Luz María Gómez Ospina
Tú, Coronavirus, elegantemente llamado Covid 19, ser minúsculo y todopoderoso que transformaste
con un inicial y ligero movimiento de tu
cetro, nuestras vidas en todo el globo terráqueo, deseo expresarte lo positivo que
has traído, así como el caos e incertidumbre en que nos tienes. Familias que
poco compartían el diario vivir por el compromiso y acelere con sus trabajos,
se vieron obligadas a sobrellevar su existencia de un instante a otro, en
imprecisas franjas de tiempo, un espacio común; ¡Qué gran reto para la convivencia!
Algunos afortunados, sienten afianzar lazos; otros, en la superficie de lo cotidiano, dejan ver
desavenencias dormidas, que hacen de la inminente cooperación, un verdadero infierno.
En otro ángulo están los que comparten su espacio con ellos mismos. El desafío
es complejo. La mano amiga del arte podrá llegar al rescate.
A medida que afianzas el poder de tu corona, empiezas
a transformar la relación entre gobernantes y gobernados. Hemos observado a
muchos mandatarios comprometidos con apoyos en salud y ayudas económicas, que aún no son suficientes; ante la salida abrupta de la miseria en masa, no les quedó otro camino que intervenir. Todos
sabíamos que estaba allí, pero rehusábamos verla. Una porción ha sobrevivido
con valentía, en la informalidad del trabajo. Nos forzaste a verlos y sentirlos
con toda su tragedia y en buena hora, los auxilios se despertaron. Oh coronavirus, necesitábamos
pinchazos de tu corona invisible para
que con un movimiento mágico de tu bastón, plasmaras los diferentes rostros de
la miseria humana.
En un comienzo del confinamiento, el medio ambiente se
mostró apacible. Palpamos un aire más diáfano y liviano. Algunos animales, menos temerosos de los
humanos, salieron de sus hábitats. Las aguas de los ríos, lagos y mares
ostentaron una nueva pureza. Las calles y avenidas se sintieron libres del
ruido ensordecedor de vehículos y de humanos a montón. Desafortunadamente el beneficio
ecológico duró poco por la apertura reciente de algunas empresas y no es que me
oponga a ello; pero oh vicho, al inmovilizarnos, indudablemente, la naturaleza
respiró serena y desprevenida y quedaron en evidencia, nuestros abusos con el
entorno.
Los
científicos, poco valorados en el pasado, empezaron a ser escuchados. Lo mejor,
han empezado a opacar con sus intervenciones, a los políticos. El personal de
la salud, tan necesario y valioso, ha vivido situaciones contradictorias: por
una parte, recibe numerosos aplausos y por la otra, de forma paradójica, es
amenazado y agredido por una porción
social, emocionalmente enferma que con urgencia los
necesita; la mayor ganancia sin duda, es
que quedaron al descubierto los injustos
contratos laborales y la pocas medidas de bioseguridad, tan necesarias para
ellos y para nosotros los posibles pacientes.
Te diré monstruoso ser, lo que se nos viene: una gran
crisis económica a nivel mundial por el cierre prolongado de pequeñas, medianas
y grandes empresas. ¿Cómo nos
recuperaremos? Los expertos aún no lo saben. En cuanto a las relaciones personales, sin
duda, ya no seremos los mismos; seguiremos muy recelosos ante el contacto físico.
Continuaremos temerosos de salir de nuestras casas y si lo hacemos, tomaremos
prudente distancia no sólo de las personas, si no de los objetos y superficies;
pero otra ganancia llegó: la crisis sanitaria global nos hizo sentir iguales
ante la fragilidad de la vida y la certeza de la muerte y ante la evidente
sensación, seremos más solidarios, previsivos y prudentes.
La fraternidad
tendrá que consolidarse porque nuevos virus nos seguirán acechando y tú Covid
19, cambiarás infinidad de veces tu rostro. Los sistemas de salud tendrán que
robustecerse. Emergió su poca cobertura. Los dignatarios estimarán la necesidad
de invertir más en salud y en bienestar social que en la guerra y si no lo
hacen, la multitud enardecida continuará sus protestas porque tú Coronavirus,
lograste con tu presencia, visualizar la complejidad humana con todas sus
fortalezas y sus miserias. Nuestro país
ha tenido que ser resiliente porque vivir en aprietos ha sido nuestro sello. La
vivencia de la emergencia actual, nos dará nuevos bríos; pero no podremos estar
ajenos a la amenaza que sigue aún de la violencia unida al narcotráfico; seres
ocultos como tú, no dejarán de engrosar ejércitos. Ejércitos temibles, que no llevan tu corona
ni tu cetro; pero sí otras armas con rostros humanos.
Muy bueno, felicitacines Luz Maria
ResponderEliminarFelicitaciones Luz María. Como te dije buen escrito
ResponderEliminarCompañeros de la Palabra, muchas gracias por sus comentarios. Luz María.
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