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miércoles, 24 de septiembre de 2025

La crucifixión de San Pedro: dos artistas

 Jesús Rico

                                                                         Caravaggio
                                                              Miguel Ángel

En su libro “Historia del Arte”, E.H. Gombrich explica la relación  entre el arte y los artistas. El arte  surge de la relación íntima entre el artista y el objeto de estudio, como resultado de su imaginación para plasmar  la realidad por deseo propio o acuerdo contractual, en un cuadro, una escultura, una artesanía, con el propósito  de la satisfacción personal  o el gusto de otras personas. Intervienen en el acto varios  factores: la formación artística, la capacidad de uso de  recursos y el estilo, la visualización y composición  de la obra y, por supuesto, los consumidores  que al final son determinantes para definir la relación entre el arte y el artista.

 La belleza de una obra arte es subjetiva y apreciable a través de la percepción. Los gustos y los criterios varían con tendencia a situarse en algún punto intermedio de  una percepción general. Es un acto consciente que requiere un ejercicio  de percepción adecuado.  Como lo señalo Oscar Wilde “la belleza está en los ojos de quien mira”.

 Una institución importante en la proliferación de la creación artística fue  la iglesia a partir de la necesidad de mostrar a los feligreses lo que estaba escrito en los grandes libros como la Biblia. Los artistas desde las épocas iniciales  de la cristiandad se inspiraron en las historias allí narradas. El artista, pintor, escultor o artesano con base en las escrituras, imaginaba y plasmaba  con sensibilidad  para  llegar a los fieles  y transmitirles  la emoción que sentía en su corazón, algunas veces con gran éxito y gran acogida y otras con rechazo y desaprobación.  De todas maneras, la relación arte, artista y consumidor-observador es importante para determinar  como resultado una obra sea considerada  arte. Una relación difícil de comprender, pero determinante para hacerse un lugar en la historia del arte que reúne  multitud de creaciones  cargadas de belleza  y magnificencia en todas sus formas, tamaños, expresiones y colores  para el disfrute de las  personas. 

 

 Con  una distancia en el tiempo de cinco décadas dos genios del arte tomaron como objeto de obra una misma inspiración religiosa: la crucifixión  de San Pedro. Miguel Ángel la representó en un fresco inmenso   ejecutado entre 1546 y 1550 en la pared de la capilla Paulina del Palacio Apostólico de la ciudad del Vaticano. Mide 6,25 metros de alto  y 6,62 metros de ancho. Cincuenta años después Caravaggio realizaría al óleo sobre lienzo la misma idea   en un canvas  con  unas dimensiones de 2,30 centímetros de alto por 1,75 de ancho, para la capilla Cerasi de la iglesia de Santa María del Popolo de Roma, Italia.

 

 Son muchos los acercamientos  de los artistas   en torno al uso de las imágenes que surgen del estudio   de la Sagrada Biblia desde las primeras épocas de la cristiandad  De igual manera ha ocurrido con  obras resultado del deseo de los artistas para mostrar la vida de los santos, las relaciones imaginarias del hombre con su ambiente social,  su  origen y la creación, la proliferación de dioses en las filosofías orientales, con las imágenes de Buda, o en las relaciones de Confucio, y de Mahoma por siglos. Las creaciones de los artistas se encuentran repartidas en muchos campos del conocimiento  como  las matemáticas, la física, antropología, arqueología, la arquitectura que se cristaliza en  la belleza para construir monumentos,  edificios , viviendas, y  espacios para la vida.

 

El periodo más famoso del arte italiano es el inicio del siglo XVI conocido como “el cinquecento” y uno de los más grandes de todos los tiempos. Pensar e imaginar  la existencia simultánea temporal y espacial   de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel,  Rafael ,Ticiano,   Correggio, Giorgioni, Durero entre  otros, un enjambre cultural real de  seres  magníficos que nacieron en la misma época.

 

Volviendo a  Miguel Ángel  Buonarroti y Caravaggio  nació en 1475 en Caprese y murió en Roma 1564.  Vivió  89 años para bien de la humanidad.  Arquitecto, escultor, pintor y poeta italiano renacentista. Escultor excelso de “El David” una escultura en mármol que representa la fortaleza, perfección y belleza humana frente a Goliat un gigante en la batalla.  Una obra en mármol blanco de Carrara de 5,17 metros de altura  pesa 5,572 kilogramos realizada  entre  1501-1504.  Se encuentra en las galerías de la academia en Uffizi.

