Luz María Gómez
La novela presenta algo especial, casi todos los personajes, con excepción de unos pocos, son protagónicos. La trama empieza con las vivencias de Adela y su pareja Marcos e imaginamos que van a ser los personajes principales; pero el abanico pronto se abrirá. Una foto que le comparte Marcos a Adela de hace más de 20 años sobre su madre Clara, en compañía de sus más queridos amigos, su Clan, desencadena la conmoción para Adela y un gran interés para los lectores que no queremos soltar el texto. Texto que nos atrapará aún más por el despliegue de prosa poética que encontraremos en muchos pasajes.
Enterarnos de las vivencias del Clan,
en las que están implicadas la madre de Marcos y Adela, nos seduce y aún más
cuando los hechos comienzan a girar en torno a ¿una muerte, suicidio o
asesinato? y a la desaparición de uno de
los personajes después del trágico hecho. La narración pronto dará un viraje a novela
policíaca con una característica particular: cada uno de los personajes
importantes, implicados en los hechos, expresa a lo largo de la obra, sus
hipótesis sobre la causa o causas de los hechos en cuestión. Los lectores comprometidos
acompañarán a los personajes en la
construcción de los razonamientos. Algunos se acercarán a sus elucubraciones;
otros tomarán distancia. De esta manera Padura invita al lector a formar parte
de la trama y a dialogar con cada uno de los personajes y con el autor mismo. Contaremos,
además, con una visión enriquecida de los acontecimientos. Padura desarrolla de
nuevo la estructura magistral, que vivimos en “El hombre que amaba los
perros”. Un hecho de gran importancia es
narrado por cada uno de los personajes implicados.
Cada personaje del Clan está bien
caracterizado. El entramado se extiende porque Leonardo Padura escudriña en sus
pensamientos, temores, decisiones e historias de vida. Les dedica un capítulo a
varios de ellos: Irving, Clara, Elisa, Horacio, Bernardo, Darío; los
relatos de sus vidas nos conducen a las vivencias significativas de Marcos,
Adela, Ramsés y Bruno. Adela y
Marcos, con su encuentro y compartir de experiencias, inician y cierran la
gran historia que se complejiza por el misterio de la foto compartida. El
relato a manera de círculo retorna al punto de partida.
La caracterización de los personajes permite analizar la obra desde la
complejidad del comportamiento humano.
El personaje de Clara: la capacidad
para unir en su entorno, la relación con sus hijos, con sus parejas Darío y Bernardo;
el personaje de Elisa: su rol como mujer, madre, amiga, sus relaciones de
pareja, su facilidad para atraer y manipular; no se escaparon de ella, el
psicoanalista Bruno, ni Horacio con su mirada científica y pragmática de los
hechos. El poder que puede ejercer la mujer desde diferentes roles: madre, pareja, amiga, en el personaje de Elisa,
lo trabaja Padura con más complejidad, en la obra: “El hombre que amaba a los
perros”.
Podemos explorar temas fuertes que se entrecruzan en las interacciones de los
personajes: la relación bastante compleja entre Adela y su madre Loreta, antes
Elisa; la homosexualidad expresada en la
relación singular que establecen Clara y
Elisa y a la que Adela le teme en cierto momento, sin saber la de su madre; la homosexualidad de
Irwing muy condenada en la época; la resiliencia
de Darío y la personalidad de Bernardo que resultó ser para el Clan, el
mejor de todos; el abuso de poder que
ejerce el padre de Elisa sobre ella y su
madre, que sin duda inciden en su personalidad; la religión como soporte para
no sucumbir, expresada en Bernardo y Ramsés desde diferentes prácticas; la
mirada filosófica, científica y pragmática de Horacio y el
abuso de poder de un régimen como el de Cuba y su crisis en los
años 60, las persecuciones, los espías; hecho que incide en la
vida de los protagonistas, desde lo económico hasta lo emocional y desencadena
en gran parte la diáspora. Desde mi mirada, estos dos últimos temas, atraviesan
los dramas con sus incógnitas y misterios.
Me detendré en la postura de
Horacio frente a la realidad. La cita
que introduce el capítulo quinto dedicado a la historia de vida de Horacio, “Quintus
Horatius” anticipa su mirada frente a los hechos, cercana a la física y a
la ciencia: “Para cada acción, hay una reacción, igual y de signo
opuesto. Tercera ley de Newton” Percibo que el autor, detrás de la figura
del narrador en tercera persona, la comparte. Leonardo Padura inicia el primer capítulo
“Adela, Marcos y la ternura” con una frase relativa al azar. Con
ella crea el ambiente que marcará dos hechos trascendentales: el encuentro de Adela y Marcos y la forma como
fue concebida Adela. leemos la siguiente
cita del escritor Paul Auster: “… nada era real, excepto el azar. Paul
Auster, La trilogía de Nueva York”. Al leer el capítulo comprobamos que el encuentro
de la pareja estuvo determinado por el azar.
