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lunes, 15 de septiembre de 2025

Frankestein palpita en María Zambrano

 Clemencia Inés Gómez


En la criatura de Frankenstein, novela escrita por la británica Mary Shelley en 1818, se refleja el pensamiento de la filósofa, ensayista y poeta española María Zambrano, en lo que ella llamó “razón poética”. Podemos leerlo no como un monstruo, ni como un experimento científico fallido, sino como un hijo de la ambición humana, herido en su origen, símbolo del desamparo humano.  

La filósofa nos enseñó que el ser humano es frágil, nace abierto a los otros, a lo divino, expuesto, atravesado por fisuras. La criatura, no fue fruto del amor sino del abandono a partir del nacimiento. La herida que lleva no es sólo física, sino ontológica, es hecha de trozos, carece de vínculos afectivos, no tiene raíz.   

La herida en Zambrano es el lugar donde se asoma lo eterno. No es solo dolor, es también claridad naciente.      

Sé que voy a morir

                                                                   Alexandra Correa

 


Sé que voy a morir cuando te miro y veo en tu rostro amor

Cuando acaricio tu cabello encanecido

Cada anochecer cuando juntas tu cabeza a la mía y tus manos rozan mi piel

Cuando juras que no soportas la vida sin mí, lo más seguro es que moriré

Sé que voy a morir cuando escribo y no puedo parar

Cuando compro libros y la vida no me alcanzará para leerlos

Cuando viajo a paraísos sintiendo que no volveré

Cuando los hijos se van 

Cuando fallece mi mascota

Cuando me acerco a la jubilación 

Cuando hago una obra de caridad pensando en el más allá

Cuando se añora el pasado con nostalgia 

Cuando disfruto de lo cotidiano y efímero

Cuando la consciencia me grita de momentos desperdiciados en banalidad

Cuando el tiempo se agota para cumplir mis sueños 

Me doy cuenta de que cada instante vale

Porque la muerte ronda y te sucumbe

Porque viviendo estoy muriendo

y con cada respiro le doy una bofetada a la muerte

Sé que estoy muriendo porque aunque te lo grite

 ¡Tú no haces nada para vivir!