 

Imposible no mencionar “El Moisés” obra monumental   ubicada en la catedral de San Pedro realizada entre 1513-1515  con más de dos metros de alto sentado representa el porte de los diez mandamientos cuando Moisés desciende del monte Sinaí. Es una  obra  en piedra mármol de carrara, su perfección  impacta al observador. Hizo exclamar al autor “ ¿ por qué no me hablas?”.

 

En la catedral de San Pedro  a la entrada  hacia la derecha se encuentra “La piedad” una excelsa escultura en mármol de 1,74 x 1,95 metros que representa a la virgen María sosteniendo a su hijo  muerto después de la crucifixión.  Indiscutible un  gran artista conocido en su tiempo como “el divino”. Es necesario resaltar también su trabajo arquitectónico  con la construcción de la cúpula de la catedral de San Pedro en donde muestra  formación en la arquitectura como ciencia de la construcción.

 

Como pintor inmarcesible dejo para los ojos de los visitantes sus extraordinarias obras  plasmadas en las paredes de la Capilla Sixtina  y en especial en los detalles del techo (1508-1512). Años atrás en las primeras visitas se podía  contemplar la obra de la Capilla con lentitud,  sentarse  para pensar en el artista  y su mundo. Con el impulso del turismo en la época actual hay que agradecer los minutos  entre una multitud apresurada que con la cabeza alzada  intenta grabar en  la memoria las imágenes para el recuerdo de “La creación de Adán”:

 

“Los artistas anteriores a Miguel Ángel ya habían pintado a Adán yaciendo en tierra y siendo llamado  a la vida por un simple toque de la mano del Dios, pero nadie había llegado a  expresar la grandeza del misterio de la creación  con tanta fuerza y tan sencillamente. No hay nada en esta pintura que distraiga la atención del tema central.  Adán esta tumbado en tierra con todo el vigor y la belleza  que corresponden al primer hombre; por el otro lado se acerca el Dios Padre, llevado y sostenido  por sus ángeles, envuelto en un manto majestuoso hinchado como una vela y sugiriendo la facilidad con que flota en el vacío. Cuando extiende su mano, no solo toca el dedo de Adán, sino que casi podemos ver  al primer hombre  despertando de un sueño profundo para contemplar a su hacedor. Uno de los mayores milagros del arte es este de como llego Miguel Ángel a hacer  del toque  de la mano divina el centro  y punto culminante de la pintura, y como nos hizo  ver la idea de omnipotencia mediante la facilidad y el poder de su ademán creador” (E.H Gombrich, p: 312).

 

Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571 Milán- 1610 porto Ercole)  vivió 39 años y murió de fiebre aguda  como refugiado temporal en los Presidios de Toscana. En su corto recorrido por la vida realizó más de doscientas obras algunas verdaderas joyas en al arte de ese grupo de genios que por algunas razones difíciles  de señalar  nacieron, crecieron y produjeron obras de arte  en ese periodo representativo del renacimiento italiano el más grande  de todos los tiempos en la historia del arte. En sus primeros años de su juventud en su ruralidad próxima de la ciudad de Milán en el norte de Italia  con mucha rebeldía se enfrentó a la vida de artista   con la intención de llegar a la cúspide que le esperaba en Roma. Obras famosas iniciales como “La cabeza de la medusa” óleo sobre lienzo de 60cm x55cm y montado sobre madera, que recuerda a  Perseo quien cortó la cabeza de la Medusa figura mitológica griega.

 

El naturalismo de Caravaggio pretende alcanzar una fiel copia de la naturaleza humana con toques de grandeza y  espiritualidad que muestra en sus pinturas. Su profundidad en la lectura bíblica la plasma  con pasión buscando algo en las figuras que va más allá de la realidad terrenal.  Se puede recordar su cuadro sobre la “Incredulidad de santo Tomás” (1602-1603)  en un óleo sobre lienzo, 1,07 x 1,46 cm que se encuentra en el Palacio Institucional  y Jardines  de Sanssouci, Potsdam. En el cuadro se ven los apóstoles como vulgares jornaleros, con rostros y frentes  arrugadas, gente común cuya imagen chocaba con la idea que tenían las gentes de los apóstoles envueltos en hermosos ropajes.

