Clemencia Gómez
“Solo si uno es capaz de imaginar lo que ha
ocurrido, de repetirlo en la imaginación, verá las historias, y sólo si tiene
la paciencia de llevarlas largo tiempo dentro de sí, y de contárselas y
recontárselas una y otra vez, será capaz de contarlas bien”. Cita que recordó
Javier Marías, de su admirada Isak Dinesen. (Seudónimo utilizado por la
escritora danesa Karen Blixen, para desarrollar su carrera literaria. Natural
de Dinamarca, Blixen (1885-1962) estudió Arte y, tras casarse, emigró a África
para regentar una plantación de café).
Javier Marías, nació y murió en Madrid (20 de
septiembre de 1951-11 de septiembre 2022). Escritor, filósofo, traductor, y
editor. Miembro de la Real Academia Española desde 2008, hasta su fallecimiento
en 2022, donde ocupó la silla R.
En la literatura actual, se habla de un estilo
“Marías”, debido a que el escritor español, supo integrar en sus narraciones,
el relato sentimental, la novela policíaca y de espionaje, la intriga
irónicamente humorística, la fábula metafórica y la ficción simbólica.
Las novelas de Javier, están habitadas por personajes
complejos, que se enfrentan a situaciones inciertas, lo que le permite explorar
con sutileza, nuevas formas de contar los sucesos.
Un homenaje realizado en Madrid, con motivo de
su fallecimiento, escuché expresiones de los amigos cercanos, que me llamaron
la atención, menciono algunas: faro en la costa, inflamable por voluntad y
destino, le dio cuerda al idioma, la escritura fantástica fue una de sus
favoritas, y, se retrató a sí mismo como un personaje de ficción.
El título de la novela escrita por Javier Marías, “Mañana en la batalla piensa en mí”, está inspirado en un personaje shakesperiano, sanguinario, malvado y sediento de poder, el monarca Ricardo III, hombre feo, jorobado y de brazo marchito, las deformaciones físicas, fueron consideradas un mal en su alma. La propia madre, duquesa de York, lo maldijo. El afán de dominación y la avaricia, lo llevó a asesinar dos jóvenes inocentes, a su propio hermano y a la esposa. En las visiones nocturnas, los fantasmas de las victimas del monarca, se le aparecen para repetir el verso que utilizó Marías en el título de la novela que vio la luz en el año 1994.
Me adentré en el campo de batalla propuesto por el español,
desde la trinchera, sentí la añoranza, la relación entre fantasía y realidad,
lo que desaparece, o talvez ni siquiera aparece, porque ha llegado a contarse,
lo que fue y sigue siendo porque no puede ser olvidad ya que aún es. Un campo
complejo en el que no hay vencedores ni vencidos, todo
escondido bajo un velo negro, donde un secreto siempre esconde otro, aún más
profundo. Cada personaje atrapado en sus divagaciones mentales, y dentro de un
entorno, confuso, oscuro, distante y agitado.
1.
Combate entre la muerte y la añoranza
“No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás existió”. Joaquín Sabina (Cantautor español). La añoranza revolotea sobre la mente de Víctor Francés, un hombre al que la repentina muerte de Marta Téllez, le arrebata la posibilidad de ser su amante. A partir del momento, el recuerdo y la ausencia, se convierten en presencia permanente que habita los días.
Con el brasier en la mano, símbolo de un trofeo no logrado,
reflexiona sobre aquel cuerpo que hasta hace pocos minutos era objeto de
excitación y deseo, ahora se ha convertido en un desecho al que hay que
incinerar.
Me sorprendió el repentino desenlace que truncó aquel
encuentro furtivo, impregnado de encanto, sigilo y seducción y a la vez
permitió que la occisa, recibiera de un hombre desconocido, compañía y afecto,
en el momento final de su vida.
