Jesús Rico Velasco
María Cristina Salazar Camacho nació en Bogotá el 3 de septiembre de 1931 y
murió el 10 de julio de 2006. Creció en el seno de una familia prestigiosa
formada por Fernando Salazar Grillo y Luisa Camacho y Reyes, una genealogía marcada
por sus abuelos Salvador Camacho Roldan y Félix Salazar Jaramillo, distinguidos
miembros de la sociedad bogotana. Estudió en el Gimnasio Femenino en Bogotá y se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad
Javeriana. Cursó los estudios de posgrado, maestría y doctorado en la
Universidad Católica de Washington (1952-1957).
Conocí a la Doctora María Cristina
un día cualquiera del mes de febrero de 1962 cuando ingresé como alumno en el recién
fundado departamento de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia.
Tengo un retrato mental de ella en el
antejardín del edificio de Sociología que quedaba al lado de la cafetería central, la
veo venir por el andén de la calle a la
altura de la calle 26 donde la dejaba su chofer. Una mujer de estatura mediana,
piel blanca rosada por el clima sabanero con un suéter azul turquí, una blusa
azul celeste, falda negra ajustada al cuerpo, por debajo de la rodilla, y
zapatos de tacón bajo. Unos pequeños
aretes de perlas y cadena delgada de oro
al cuello complementaban su toque de elegancia
distinguible.
El
Padre Camilo Torres era muy cercano a María Cristina, no tanto por la
sociología, sino por las relaciones de clases sociales en Bogotá y profesionales, cuando regresa al país después
de terminar sus estudios de maestría y doctorado en la universidad católica de
Washington. Fueron Camilo y Orlando Fals quienes alimentaron la mente y el
corazón de María Cristina para que se saliera de la Javeriana y se vinculara
con el departamento de sociología de la Nacional.
Así lo
dice, Orlando Fals Borda:
“La Universidad Javeriana abre la Facultad de
Sociología con María Cristina, pero cuando se dieron cuenta de que era amiga de
nosotros, los de la Nacional, la destituyeron, la expulsaron y cerraron ahí
mismo la Facultad (La facultad de sociología se adicionó a la facultad de
Ciencias Sociales y Económicas). Fue algo muy triste, muy abusivo de parte del
rector de la Javeriana. Ella había iniciado allí la enseñanza de la sociología
moderna, en la misma vertiente que nosotros dos años antes. Ella llegó al
momento de decidir cómo mejorar la docencia y la investigación en su
Departamento de Sociología en la Javeriana. Como era amiga de Camilo Torres, hizo
un Comité de Consulta con él, Andrew Pearse (profesor de la UNESCO) y yo.
Cuando los jesuitas supieron de las reuniones que estaba teniendo María
Cristina con ese grupo “subversivo”, la despidieron.”
Siempre me llamó “Chucho” en un tono de amistad. Me dirigía hacia ella con gran
admiración en la clase y durante las
conversaciones afuera en los corredores del nuevo edificio de la Facultad
donado paradójicamente por la Fundación Ford.
Conversábamos sobre el papel de la sociología en el desarrollo sociocultural del país
como disciplina aplicada en las culturas urbanas y rurales
del país. Fue nuestra profesora en el tercer
y cuarto año de la carrera, su discurso se nutría básicamente del análisis
de la estructura funcional. Los diálogos alcanzaron niveles de abstracción elevados
ligados a comparaciones paralelas tratados
en otras asignaturas con el Dr. Darío Mesa
centradas en la dimensión comparativa de los discursos de Max Weber y
Karl Marx. Pienso que el discurso inicial de María Cristina en la época estaba
concentrado en el diálogo
estructural-funcional orientado por los sociólogos americanos para el
diseño de la investigación como lo había
mostrado Orlando Fals en su trabajo en Saucio “Campesinos de los Andes” basado
en el análisis sociocultural.
Los parámetros analíticos del acercamiento
estructural funcional de la época para
el desarrollo teórico que discutíamos se
resumían de la siguiente manera: el individuo es el sujeto particular cuyas características de la personalidad se entremezclan con los variables culturales y
produce cambios determinantes en la estructura social.
·
Las relaciones sociales se dan a partir de la
interacción de la persona “a” con
persona “b” en su entorno físico y biológico. Con un significado, un
signo o símbolo para los demás y para el
sujeto de la acción.
·
Un componente morfológico que representa un
conjunto de variables relativas a la disposición espacio temporal de las
personas y el tamaño físico de los grupos.
· El
acercamiento sistémico de interacción entre las partes que componen la
estructura social. El sistema social es el resultado de las interacciones entre las partes con sus roles y estatus que los identifican.
·
Un componente cultural integrado por complejas
variables que definen normas, valores y
creencias que las personas aprenden, comparten y trasmiten.
Este marco teórico fue útil en la
definición de parámetros para orientar
los procesos de investigación centrados en los componentes que determinan una estructura social: la familia,
la educación, la ocupación, la política, la religión, recreación, instituciones militares, la salud, instituciones
financieras, sindicatos, y otras maneras de vivir y comportarse.