 

Retomando las obras de la “La crucifixión de San Pedro”, en el mural de  Miguel Ángel el dolor del santo se  dispersa entre las personas que aparecen en el cuadro  mientras lo preparan para ponerlo en la cruz frente a las miradas  de todos.  El paisaje montañoso cerca de la ciudad de Roma muestra una multitud que concentra sus miradas en la escena de los soldados encargados de la forzosa ejecución de colocar el santo en una  cruz invertida, él mismo lo había solicitado   por considerarse indigno de ser crucificado  como su Maestro.  Había presenciado en su juventud el martirio del calvario.  Fue testigo presencial en Jerusalén de los actos de flagelación, coronación de espinas, y crucifixión del señor. Así aparece en  la Biblia  en la segunda carta de San Pedro (2 Pedro 1: 12-18):

 

<Por más que ya la sepáis y estéis incluso afianzados en la presente verdad, nunca dejaré de recordaros estas cosas, pues considero un deber estimularos con mis exhortaciones  mientras habito en esta tienda de campaña, que pronto abandonaré, según me ha manifestado  nuestro señor Jesucristo. Pero me esforzaré para que, en todo tiempo, después de mi partida, podáis tener presentes estas cosas. Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida  de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas hábilmente imaginadas, sino como testigos oculares de su majestad. El recibió de Dios Padre el honor y la gloria cuando desde la excelsa gloria se le hizo llegar  esta voz: “Este es mi hijo querido, mi predilecto”. Esta voz bajada del cielo la oímos nosotros cuando estábamos con él en el monte santo, con lo cual nos confirmamos más aun en la palabra de los profetas. >

Pedro fue crucificado en el reinado del emperador Nerón en el año 64 d.c en el circo ubicado en la colina vaticana  y sepultado en la cercanía del sitio de su martirio. Tenía aproximadamente entre 65 a 67 años. Por circunstancias de la persecución a los cristianos desatada por Nerón  fue condenado a muerte por el Tribunal romano igual  Pablo destacado por su elocuencia, capacidad de comprensión, profundidad  y confianza en la palabra de Jesucristo, es condenado a muerte el mismo día. El apóstol Pablo es decapitado  el 29 de junio del año 67 en la vía Ostiense en Roma. Los dos representan los cimientos de la iglesia católica (Mateo 16:18).

< Para el hijo de Dios la designación de Simón (Pedro) como “Piedra” revela su papel en la fundación de la iglesia. Con este término designa Cristo la iglesia que él va a fundar, comunidad nueva e independiente del antiguo Israel… Cristo promete a Pedro el poder supremo, el primado en el nuevo reino. El podrá absolver y perdonar. Poderes que evidentemente no se limitarán a Pedro, sino que se trasmitirán  a sus sucesores, como requiere una institución que no desaparecería  con la muerte de Pedro, sino que duraría   hasta el fin de los tiempos >.

En el óleo de Caravaggio  se advierten   grandes diferencias  al compararlo  con el fresco realizado 50 años atrás  por  Miguel Ángel. Caravaggio reduce la idea de su composición  a cuatro personajes: tres secuaces  romanos encargados de cumplir la tarea de crucificar “al anciano” y Pedro, primer obispo de la ciudad. Sobre un claroscuro propio del artista  la figura  iluminada de Pedro, destaca y son evidentes los esfuerzos de los   milicianos para poder alzar la cruz con el cuerpo de Pedro, un hombre musculoso, que fue siempre activo y energético a pesar de la edad, su cuerpo deja entrever su fortaleza   y la complejidad de su crucifixión en posición de cruz invertida por las razones ya mencionadas.

 En la mirada del santo crucificado con sus manos y pies atravesados por  clavos  se observa  desconsuelo y  dolor,  pero  con la cabeza un poco alzada en un gesto de magnificencia  irradia  aceptación  sin demostrar rencor, sin rechazar el acto para que todo ocurra como está previsto.  Es posible pensar que Caravaggio se concentró más en la pasión del hombre  y le dejo poco espacio a la imaginación  de los trabajadores encargados del acto mismo de la crucifixión.  La luz que cae sobre el cuerpo  de Pedro lo ilumina con majestuosidad   da la idea de la grandeza de un Dios  que lo espera en el cielo.

Bibliografía

E.H Gombrich. La historia del arte. Phaidon Press edición en español 1997

Nuestra Sagrada Biblia. Editorial San Pablo 4ª edición 2012


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