Detallemos las reflexiones de Horacio
sobre la posible concepción de Adela en la que él está implicado por su
relación con Elisa. Lo hace desde la física y la poesía. La anteceden
frases cargadas de erotismo, recurrentes en la obra. “¿Una última predestinada gota de semen
podía haber caído en el sitio preciso y cumpliendo con la ley inexorable
de la gravedad, justamente universal, haberse deslizado por un plano inclinado
hacia el imán del centro de la existencia y luego, a merced de la gravedad y
del braceo de unas células persistentes, avanzado lo necesario hasta propiciar
el enorme milagro del encuentro furtivo con un óvulo dispuesto, maduro, voraz?
¿Un milagro? ¿Un regalo de Dios? Página
342 a 345 TusQuets Editores. Maravilla el lenguaje poético usado. Un
extraordinario logro de Padura: combinación de lenguaje poético y científico
en su narrativa. Lo suyo es la
prosa poética. Lo genial es el entramado
que logra entre los dos lenguajes.
Cuando Horacio dialoga con Irving sobre
las razones por las cuales descarta el suicidio de Walter, le expone con rigurosidad
desde la física, la forma como se dio la caída, sugiriendo que fue empujado por
alguien. Veamos la cita al final del último capítulo “La victoria final”
página 632.
“Óyeme, empujado o no… ¿Sabes
qué tiempo estuvo Walter en el aire antes de reventarse en el suelo?
- ¿Cómo voy a saberlo,
Horacio? ¿A qué viene eso ahora?
-Pues yo saqué la cuenta. Fui
al edificio y lo medí, aproximadamente …cuarenta metros. Y Walter estaba flaco
, pesaría unos sesenta kilos , ciento treinta libras…Oye bien: si no lo
empujaron y saltó, la velocidad inicial vamos a decir que es cero y de paso
despreciamos la fricción del aire…Para saber lo demás se necesitan utilizar
ecuaciones cuadráticas…No me mires con esa cara, es fácil- aseguró Horacio, tomó
el cuchillo como un lápiz y comenzó a realizar trazos sobre el mantel que solo
él descifraba y concluyó- : si el edificio tenía cuarenta metros y la gravedad
es de…- Hizo unos nuevos trazos y miró a Irving-: La cuenta me da veintiocho
metros por segundo, o sea, cayó a cien kilómetros por hora…
Irving que había olvidado
todas las ecuaciones de las clases de física, se pasó la mano por la cara.
-
Una bala- susurró.
-
Menos de tres segundos…Y lo que siempre me he
preguntado es que, con independencia de si lo empujaron o se tiró, Walter
estuvo esos casi tres segundos viendo cómo se acercaba a la muerte a una
velocidad de cien kilómetros por hora. Sí, como una bala.”
Para las explicaciones
científicas, Leonardo Padura buscó asesoría. Lo leemos en “Notas y Gratitudes”: “Importantes
fueron las lecturas de mis amigos …igual las del doctor en Física Mario Fidel
García, el Ruso.”
Importante abordar también, el
título de la novela “Como polvo en el viento” que alude a una hermosa
canción del grupo norteamericano de rock, Kansas: “Dust in the wind”. En varios
momentos de la obra se alude a la canción: cuando los miembros del Clan analizan cómo
cada uno se fue alejando del grupo y del país y al final en el último capítulo
de la novela “La victoria final” la introducción alude a la canción: “La
misma vieja canción es una gota de agua en un mar sin fin. Todo lo que hacemos
se desmorona al suelo, aunque nos neguemos a ver. Polvo en el viento, todo lo
que somos es polvo en el viento. Kansas 1977” y el capítulo cierra
con unas palabras de Clara, referentes a la melodía, en las que expresa su
dolor, después de depositar las cenizas de Bernardo en el lugar elegido por él.
Veamos la cita: “Una parte de Bernardo sería absorbida por la
tierra de la isla y se fundiría para siempre con ella; y otra, como los
ríos de la vida, iría a dar en el mar y recorrería el mundo. Hasta la victoria final. – Dust in
the wind-dijo. All we are dust in the wind…”
Para cerrar, me referiré a lo
planteado por Leonardo Padura en “Notas y Gratitudes”, sobre el manejo
de la ficción y la realidad. Ideas similares planteadas por Juan Gabriel
Vásquez en “Las notas del autor” en sus novelas “La forma de
las ruinas” y “Volver la vista atrás”. Leamos parte de las ideas: “Como polvo en
el viento es una novela y debe leerse como tal. Los acontecimientos históricos
a que se hace referencia en el libro ocurrieron en la realidad, pero su
presencia en la novela está asumida desde la perspectiva de la ficción. Muchas
de las coyunturas sociales recogidas también han sido tomadas de la realidad y
de la experiencia personal y generacional, aunque su tratamiento fue
mediatizado por los intereses dramáticos de una ficción…La obra de la
imaginación apenas ha sido convocar todos esos elementos históricos, humanos y
físicos de una época y diversos espacios, para darles forma de novela. Como
escritor, me alimento de la realidad, pero no soy responsable de ella más allá de
mis avatares individuales…”
Llama la atención que Juan
Gabriel Vásquez y Leonardo Padura, sientan la necesidad de expresar el manejo
de la frontera: ficción – realidad. Sus novelas parten de momentos históricos
de trascendencia y muchos lectores tienden a ver sus novelas como crónicas. Juan Gabriel nos expone con gran manejo
didáctico, cómo alcanza la ficción. La
discusión la hemos abordado y continuará enriqueciéndose.
Luz María Gómez Ospina
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