El pequeño mundo sociológico estaba
adornado por la presencia de Virginia Gutiérrez de Pineda antropóloga, quien nos
daba clases sobre el análisis de la familia en Colombia con la participación de su esposo Roberto Pineda. De Ernesto Guhl enseñaba
la mirada de la geografía humana y su
repartición sobre el terrario colombiano; Eduardo Umaña Luna nos daba un paseo sobre la importancia de las
instituciones jurídicas en la vida de
los pueblos y su comparación en las culturas; Milcíades Chaves antropólogo las culturas autóctonas, las
afrodescendientes y su distribución en Colombia; Darío Mesa enseñaba sobre el
capitalismo y el socialismo como filosofías; el padre Camilo torres nos dio clases de metodología y diseños de
investigación, y algunas conferencias y lecturas de Orlando Fals que publicaba
con el nombre de “separatas”. Inolvidables, las clases pausadas y
tranquilas sobre la historia en
Colombia con el Dr. Jesús María Mejía
la conocía toda y la interpretaba a su
manera, la enredaba en las profundidades de sus conocimientos y nutría con las
charlas en clase y en los corredores con
la filosofía de Tomas Ducay recordado español colombianizado. Circularon profesores de demografía,
estadística, escritura para los trabajos científicos, y otros como el elegante y bien vestido Nicolas Suescun,
enseñaba inglés, un poco de literatura, quien años después público un Epílogo
para Cien años de soledad en el Círculo de lectores en 1983.
Durante cuatro años participamos en una formación sólida en una profesión que
nadie conocía, ni sabíamos para que servía. La sociología en la universidad
Nacional creció con serio compromiso científico,
se fue descolonizando de los paradigmas europeos
y americanos para dar como resultado una
sociología a la colombiana orientada al cambio social y político como lo mostró
Fals Borda en los saberes populares de la I.A.P: Investigación, Acción,
Participación.
Viajé a Madison (Wisconsin) en febrero
de 1968 para estudiar sociología rural con un tiquete de avión proporcionando
por Icetex y una beca para estudio en el exterior otorgada
por la Universidad Nacional.
Conté con el apoyo de Orlando
Fals y la ayuda momentánea del profesor
William Flynn y Eugene Havens
profesores visitantes en Colombia que sustentaron mi ingreso al Departamento de
Sociología rural dirigido por el profesor Wilkening nombrado como mi
tutor durante el posgrado.
Después de un largo viaje un representante de la Universidad de Wisconsin
me llevó directamente al campus universitario
al apartamento de Humberto Rojas, quien estaba haciendo un doctorado
acompañado de su mujer Rosita y Mauricio, su hijo recién nacido. Al
entrar al apartamento tuve la grata
sorpresa de encontrarme con Rodrigo Parra Sandoval, Álvaro Camacho y Nora
su mujer, todos estudiantes de doctorado
en Sociología. En medio de la reunión,
me llevaron a la cocina y allí estaban Orlando y María Cristina cocinando un almuerzo para todos. Nunca pensé que María
Cristina y Orlando llegarían a formar una linda pareja. Durante los cuatro años
de carrera no observé comportamientos que los delatara. Pero como
siempre las cosas que van ocurrir no las detiene nadie. Como
los conocía a ambos sin atreverme a preguntar llegué a la conclusión que se
habían unido de alguna manera por lo
católico o posiblemente por el lado de
la iglesia presbiteriana en donde Orlando era un representante reconocido.
Un sentimiento agradable me invadía al ver los dos enamorados compartiendo con un grupo
de colombianos sociólogos. Una tarde
conversada alrededor de deliciosa comida, buenos vinos y amigos que
nos dejó a todos llenos de
recuerdos sin preguntas ni respuestas
del amor de pareja de María
Cristina y Orlando.
Durante el tiempo que llevo viviendo
sobre la tierra he encontrado personas que por sus características y relaciones conmigo influenciaron con significancia mi
desarrollo como ser humano y que las he denominado: personas notables. Es el
caso de Orlando Fals y María Cristina seres
valiosos que me señalaron caminos, me
ayudaron a crecer para ser una mejor
persona, amigos de verdad en las buenas y en las malas.
Con María cristina conversábamos sobre la importancia de la “Acción comunal” y
la operacionalización de la ley de 1960 que había trabajado como educador
sanitario en la secretaria de salud en
el Valle del Cauca. Ayudé a organizar en varios municipios las juntas de acción
comunal para la implantación de programas de acueductos rurales y
alcantarillados.
En el último semestre solamente quedábamos unos 13 estudiantes de los 45 estudiantes que iniciaron.
No faltan las dificultades en la
vida en especial cuando transitas en profesiones
con discursos sociales y políticos considerados “subversivos” para la época como
la sociología. En enero de 1979 Orlando
Fals y María Cristina fueron detenidos por miembros de la Brigada de Institutos
Militares debido al hallazgo de algunas armas que el M-19 robó del
Cantón Norte y ocultaron en una casa en el barrio Miranda escriturada a nombre de María Cristina
Salazar. Al parecer un amigo de ella la
utilizó para el depósito de las armas.
