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domingo, 4 de noviembre de 2018

Tú lo pediste




Te deseo, dijiste con tus dedos apretando mi lengua
No hables, me pediste.

Poséeme, desgárrame, viólame
Tapona mis orificios
Introdúcete en mi ser y en mi conciencia
En mi bondad y en mi maldad
Soy tu diosa y demonio

Acelera, acelérame, no te detengas
Hazme lo que quieras
Cabálgame duro, más duro
Salta el precipicio
La fogata está encendida




                                          
Cuando el arco iris palpitante  termina por estallar
con agridulzura tus ojos jadeantes preguntaron:
¿Tienes alguna aberración?




Germán Portilla



Una soledad muy ruidosa



Clemencia Inés Gómez Naranjo
     

         En la soledad también hay ruido. Cuando tomamos distancia de la realidad para analizar, disentir, discutir, dejar aflorar nuestra acalorada mente, las ideas, vivencias y reflexiones filosóficas se transforman en aprendizaje. Entonces nos volvemos críticos y aportamos soluciones que generan cambios en nosotros mismos y en nuestro entorno. “Cuando leo, de hecho, no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos”.  

Lengua de leche




Para ti, querida mamá,
mi corona de flores literaria.
Rosa Nieto

Empieza mi mente a sosegarse, decanta el ruido y la agitación que se adhirieron a ella en mi juventud.  Surgen palabras y silencios que hace tiempo mis oídos dejaron de escuchar, estuvieron escondidos tras el velo de cosas intrascendentes y ahora el eco de olas de mar los retorna paulatinamente. Recupero todo aquello que en mi infancia era querido. Ha sido un largo camino recorrido, lleno de pasos en direcciones contrapuestas, cuyo significado e importancia solo hoy estoy reconociendo. La vida pasa entre palabras, gestos, silencios y temores. Así, sin darnos cuenta, nos construimos.

De fantasmas, miedos y pendejadas



 Adolfo Hormaza


       "¿Que si flotan? ¡Oh sí!, claro que sí. Flotan, flotan, Georgie.
        Y cuando estés aquí abajo, conmigo, tú también flotarás". 
        IT
        Stephen King

        Hacia las nueve y treinta de la noche se despertó asustado porque creyó escuchar un ruido, como una explosión. Se había quedado dormido sin quitarse la ropa, dos horas antes, tras llegar cansado de jugar fútbol. Se despabiló con las sombras de su espaciosa habitación, se encontraba solo en la casa republicana de principios de siglo veinte, hermosa, no muy grande, que infundía temor en las noches, algo parecida a las casas de las películas de terror.

Carta



Fernando Bermúdez

Marinilla, 10 de septiembre 2018


Libardo Iturralde
En algún lugar de Medellin
  
  Adorado hijo:
 Extrañarás este apelativo y esta misiva, y entendería que tu primera reacción sea romperla sin leerla. Pensarás no con sobrada razón: "mi madre murió hace tres años". Ruego tu paciencia que continúes la lectura, con la promesa que nunca más recibirás mensaje alguno de de mi parte. En mil y una noches he estado tentada a escribirte, pero mi maldita cobardía y tu propia felicidad, han primado sobre este tortuoso anhelo. Permíteme por única vez desahogar mi corazón y expresarte en estas lineas, los sentimientos y emociones que tu vida han generado en la mía.