Yolanda Delgado
"Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda". Así empieza "Mañana en la batalla piensa en mi", una de las obras más relevantes - según sus críticos - de Javier Marías. Es una novela bien estructurada y maravillosamente narrada que nos lleva por diferentes escenarios, contándonos en la voz de Víctor Francés (narrador-protagonista) la situación que vivió en su primera cita en el apartamento con Martha Téllez.
Poco a poco mientras van encontrándose, ella entra en un trance de muerte, tiene algo en su nuca que
podría ser barro o sangre. Nunca se definió pero me pregunto:
¿barró ? ¿a la hora de una cita para tener relaciones íntimas?
¿sangre? Tendría que haberse sabido pero es un asunto
tan difuso que no encontramos en toda la trama un hilo que nos de
respuestas.
Demasiadas hojas perdidas con Celia y Victoria, o Victoria y Celia, la prostituta que le recuerda a su ex-esposa, de la que se separó hace cuatro meses y parece no reconocer, No sabe si es ella o no. A mi juicio la historia no cala con la tragedia que está viviendo, la muerte de Martha. Pero más allá, está lo absurdo de la situación. Páginas y páginas sin sentido para narrar las apuestas y las carreras en el hipódromo.
Finalmente quedé muy
desilusionada de la obra cuando refiere el episodio de la amante de Víctor, muerta en Londres, no solamente porque no encaja, sino porque es excesiva.
La obra cierra con diecinueve páginas de Eva, la amante de Dean, esposo de Martha, una mujer "que haría cualquier cosa por mi " , dice Dean. En tanto él se porta como un miserable: " Yo no la había matado en sentido estricto, había sido el taxi pero lo había buscado y querido un minuto antes". Termino la obra muy desilusionada y con tantas preguntas que el libró no me responde, incluida la final: ¿Porqué el padre de Martha no exigió una investigación sobre su muerte?
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