Ella dio testimonio de que su esposo Orlado Fals no sabía nada y fue dejado en
libertad el 10 de febrero de 1979. La
detención de María Cristina se extendió por 14 meses. En la cárcel realizó círculos de estudio, mesas
redondas, conferencias para aplicar el
proceso de investigación, acción y participación sobre los problemas del país.
Es importante señalar y resaltar el
papel de María Cristina en el desarrollo del marco teórico y aplicación de la Investigación,
Acción, Participación (IAP). El paradigma se centra en el saber colectivo y el
poder popular que parte de la dimensión
de la “interacción social” pilar epistémico para la construcción del
pensamiento sociológico. Se agrega la
idea de la importancia de la teoría sobre la acción social desarrollada como
complemento. Las personas tienen en cuenta el comportamiento de los demás y la
presencia y existencia de los mismos. La interacción tiene un significado un
signo o símbolo para los demás y para el sujeto de la acción, y la conducta de ambos condicionada
por la percepción y comprensión mutua del significado de la acción. La
IAP es la investigación aplicada que busca la trasformación y el cambio social y de su entorno. Un
resumen de su marco teórico sería:
·
La IAP está
basada en el conocimiento construido a partir de las relaciones populares en la
búsqueda del bienestar colectivo.
·
Participación democrática y el derecho al control
de sus propias vivencias con base en la igualdad y la libertad social.
·
Búsqueda de un cambio que mejore las condiciones de vida de la comunidad involucrada.
María Cristina como socióloga y como
activista trabajó en el terreno, en los barrios y en las comunidades rurales promoviendo
con amor la idea de la IAP cuyos elementos teóricos fueron difundidos
ampliamente en Colombia y en otras partes de América Latina por Orlando Fals. Ella
con su participación mostraba cómo se materializaba en investigaciones y
proyectos los elementos de la IAP. Fue una socióloga científica estructurada y
sólida, demócrata, respetuosa de los principios religiosos, promotora de los
derechos humanos, y convencida de la necesidad de trabajar para trasformar la
vida del pueblo campesino, de la población en los barrios populares, en las
ciudades, de las mujeres maltratadas y abusadas
sexualmente, de los niños y las niñas utilizados en el mercado laboral
que ella denominó “los esclavos invisibles”. Detalles que quedaron escritos para la posteridad en un documento sólido sobre la “explotación
de la niñez en Colombia”. “El caso del padre Camilo Torres” publicado por la
editorial Ediciones Tercer Mundo en 1965, muestra el proceso y transformación política
de Camilo. “La expansión del capitalismo en el campo: sus consecuencias en la
zona cafetera, en Colombia y el departamento del Tolima”. Bogotá, Officel,
1973.
Asesora de organismos
internacionales como la OIT, la Unesco y relatora de Amnistía Internacional. En
el repositorio de la Universidad Nacional estará presente para los lectores
colombianos el gran talento de su obra
catalogada en sus manuscritos, trabajos y conferencias sustentados en congresos, conferencias, y publicaciones en
sociología, trabajo social, religión y sociedad, trabajo infantil, políticas
públicas y derechos humanos.
Sus despojos mortales en julio de 2006 fueron colocados en la
capilla de la Universidad Nacional debajo en el suelo del campanario de la
iglesia que dirigió su gran amigo el padre Camilo Torres, y posteriormente las
cenizas de Orlando Fals Borda en agosto de 2008 fueron colocadas a su lado. “Son los dos únicos
profesores cuyos restos están enterrados en el campus de la Universidad Nacional,
sede Bogotá”. El día de su entierro el compañero Alfredo Molano Bravo de la tercera
promoción de 1964 en la Nacional pronunció unas sentidas palabras entre las
cuales se pueden resaltar algunas ideas que se nutren del pensamiento de
nuestra profesora:
“María Cristina
nos enseñó a distanciarnos del dogmatismo y nos mostró otro ángulo de la
crítica social… huir de los esquemas y de fundamentar socialmente sus
principios éticos… María Cristina no abandonó un instante su compromiso con la
gente excluida, empobrecida, perseguida… Su solidaridad con la izquierda la
llevó a la cárcel… Denunció los atropellos que los gobiernos de turno
permitían – y permiten – en el país
contra la niñez… Se va de nosotros una
época, y un ser “con quien tanto quería” como dice el epígrafe de la Elegía de
Miguel Hernández a Manuel Sijé.”
(En
Orihuela, su pueblo y el mío se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con
quien tanto quería)
YO QUIERO ser llorando el hortelano de la
tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano,
Alimentando lluvias, caracolas y órganos,
mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolasdaré tu corazón por
alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado, un
hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos Y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin
calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada, no
perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta de
piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte y
besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por
los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores. Volverás al
arrullo de las rejas de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu
sangre se irán a cada lado disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un
campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas del
almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936)
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