Jesús Rico Velasco
Los libros sapienciales y poéticos en la Sagrada Biblia contienen, uno en
particular, titulado la
“historia de Job revisitada”. La mayoría de los cristianos conocen la
existencia de este hombre. Aparece en el
Antiguo Testamento, nacido en algún lugar de Palestina. No es israelita y figura
en la historia en representación
de la humanidad. La anécdota está basada en hechos reales que ocurrieron en el siglo IV antes de Cristo. La narración tiene seis personajes, Job como figura central. Ocurre en Palestina
en un vecindario semi rural de la región de Huss.
Job en su casa donde
vive con su familia se enfrenta a un episodio de soledad, sufrimiento que lo conducen a la postración. Frente a sus
desgracias, vienen a visitarlo tres de sus amigos. Sobresaltados lo miran, sienten su angustia y su dolor. Pasan con él siete días y siete noches sin
hablar. En la escena aparece un cuarto
amigo que se suma tarde a la reunión .
El agente catalizador de las
circunstancias es Satanás. Es real y
poderoso. Hace que las cosas malas
ocurran. Es el quinto personaje en la historia. El
verdadero motor que pretende demostrarle a Dios, que Job su protegido y favorito al enfrentar
circunstancias adversas de la vida, producidas intencionalmente por Él, como cualquier ser humano, podría quebrar su voluntad y alejarse
de lo que es virtuoso, verdadero y
fiel ante Dios.
En el epílogo de esta historia interviene Dios que aparece en el seno de la tempestad. Manifiesta su poder y
grandeza que contrasta con la
ignorancia, y la insensatez de Job.
El libro escrito en prosa y en versos, de
interpretación sencilla y organizado en un
prólogo que abre el camino a la
discusión sobre la virtud y fidelidad de
Job. El texto está construido sobre tres cuerpos de discursos en que intervienen en alternancia Job y sus
amigos: Elifaz de Temán, Bidad de Súaj y Sofar de Namat. Los tres discuten
sobre el dolor y sufrimiento que acoge a
su amigo Job. Ante sus ojos, Job es el verdadero culpable de su
propia desgracia. Aparece un cuarto
amigo, Elihú que replicó contra todos
por haber culpado a Dios por los
males y amarguras de Job, cuando en
realidad es el mismo Job el culpable de
su desventura. El epílogo se reviste de
la presencia de Dios quien sin explicaciones particulares para los problemas de
Job le demuestra su ignorancia, y al
final le reconoce su inocencia.
¿Por qué le pasan cosas malas a las personas
buenas? Si se obra bien, si se mantiene
un comportamiento adecuado en relación
con los componentes de la
personalidad y los elementos definidos en la cultura de las personas, si se cumplen las normas y se responde de acuerdo con la ética y la moral, el conjunto debería dar
como resultado una función positiva del ser humano que cumple con todos los principios
de su conciencia y sirven de fundamento
a su existencia sobre la tierra.
No
debe existir sufrimiento en las
personas buenas y si ocurre sería inmerecido. No hay reciprocidad en los
comportamientos de seres díscolos,
diferentes, que atentan contra la
felicidad de otros y disfrutan de una
aparente alegría, alejados del padecimiento y por fuera del comportamiento de los
demás. No hay correlación entre el comportamiento bueno y la presencia del
sufrimiento recibido de un Dios, que en
esta historia de Job podría considerarse
como vengativo con cierto margen de
crueldad?
Satanás maneja el proceso de lo que le ocurre a Job
autorizado por Dios para tentarlo y poder determinar si es un hombre justo.
Tiene autorización para que su sufrimiento sea real y exagerado. Job
no sabe que es el poder satánico lo que le hace sentir la angustia y el tormento
físico en su postración, como si fuera una llaga humana desde los pies
hasta la cabeza.