Recordé la canción interpretada por Joan Manuel Serrat ¿Quién
será ese buen amigo
que morirá conmigo, aunque sea un tanto así? ¿Quién pondrá fin a mi
diario, al caer la última hoja en mi calendario? Pensé en el pequeño e indefenso Eugenio, hijo de la difunta,
quien descansa en su habitación bajo la custodia de aviones de juguete,
colgados en el techo, que no cesan de amenazar con guerra. Agazapada entre la cubierta del libro, aturdida y
desconcertada sentí la presencia de fuerzas sombrías, que parecían apuntar
hacia mi cabeza. Desde aquella trinchera, escuché el llanto estridente de
quien busca consuelo a su abatimiento, labios que se muerden tapando la
impudicia y la desvergüenza. “La hermana ha muerto mientras el esposo estaba
ausente”. Tal vez sus oídos se encontraban ocupados en percibir los propios
estruendos.
2. Los fantasmas rondan la obra de Marías
“El
fantasma es una representación de un pasado, bajo algo que yacía en la tierra y
que ahora se ha vuelto transparente, y en muchos casos olvidado. (Javier Marías
en el prólogo de su libro Vida del Fantasma (1995).
Víctor
Francés, es más que un escritor fantasma. Utiliza las palabras para que otros
sean escuchados, sin que su nombre aparezca. El aspecto físico del personaje,
no está definido, y suplanta al amigo Ruibérriz de Torres, como estrategia para
acercarse a la familia de Marta Téllez, la difunta que murió a su lado. Francés expresa: “Y, aunque no
haya nada, algo nos mueve, no es posible estar quietos, no en nuestro sitio,
como si de nuestra propia respiración emanasen rencores, y deseos vacuos”,
tormentos que nos podríamos haber ahorrado”.
Víctor
deja traslucir una mente acechada por fuerzas ocultas que lo impulsan a moverse
de un lado para otro, la figura del fantasma aparece y desaparece como “alma
solitaria”, un ser encarcelado en sus dramas, en sus obsesiones, atrapado en un
destino marcado por la incertidumbre, tratando de buscar la salida.
Acudí
a una investigación realizada por Román Ricardo J, de la Revista de Arte y
Humanidades de la Universidad Católica de Venezuela , sobre Javier Marías
titulada “Cuando el fantasma hace
literatura “, cita una frase del propio
escritor: «Cada vez me voy sintiendo más
cercano a una de las figuras literarias predilectas, el fantasma: alguien a
quien ya no le pasan de verdad las cosas, pero que se sigue preocupando por lo
que ocurre allí donde solían pasarle y que –aun no estando del todo– trata de
intervenir a favor o en contra de quienes quiere o desprecia”.
El investigador escudriña sobre los personajes de Marías, seres
que parecen ratones encarcelados, en sus dramas, en sus obsesiones, tratando de
buscar la salida, a través de laberintos. Cada personaje tiene algo de
fantasma, la mezcla de personajes y situaciones estimulan la ronda.
Al
final del estudio realizado por la revista venezolana, el investigador Ricardo
concluye, como este fantasma mira y murmura, ve fantasmas, fuma, se enfada o
espanta, se disfraza, viaja y vuelve, hace crítica, recuerda, se retira, todo
desde la concepción de sus textos, de su prosa, de su memoria y su lucidez.
Al
concluir la lectura de la novela con los ojos cerrado, visualicé la figura de los
personajes fantasmagóricos creados y dirigido, por el escritor, narrador,
personaje y titiritero mayor Javier Marías. Todos llevan lanzas, y esperan la
orden del acróbata y volantín, para arrojarlas sobre los lectores.
Desde
el cielo de los escritores y poetas, el español seguirá escudriñando la mente
humana, para continuar la tarea póstuma, darles luz a los fantasmas, porque es
su alimento. Hasta siempre Marías.
La
poeta Emily Dickinson, quien debe habitar también aquel espacio, ya había
explorado el tema de los embrujos. Cito una estrofa de su poema “los espacios
habitados”, como homenaje al escritor español.
No hay que ser una alcoba para estar embrujada
no hay que ser una casa.
Los pasadizos del cerebro exceden el lugar material.
Clemencia. Que ejercicio maravilloso haces al comentar un autor, sumergiéndote en su contexto y, como lo dices, poniendo a volar la imaginación. Cuanta riqueza extraes del autor en su complejidad. Te agradezco que hayas compartido tan bello texto, logrado con dedicación, pero también con el disfrute del lenguaje y la escritura. Un gran abrazo.
ResponderEliminar