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martes, 13 de diciembre de 2022

Como polvo en el viento

 


                                                     Luz María Gómez

La novela presenta algo especial, casi todos los personajes, con excepción de unos pocos, son protagónicos. La trama empieza con las vivencias de Adela y su pareja Marcos e imaginamos que van a ser los personajes principales; pero el abanico pronto se abrirá. Una foto que le comparte Marcos a Adela de hace más de 20 años sobre su madre Clara, en compañía de sus más queridos amigos, su Clan, desencadena la conmoción para Adela y un gran interés para los lectores que no queremos soltar el texto. Texto que nos atrapará aún más por el despliegue de prosa poética que encontraremos en muchos pasajes.

Enterarnos de las vivencias del Clan, en las que están implicadas la madre de Marcos y Adela, nos seduce y aún más cuando los hechos comienzan a girar en torno a ¿una muerte, suicidio o asesinato?  y a la desaparición de uno de los personajes después del trágico hecho. La narración pronto dará un viraje a novela policíaca con una característica particular: cada uno de los personajes importantes, implicados en los hechos, expresa a lo largo de la obra, sus hipótesis sobre la causa o causas de los hechos en cuestión. Los lectores comprometidos acompañarán   a los personajes en la construcción de los razonamientos. Algunos se acercarán a sus elucubraciones; otros tomarán distancia. De esta manera Padura invita al lector a formar parte de la trama y a dialogar con cada uno de los personajes y con el autor mismo. Contaremos, además, con una visión enriquecida de los acontecimientos. Padura desarrolla de nuevo la estructura magistral, que vivimos en “El hombre que amaba los perros”.  Un hecho de gran importancia es narrado por cada uno de los personajes implicados. 

Cada personaje del Clan está bien caracterizado. El entramado se extiende porque Leonardo Padura escudriña en sus pensamientos, temores, decisiones e historias de vida. Les dedica un capítulo a varios de ellos: Irving, Clara, Elisa, Horacio, Bernardo, Darío; los relatos de sus vidas nos conducen a las vivencias significativas de Marcos, Adela, Ramsés y Bruno.  Adela y Marcos, con su encuentro y compartir de experiencias, inician y cierran la gran historia que se complejiza por el misterio de la foto compartida. El relato a manera de círculo retorna al punto de partida. La caracterización de los personajes permite analizar la obra desde la complejidad del comportamiento humano.  El personaje de Clara:  la capacidad para unir en su entorno, la relación con sus hijos, con sus parejas Darío y Bernardo; el personaje de Elisa: su rol como mujer, madre, amiga, sus relaciones de pareja, su facilidad para atraer y manipular; no se escaparon de ella, el psicoanalista Bruno, ni Horacio con su mirada científica y pragmática de los hechos. El poder que puede ejercer la mujer desde diferentes roles:  madre, pareja, amiga, en el personaje de Elisa, lo trabaja Padura con más complejidad, en la obra: “El hombre que amaba a los perros”.   

 Podemos explorar temas fuertes  que se entrecruzan en las interacciones de los personajes: la relación bastante compleja entre Adela y su madre Loreta, antes Elisa; la  homosexualidad expresada en la relación singular  que establecen Clara y Elisa y a la que  Adela  le teme en cierto momento,  sin saber la de su madre; la homosexualidad de Irwing muy condenada en la época;  la resiliencia de Darío y la personalidad de Bernardo que resultó ser para el Clan, el mejor de todos;  el abuso de poder que ejerce el padre de Elisa sobre ella y  su madre, que sin duda inciden en su personalidad; la religión como soporte para no sucumbir, expresada en Bernardo y Ramsés desde diferentes prácticas; la mirada filosófica, científica y pragmática de Horacio y   el abuso de poder de un régimen como el de Cuba y su crisis en los años 60, las persecuciones, los espías; hecho que incide en la vida de los protagonistas, desde lo económico hasta lo emocional y desencadena en gran parte la diáspora. Desde mi mirada, estos dos últimos temas, atraviesan los dramas con sus incógnitas y misterios.

Me detendré en la postura de Horacio frente a la realidad.  La cita que introduce el capítulo quinto dedicado a la historia de vida de Horacio, “Quintus Horatius” anticipa su mirada frente a los hechos, cercana a la física y a la ciencia: Para cada acción, hay una reacción, igual y de signo opuesto. Tercera ley de Newton” Percibo que el autor, detrás de la figura del narrador en tercera persona, la comparte. Leonardo Padura inicia el primer capítulo “Adela, Marcos y la ternura” con una frase relativa al azar. Con ella crea el ambiente que marcará dos hechos trascendentales:  el encuentro de Adela y Marcos y la forma como fue concebida Adela.  leemos la siguiente cita del escritor Paul Auster: “… nada era real, excepto el azar. Paul Auster, La trilogía de Nueva York”. Al leer el capítulo comprobamos que el encuentro de la pareja estuvo determinado por el azar.

