sirenas.

El trompo bailó en la playa




Jorge Enrique Villegas M.
  
       Fue notorio el cambio que dio Juanjo luego de haber perdido a la abuela. No volvió a las fiestas del colegio ni a las de la familia. Blanca lo disculpaba: “tiene un poco de fiebre”, “le duele la cabeza”, “mañana madruga”.
Nadie quedaba satisfecho con las explicaciones.
—Cada día está peor. Llévalo al médico–advirtió Antonio.
—Mejor vamos donde un psicólogo o un terapeuta–comentó Blanca.

    Antonio cumpliría la promesa hecha a la familia de ir a la playa en vacaciones.
—¿La abuela va?–preguntó Juanjo.
—Es la primera.
Desde ese momento Juanjo contó los días. Cuando Ena terminó la escuela, a él le quedaban dos días de clases y Antonio ya los disfrutaba.

Arquetipos







Si "el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de rosa está la rosa
Y el Nilo corre en la palabra Nilo"

Si el mar está encerrado en una sílaba
Y la tarde resplandece en la palabra tarde

Cuando oigas mi nombre inundaré tu vida
en los extramuros de la noche
Me asomaré a tu recuerdo
Triste y alegre, fugaz y permanente
Solo con mi nombre
Viviré por siempre en tu memoria

Yolanda Delgado


Somos protagonistas de pecado



«Aquel de ustedes que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra» (Juan 8: 7).
 




Amparo Quintero D


Laura Restrepo narra en nueve cuentos la complejidad del ser humano. Los compila bajo el título “Pecado” (Editorial Penguin Random House. Bogotá, 2017. 294 págs.) para mostrar algunas de las grandes y profundas contradicciones de nuestro yo más íntimo. El concepto “pecado” nos remite, a quienes hemos sido formados bajo los preceptos religiosos, a sentimientos asociados con culpa y castigo. Sin embargo, la lectura generó en mí un sentimiento de compasión por algunos personajes. Queda por fuera la lástima dando paso a una exigencia humanista de “ponerse en los zapatos del otro”, contextualizando y reconociéndonos como sujetos potenciales de pecado, en mayor o menor medida. La cotidianidad nos brinda muchos ejemplos: infidelidades, amores secretos, complicidad de madres permisivas, deslealtad de una persona que incumple sus compromisos y deja que los asuma el amigo codeudor o la prepotencia de quienes desde lo alto de la columna del ego tratan con desprecio a las demás personas.

Peccata mundi, tres




Ensayo mínimo


José Iván Pérez

El conjunto de nueve cuentos contenidos en el libro ‘Pecado’, de la escritora colombiana Laura Restrepo parece tener un hilo conductor, a modo de leitmotiv, cuya base de inspiración  tiene que ver con ‘El jardín de las delicias’; tríptico pictórico de Jheronimus van Aken, o simplemente Joen (en España El Bosco), centrado en sus exacerbadas alusiones a tres temas en específico: Paraíso, Tierra, Infierno, cada uno escrito con mayúscula y expresado en los más vívidos colores de su paleta de artista flamenco del renacentismo.

Eltiempo de los homo sapiens


El tiempo de los Homo Sapiens
Los cromosomas y los genes al nacer
Se retorcían danzantes, cual gusanos, en busca de la vida.
Ochenta años después
Los gusanos y microbios danzaban en las carnes
El ritmo inexorable celular de la muerte y comían
Entre los rítmicos ritos
Solo se dibujaba un gran interrogante.
Nadie lloraba ni reía!

Humberto Rey


Adiós al trabajo




Es hora ya
De soltar el yugo
que a la tierra me amarra
me llegó el turno, de girar de nuevo,
de amar con prisa
cumplí mi tarea
persiguiendo sueños, alcanzando metas.

Ahora que suelto 30 años de carreras,
reaparece la alegría, la magia y el ocio,
es tiempo de volar y romper cadenas,
de permitirme locuras
porque es hora nueva.

Soñaré despierta
Conversaré con la luna,
Hasta que amanezca.

Adiós al trabajo,
Soy mujer nueva
Me pondré aretes
Pintaré mis labios,
desataré nudos
bajaré estrellas.

He vuelto a la vida
y me entrego a ella
complaceré mis caprichos
me siento bella.

Quiero bailar y escribir poemas,
participar en cursos
tomar más vino
y estrenar nuevas prendas,
viajar por el mundo
disfrutar la vida,
y bañarme con ella.

Me llegó el turno
Soy mujer nueva.

Clemencia Inés Gómez