Cash
El tema del tango es apasionante porque
tiene que ver no solamente con su música sino con la historia misma de la
Argentina y su poblamiento con inmigrantes europeos propiciado principalmente por
el dictador Rosas. En ese sentido pienso que el tango está emparentado con la
salsa de los inmigrantes caribeños y, ¿por qué no?, con el Jazz. Y si no, que
lo diga Piazzola.
Cada tango cuenta una historia, una tragedia, un
amor frustrado, de
allí su aire tristón, melancólico y, como decía antes, su
melodía y letra es compuesta por inmigrantes que sabían que le estaban
apostando a un futuro incierto en el que atrás quedaban patria,
familia,
paisajes, amistades, es la nostalgia misma puesta en
pentagrama.
Muchos argentinos de principios del
novecientos se movían entre dos extremos. Por un lado, la necesidad de irse, de
emigrar de una Europa empobrecida y convulsa. Por otro lado, ya inmigrantes en
otro país, unas ganas locas, también enfermizas, patológicas, de volver. Dicho
en términos técnicos, se balanceaban entre la "apodemialgia" y la
"nostomanía", palabras que en
su composición etimológica describen a cabalidad las manifestaciones síquicas y
sociales a las que me refiero. Veamos.
"Apodemialgia" se descompone así: "Apo", preposición y adverbio
griegos que se traduce como de, desde, lejos, y como prefijo denota separación.
"Demos" significa pueblo
(de hecho, el verbo "apodemó"
es irse de viaje, estar fuera, precisamente emigrar.
Finalmente, "algos"
es dolor, dolencia: neuralgia (dolor nervioso), cefalalgia (dolor de cabeza),
etc. En concreto, apodemialgia es: Afección contraria a la nostalgia, que impulsa
a abandonar el propio país.
"Nostomanía", en el polo opuesto, es simple
y llanamente, "nostalgia morbosa". Viene de "nostos", que significa vuelta a la
patria, regreso, y "manía",
locura, extravagancia, idea fija. Si a "nostos" le añadimos la palabra "algos", resulta la otra realidad que se enredaba entre
guitarras y bandoneones: nostalgia, que se define como el dolor del
regreso, la tristeza del que desea volver a su patria, a su familia, a su casa.
Se cuenta que Ulises "deseaba ver elevarse el humo de
las chimeneas de su patria y anhelaba morir". Ahí está definida la
nostalgia, la añoranza, la saudade, la morriña. Quienes hemos vivido en el
extranjero la hemos sentido.
La cura del desarraigo es el retorno. Y añoranza
(que viene del catalán "enyorar" y éste del latín
"ignorare", no tener noticias de alguien o de algo) es recordar con
pena la ausencia de una persona o de una cosa querida.
Cuando Olga viajaba a Alemania o a
Estados Unidos, yo siempre le
dedicaba Qué falta que me hacés, hoy lo he
escuchado y llorado.
Les quiero compartir una anécdota que quizás algunos de
ustedes me han escuchado referir: en enero de 1989 Carvajal me envió a
hacer un trabajo a Brasil, estando en Salvador Bahía, ciudad hermosa al nordeste del país, fuimos con Benedito, el gerente zonal y
otras dos personas a comer en un elegante restaurante. Cuando llegamos estaba
tocando un conjunto argentino.
Al terminar la tanda fui al baño con la intención de volver a pedirles que
tocaran ese tango. Estaba yo allí cuando entró el cantor y le dije que en
Colombia amábamos el tango y que le quería pedir que en la siguiente cantara
uno para dedicarlo en la distancia a mi esposa. Me contestó que no era posible
complacerme porque ya habían terminado la presentación y ellos se iban a
cumplir un compromiso en otro lugar y agregó:
_"¿Cuál tango querías dedicarle a
tu esposa?"
Le dije:
_Qué
falta que me hacés.
Para
sorpresa mía, el tipo arrancó a cantar a capella en el baño únicamente para mí.
Todavía me
pellizco y me parece mentira.
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