Detallemos las reflexiones de Horacio sobre la posible concepción de Adela en la que él está implicado por su relación con Elisa. Lo hace desde la física y la poesía. La anteceden frases cargadas de erotismo, recurrentes en la obra.   “¿Una última predestinada gota de semen podía haber caído en el sitio preciso y cumpliendo con la ley inexorable de la gravedad, justamente universal, haberse deslizado por un plano inclinado hacia el imán del centro de la existencia y luego, a merced de la gravedad y del braceo de unas células persistentes, avanzado lo necesario hasta propiciar el enorme milagro del encuentro furtivo con un óvulo dispuesto, maduro, voraz? ¿Un milagro? ¿Un regalo de Dios?  Página 342 a 345 TusQuets Editores. Maravilla el lenguaje poético usado. Un extraordinario logro de Padura:   combinación de lenguaje poético y científico en su narrativa.  Lo suyo es la prosa poética.  Lo genial es el entramado que logra entre los dos lenguajes.

 Cuando Horacio dialoga con Irving sobre las razones por las cuales descarta el suicidio de Walter, le expone con rigurosidad desde la física, la forma como se dio la caída, sugiriendo que fue empujado por alguien. Veamos la cita al final del último capítulo “La victoria final” página 632.

“Óyeme, empujado o no… ¿Sabes qué tiempo estuvo Walter en el aire antes de reventarse en el suelo?

- ¿Cómo voy a saberlo, Horacio? ¿A qué viene eso ahora?

-Pues yo saqué la cuenta. Fui al edificio y lo medí, aproximadamente …cuarenta metros. Y Walter estaba flaco , pesaría unos sesenta kilos , ciento treinta libras…Oye bien: si no lo empujaron y saltó, la velocidad inicial vamos a decir que es cero y de paso despreciamos la fricción del aire…Para saber lo demás se necesitan utilizar ecuaciones cuadráticas…No me mires con esa cara, es fácil- aseguró Horacio, tomó el cuchillo como un lápiz y comenzó a realizar trazos sobre el mantel que solo él descifraba y concluyó- : si el edificio tenía cuarenta metros y la gravedad es de…- Hizo unos nuevos trazos y miró a Irving-: La cuenta me da veintiocho metros por segundo, o sea, cayó a cien kilómetros por hora…

Irving que había olvidado todas las ecuaciones de las clases de física, se pasó la mano por la cara.

-          Una bala- susurró.

-          Menos de tres segundos…Y lo que siempre me he preguntado es que, con independencia de si lo empujaron o se tiró, Walter estuvo esos casi tres segundos viendo cómo se acercaba a la muerte a una velocidad de cien kilómetros por hora. Sí, como una bala.”

Para las explicaciones científicas, Leonardo Padura buscó asesoría.  Lo leemos en “Notas y Gratitudes”: “Importantes fueron las lecturas de mis amigos …igual las del doctor en Física Mario Fidel García, el Ruso.”

Importante abordar también, el título de la novela “Como polvo en el viento” que alude a una hermosa canción del grupo norteamericano de rock, Kansas: “Dust in the wind”. En varios momentos de la obra se alude a la canción:  cuando los miembros del Clan analizan cómo cada uno se fue alejando del grupo y del país y al final en el último capítulo de la novela “La victoria final” la introducción alude a la canción: “La misma vieja canción es una gota de agua en un mar sin fin. Todo lo que hacemos se desmorona al suelo, aunque nos neguemos a ver. Polvo en el viento, todo lo que somos es polvo en el viento. Kansas 1977” y el capítulo cierra con unas palabras de Clara, referentes a la melodía, en las que expresa su dolor, después de depositar las cenizas de Bernardo en el lugar elegido por él. Veamos la cita: Una parte de Bernardo sería absorbida por la tierra de la isla y se fundiría para siempre con ella; y otra, como los ríos de la vida, iría a dar en el mar y recorrería el mundo. Hasta la victoria final. – Dust in the wind-dijo. All we are dust in the wind…”

Para cerrar, me referiré a lo planteado por Leonardo Padura en “Notas y Gratitudes”, sobre el manejo de la ficción y la realidad. Ideas similares planteadas por Juan Gabriel Vásquez en “Las notas del autor” en sus novelas “La forma de las ruinas” y “Volver la vista atrás”.  Leamos parte de las ideas: “Como polvo en el viento es una novela y debe leerse como tal. Los acontecimientos históricos a que se hace referencia en el libro ocurrieron en la realidad, pero su presencia en la novela está asumida desde la perspectiva de la ficción. Muchas de las coyunturas sociales recogidas también han sido tomadas de la realidad y de la experiencia personal y generacional, aunque su tratamiento fue mediatizado por los intereses dramáticos de una ficción…La obra de la imaginación apenas ha sido convocar todos esos elementos históricos, humanos y físicos de una época y diversos espacios, para darles forma de novela. Como escritor, me alimento de la realidad, pero no soy responsable de ella más allá de mis avatares individuales…”

Llama la atención que Juan Gabriel Vásquez y Leonardo Padura, sientan la necesidad de expresar el manejo de la frontera: ficción – realidad. Sus novelas parten de momentos históricos de trascendencia y muchos lectores tienden a ver sus novelas como crónicas.  Juan Gabriel nos expone con gran manejo didáctico, cómo alcanza la ficción.  La discusión la hemos abordado y continuará enriqueciéndose.

Luz María Gómez Ospina

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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