Gloria Mogollón
Llevaba más de cinco años residiendo en una ciudad de clima frio, interesante e importante por las opciones que me brindaba para disfrutar del arte, la cultura del país y del mundo; además de encontrar oportunidades de trabajo en mi profesión. Una ciudad metrópoli, que conocí en su totalidad geográfica. La diversidad de sus habitantes, muchos provenientes de otras ciudades, representa un porcentaje importante del total. La ciudad me permitió relacionarme con personas cálidas, inteligentes y gratas, que terminaron siendo buenas amigas, una de ellas, mi esposo y compañero de vida.
Consolidamos
la relación de convivencia en una grata atmosfera de disfrute, luego de tres años
decidimos tener nuestro hijo. Su llegada cambió radicalmente la dinámica de nuestra
vida y la relación.
Cuando
nuestro hijo cumplió tres años tuvo una afección bronquial delicada y el
pedíatra nos sugirió llevarlo a clima caliente por un corto periodo. Muy cerca
de la ciudad en que vivíamos había varias poblaciones que llenaban el
requisito, pensé que volver a mi ciudad natal era lo ideal, pues además de
tener un clima cálido muy agradable me permitiría reencontrarme con mi familia,
y a mi hijo conocer a sus tíos y primos.
Pensé en la salud de mi hijo y la mía también. La relación de pareja
llevaba tiempo derrumbándose y a pesar de que aún me sentía infeliz, mis
expectativas había cambiado. Sin embargo, no fue fácil tomar la decisión.
Nos
fuimos solo con dos maletas, dispuesta a organizar de nuevo la vida y la
existencia, con mi niño. Vinimos por un mes y llevamos más de 40 años,
disfrutando al máximo mi ciudad natal; no regresé a la ciudad fría, interesante,
de amigos y cultura; me acuné de nuevo en la ciudad de antaño, cálida y bella.
Mi niño se sanó y articuló su lenguaje en compañía de sus compañeritos del
jardín infantil.
Entendí
que fue una acertada decisión, ahora los dos somos personas sanas, guerreras,
creativas, felices y capaces de enfrentar los cambios necesarios, que nos
transforma en seres humanos mejores. Siempre he deseado escribir sobre la
anterior situación de vida, creo que podría ser un buen inicio para un cuento,
con algo de un título como el del libro “El abuelo que saltó por la ventana
y se largó”. Debo confesar que su lectura me inspira a escribir, porque
creo que es justo lo que todos deberíamos hacer, saltar ventanas, obstáculos,
dificultades, superarlos y así transformar la existencia, con propósitos reales
y factibles ¿no lo creen?
No hay comentarios:
Publicar un comentario