J Iván Pérez
La reunión que había sido pedida por ‘Moncho’, el día anterior, se advertía tensa. (Gerardo Valencia Cano, que era más conocido por toda la gente del puerto de Buenaventura como ‘Hermano Mayor’ o ‘Moncho’ por la juventud, era el obispo del Vicariato). Generalmente toda reunión con él era agradable. Se diría que a pesar de ser el líder de los delicados procesos de cambio que impulsaba a raíz de los planteamientos del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM, 1968), su liderazgo era eminentemente participativo y dialogal. Como tal era percibido por quienes formábamos parte de su equipo de colaboradores: curas, monjas, educadores y seglares comprometidos. Era un liderazgo centrado en la escucha y en la argumentación, sin imposiciones suyas ni de nadie en el equipo de trabajo, tanto en el aspecto pastoral como en el social. Lo que era bastante decir, si se tiene en cuenta que todo ocurría en la Buenaventura de 1969.