Job era considerado como un hombre
justo, “perfecto, integro y temeroso de Dios y apartado del mal”. Un hombre rico, generoso y próspero. Con una hermosa familia. La mano de Satanás aparece en la historia
para incitar la presencia de las desgracias y desventuras que empiezan
a agravar la vida cotidiana de este hombre. Surgen las desgracias que afectan
su vida, sus riquezas y lo que le rodea. En la mitad de la vida, su
familia y sus hijos desaparecen de la faz de la tierra. Sufre como ninguno, pero no reniega y se
acomoda a la bendición de Dios para él y toda su familia, siempre argumentando:
«Dios me lo dio , Dios me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor».
Al escuchar estas palabras su mujer le
dice: «¿Todavía perseveras en tu rectitud? ! Maldice a Dios y muere ! »
«Hablas como una mujer necia. Si se acepta de Dios el bien, ¿ no se ha
de aceptar el mal?
! Perezca el día en que nací y la noche en que se dijo:
« ! Ha sido concebido un hombre ! »
Aquel día hágase tiniebla,
no se acuerde de él Dios desde lo alto,
ni resplandezca sobre él la luz.
…
¿ Por qué no me quedé muerto
desde el seno materno?
¿ Por qué no expiré al salir del vientre?
¿ Por qué me acogieron dos rodillas
y me dieron de mamar dos pechos?
…
No tengo calma, no tengo paz,
no hallo descanso; solo la turbación me invade.»
Su padecimiento era muy grande. Sentía su deseo de comunicarse con Dios para
suplicar clemencia por su desgracia que consideraba inmerecida. Sus amigos aparecen en la historia a través de
una serie de discursos tratando de aproximarse a las explicaciones y razones
que sustentan las desgracias y desventuras de Job. Elifax argumenta que la causa inicial del sufrimiento de su amigo está centrada en
la pérdida de la confianza en Dios. Le
recuerda a Job que la felicidad está en
Dios.
Es poca la ayuda que recibe de sus
amigos. No aportan mucho para aplacar
sus deseos de comunicarse con Dios y poder encontrar explicaciones verdaderas a la
presencia de su dolor en la Tierra. Prefiere
morir. Le pide a Dios que le aclare su
actuación. ¿En dónde se encuentran las
respuestas, en dónde se encuentra algún consuelo?
El discurso de Bildad está basado en
la premisa de que Dios es justo y que
quien comete el pecado de enfrentarse a Dios es Job a pesar de que en su
interior sabe muy bien que él es un hombre recto, íntegro y consecuente con los
principios establecidos por Dios. Bildad pretende señalar que hay algo de
pecado en la conciencia de Job que hace que Dios lo tenga como culpable. Job en
su pensamiento está de acuerdo en que
Dios es justo y no trata de debatirlo. En
la discusión hay un proceso de
injusticia de Bildad y sus
amigos al culpar a Job por su dolor. Dios prueba también al
inocente.
Job presenta sus argumentos:
« Si me creo justo, puede su boca condenarme;
declararme culpable, si me estimo inocente.
Mas ¿soy inocente? No lo sé;
Ya me da igual la existencia.
Pero me es todo lo mismo. Y me atrevo a decir:
Él pierde por igual al justo y al culpable.»
…
«Mis días pasan más veloces que un correo,
Se van sin ver la dicha;
Se deslizan igual que canoas de junco,
Como el águila cae sobre la presa. »
…
«Hablaré sin embargo sin temerte,
Ya que no soy asi ante mis
ojos.»
Job continua en su reconocimiento de
la justicia de Dios , pero se pregunta: ¿por
qué Dios lo hace sufrir?
«Mi alma siente asco de mi vida;
Quiero dar libre curso a mis lamentos,
Derramaré la amargura de mi alma.
Diré a Dios: ¡ No me condenes !
Hazme saber de qué me acusas.»
…
«Sabes muy bien que yo no soy culpable
y que nadie me puede salvar de tu manos.»
Los tres amigos que intervienen en el
discurso se mueven en círculos para impugnar a Job sobre
su manera de comportarse frente a Dios. Las causas de las desgracias se
encuentran en su manera de enfrentarlo. Aparece en la escena Elihú que acusa a
todos sus amigos de replicar las lamentaciones y declaraciones de Job frente a
la sabiduría y los actos de Dios. Su argumento se basa en tres tesis: “ Dios
enseña al hombre por medio del dolor. Dios no pervierte el Derecho ( las leyes).
