Andrea Barona
-¡Baja de allí Felipe! No
seas niñita, es solo un ratoncito—gritaba Eunice blandiendo los músculos
de su figura voluptuosa, por la carcajada que le causaba ver al joven Felipe
sobre el escritorio diciéndole.
—¿Es una rata, acaso no ves lo grande que
es? Mátalo Eunice ¿Qué tal que tenga rabia?