Jesús Rico Velasco
Era un hombre de piel ennegrecida por el sol que despiadado lo acompañaba durante horas en su caminar por los cerros buscando chamizas, ramas y pequeños troncos de árboles que marcaba con su machete, dejando heridas sangrantes como marcas que lo guiaban, vendía leña para los fogones.
José era un negro jodido y un poco malhumorado, no saludaba a nadie. Iba con su machete amarrado al cinto con una cabuya. Usaba pantalones oscuros que la mugre tenía curtidos. Una camisa a cuadros sin cuello. Sus pies grandes con dedos gruesos recorrían las lomas con rutina parsimoniosa. Por la mañana al levantarse tomaba café oscuro con un pedazo de pan y se iba al monte.