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martes, 15 de junio de 2021

Vive

                                                


                                                                      
Adriana Lucía Yepes

    Sería la una de la madrugada de un mes cualquiera en 1995. Yo dormía plácidamente, envuelta en un olor a selva y humedad en medio de una total obscuridad cuya única luz era el reflejo de la luna, lugar entrañable grabado en mi memoria. En pleno aguacero llegó la ambulancia a recogerme en el Puesto Militar, el conductor solo dijo:

 —La neeciitan méica.

Al llegar al pequeño hospital todo era caos, tan solo dos lámparas iluminaban el escenario lo suficientemente dramático: un balde lleno de sangre, una mujer negra con los labios  blancos por la hemorragia, dos de sus venas recibían líquido cristalino a la velocidad posible para completar lo faltante como el agua anhelada en una  tierra árida. Su cuerpo, sin fuerzas extendido en una camilla de partos. La única enfermera corría  buscando un no sé qué, en cualquier parte.

—¿Qué pasó?—pregunté.

Más décimas

 Luz María Gómez Ospina


 

PERPLEJIDAD

 Caos e incertidumbre,

campean por mi país.

Obnubilan porvenir

de bravía muchedumbre

que ve lejana la cumbre,

de sueños por alcanzar.

Multitud ondea paz.

Viles, muy dentro la arrasan.

Poder, confusión abraza.

Acuerdos ansían izar.

martes, 8 de junio de 2021

Dos Eme

 Jorge Enrique Villegas M.

          La llamaban Dos Eme. Fue el segundo gatito de una camada de tres. Al primero, los mellizos lo llamaron Ovejo y al tercero Pastor. Dos Eme tenía pelaje a parches, grises y blancos. Sus hermanos, negros y grises. Dos Eme era la juguetona. Cuando sus hermanos dormían, Dos Eme se divertía con las colas de ellos. Por mantenerse activa comía de primero y luego se aseaba. Le gustaba peinarse una y otra vez. Su lengua repasaba la piel hasta dejarla lustrosa. Mamá gata la observaba y dejaba que saciara su hambre con más leche cada vez que se acercaba. Luego de comer, Dos Eme ronroneaba y se iba a descubrir el mundo en el que vivía. Le gustaba esconderse para saltar sobre los hermanos que corrían asustados. Dos Eme era feliz. Cuando la oportunidad se presentaba, se metía a la caja de juguetes, buscaba las pelotitas de colores, las hacía rodar y luego iba tras ellas. Así pasaba los días. Aprendió a limarse las uñas y a usar la caja con arena para las necesidades. Si estaba sucia, maullaba una y otra vez inconforme. Cuando era atendida, agradecía con ronroneos. A los hermanitos de Dos Eme no les gustaba que los cargaran. Ella se extasiaba dejándose llevar donde fuera. Cuando los mellizos comían galletas, la invitaban y cuando llegaban a casa luego del colegio, Dos Eme aparecía , se dejaba acariciar y devolvía la atención con ronroneos.

miércoles, 2 de junio de 2021

CHANGÓ EL GRAN PUTAS: una gran novela

 



Carmen Rosa Ortiz

 



La novela de Manuel Zapata Olivella es una epopeya que cubre quinientos años de historia. Da cuenta de los dioses tutelares y la cosmovisión de la religión yoruba, incorpora proverbios, cuentos y canciones de la tradición africana. Además recorre las hazañas de los héroes negros  en las revoluciones americanas y  narra pasajes de hombres históricos de América latina.  Tiene cinco partes que se pueden considerar cinco núcleos temáticos:

Más décimas

 Luz María Gómez

 


SER HOMBRE

 De notable ser emerges.

Lo niega el texto sagrado

y aún reposa el legado.

Manar de sus hondos pliegues,

no veda ser lo que anheles.

Cultura te empoderó

y a ti y a mujer cercenó.

Autonomía y libertad,

se alcanzan en paridad.

Cegarse es craso error.