Dios no es indiferente a las cosas humanas “.
En la confrontación, Job encuentra que
las contribuciones filosóficas de sus amigos no aportan mucho en su relación
teológica con Dios. Le pide entonces, que le explique ¿por qué tiene que sufrir todas las desgracias que se le han presentado?.
Dios es consciente de que todo lo que le pasa a Job es realmente producido por
las actuaciones de Satanás que salió a
la tierra en busca de un hombre sano, justo, virtuoso y totalmente fiel a sus
principios. Ante estas circunstancias del diálogo de Job, sus amigos y la
presencia de Satanás, Dios accede a responder a Job para manifestarle su poder
y sabiduría frente a su ignorancia e insensatez.
Dios interviene desde el “seno de la
tempestad” mostrándole a Job su sabiduría con la magnificencia del universo, sus dimensiones, los misterios
de la creación, sus límites, la
presencia de los astros y las estrellas, la existencia de las aguas y los mares y los seres humanos. Observa y piensa en la
sabiduría necesaria para la creación
y existencia de todos los fenómenos
naturales, la morada de la luz, y las
tinieblas, la existencia de las nieves,
el viento, los truenos, las
estepas verdes, las gotas del rocío. ¿Quién infundó sabiduría a las nubes?, ¿quién
dio inteligencia a los mares?. En el reino animal ¿quién sacia el hambre de las
bestias?, sus movimientos, el crecimiento de sus crías, la existencia de los
animales salvajes y domésticos útiles
para vida de las personas, que ayudan
con la fuerza, como el caballo que sirve no solo en la vida cotidiana, sino
también para la guerra, la existencia en conglomerados y
la producción de granos.
Dios muestra su poder frente a las
fuerzas del mal. Destruye la arrogancia, derriba la soberbia, aplasta a los criminales donde
estén, cierra sus rostros en la mazmorra.
Le revela a Job la existencia de la fortaleza, con un ejemplo de animal en la naturaleza: el
Hipopótamo. A “quien yo he creado como a
tí” fuerte, corpulento, a la vez ágil, poderoso y de complexión maravillosa,
“es el rey de todas las bestias feroces”.
En el epílogo Job se retracta de
sus palabras y es reestablecido. Sus amigos son perdonados por Dios por la
ausencia de solidaridad en la amistad. Al final, Satanás es a la
vez el triunfador de toda la historia
al demostrar su poder y la
importancia de su existencia en la tierra. Es el mediador de Dios para que las
cosas malas ocurran.
La conclusión de la historia puede leerse en la autobiografía de Satanás como le fue
contada a Yehuda Berg (Kabbalah Centre Internacional, inc. N.Y. junio 2016,
p.4)
Satanás comenta: « Básicamente, abandonaste el Jardín del Edén. Después de lo sucedido,
Dios quería encontrar una forma de impedir que te sintieras tan avergonzado y
pudieras ganarte tu regreso. La única forma de superar la vergüenza es
eligiendo dejar de actuar de forma egoísta y empezar a dar; en definitiva ser
más como Dios. Por eso Dios te otorgó el libre
albedrio; si no lo utilizas para hacer buenas elecciones , nunca podrás
ganarte tu regreso al Jardín de la Luz y la Plenitud infinitas.»
«Dios me encomendó la tarea de proporcionarte obstáculos para que los
vencieras; al resistirte a las tentaciones
que pongo frente a ti, podías traer
más y más Luz a este mundo, hasta que finalmente todo se convertiría en
Luz, tal como era en un principio.»
Después de esta historia, Job vivió hasta la edad de 140 años, fue un
hombre justo, fiel a Dios, lleno de virtud hasta su muerte, “una persona
buena”. Tuvo catorce hijos y tres hijas (Paloma, Casia y Cuerno de afeites). Su
hacienda fue reestablecida y “murió anciano y colmado de días”.
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