José David Tenorio
En 1.961 cuando cursaba el último año de carrera en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y después de haber estado en EEUU invitado por la Universidad de California, Los Ángeles, vi asomándose tímidamente, desde el portón de la entrada, sin pasar al zaguán, a una pareja que a la legua se veía eran extranjeros.
Ambos muy altos (él cerca de los 2 mts y ella no menos de 1.85), estaban muy bien vestidos (no como esos gringos descachalandrados que usualmente vienen de turismo). Yo salí y los invité a que siguieran y les hice un recorrido por el Claustro, mostrándoles las placas conmemorativas. E inclusive pedí que les abrieran el Aula Máxima. Quedaron muy impresionados y como estaban sin guía y yo disponía de tiempo, les dije que los llevaría a conocer algunos sitios de interés de la ciudad, como la Casa del Florero y el museo de Arte Colonial.
Como recuerdan este museo queda calle de por medio, a un costado del Palacio de San Carlos (les mostré la ventana por la cual escapó Bolívar), que entonces era el Palacio Presidencial porque el denominado “Palacio de la Carrera” (hoy Casa de Nariño) había sido quemado el 9 de Abril de 1.948 y todavía no se había iniciado su reconstrucción. – En ese momento era Presidente el Dr. Alberto Lleras Camargo.
Cuando entramos al museo en la sala en donde estábamos habría otras dos personas, cuando ingresó a la misma el Dr. Lleras que había ido a ver un cuadro recién restaurado. Lo acompañaba únicamente su edecán militar. Nadie más; ni de la Guardia Presidencial. Yo le pregunté a la pareja gringa que si les gustaría saludar al Presidente de la República. Se sorprendieron mucho y tuve que repetirles varias veces. Y cuando me dijeron que sí, les respondí “pues vengan conmigo y vamos a saludarlo. Es ese que está allí“. Me acerqué y le dije: “señor Presidente esta es una pareja de norteamericanos que están visitando a nuestro país y desean saludarlo”. – Lleras los atendió amablemente y en una conversación de cortesía, muy breve, les dio la bienvenida y les deseó grata permanencia en Colombia.
Los gringos quedaron “azules“ y se hacían cruces sobre el grado de democracia que había en el país al punto de haber podido abordar al Presidente en ejercicio de esa manera y haberle podido dar la mano sin ningún contratiempo.
El texto es parte de la documentación propiedad de Marcela Tenorio Delgado y figura, junto con otros, en su tesis doctoral de psicólogía. Se publica con la autorización de ella y del autor.
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