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martes, 26 de junio de 2018

La necesidad de idolatrar


“La poesía es mi religión”
 Alejandro Gaviria, Ministro de Salud actual


                                                    Luz María Gómez

       La reciente visita que realizó el papa Francisco a nuestro país, movilizó en mí un tema que siempre me ha acompañado: la necesidad de creer en un ser superior. Fueron conmovedoras las imágenes de las multitudes que siguieron al papa. Buscaron su cercanía para  tocarlo y a la vez para ser tocados y bendecidos por él; buscaron su cercanía para sentir así una luz de esperanza que cambie sus vidas y la del país. El papa, ser especial, que representa a Dios en la tierra, paralizó al país por cinco días.  Admito que es especial por la capacidad de llegar a todos los estratos, creyentes y no creyentes y ante todo por la valentía con que ha venido rompiendo esquemas de poder dentro de la Iglesia; aunque similar conmoción hubiera generado   un papa tradicional.

Desde tiempos remotos la humanidad sintió la necesidad de comprender su entorno. El ser primitivo, desarrolló toda su imaginación y creatividad para encontrar las explicaciones de los fenómenos naturales. Fue así cómo surgieron hermosos relatos, llamados mitos. Sus protagonistas son dioses, no sólo la luna, el sol, el viento, el mar; también seres poderosos que tenían el control sobre la vida, inspiradores de adoración, pero también de temor;  muy cercanos a los mitos, surgieron las leyendas. Ellas han reforzado las creencias en seres superiores. Han mostrado los grandes temores de la humanidad, materializados en seres sobrenaturales; han señalado como dioses o semidioses a muchos héroes de la historia.
 El ser primitivo apeló por una imperiosa necesidad de interpretar su mundo a un gran recurso: su imaginación y creatividad. Han pasado muchísimos años y podemos expresar con una gran certeza que los mitos y las leyendas aún viven y nos significan. La humanidad en sus diversas épocas y latitudes, ha seguido expresándose míticamente a un costado de la ciencia, la tecnología y en general, de las diferentes áreas del conocimiento; los mitos a pesar de fuertes procesos de aculturación, fueron el punto de partida de las diversas religiones. Hoy en día, no sólo disfrutamos de la lectura de mitos y leyendas de diferentes épocas y culturas, sino que los seguimos creando a pesar de los influjos de la modernidad. 
Hace días hablaba con una persona muy creyente y me expresaba que no sentía angustia de morir porque le significaba dejar la vida tan llena de sufrimientos para encontrar otra más sosegada al lado de Dios. Me expresaba que dicha concepción de la vida y de la muerte, le daba fortaleza y serenidad para aceptar en cualquier momento, su final y el de sus seres queridos.  El caso me sirve para ilustrar la idea a la que quiero llegar. El ser humano, necesita encontrar un ser superior para no sentirse solo, para consultarle todos los días lo que debe o no debe hacer, para sentir su apoyo en las decisiones que toma; si creemos en un ser superior, creemos en un destino y   es más fácil así, aceptar todo lo bueno o lo malo que nos pasa porque todo está escrito y definido. Tranquiliza aún más, si creemos que al morir nos vamos a encontrar con un ser superior al que le debemos todo.
¿Por qué hoy a pesar de los grandes avances   en ciencia y en tecnología, los seres humanos seguimos creando mitos y leyendas?  ¿Por qué necesitamos encontrar ídolos o dioses en los deportistas, en los cantantes, en los actores de cine, de televisión, en los políticos?  ¿Por qué es tan necesario y tan significativo que un ser como el papa venga a Colombia y nos bendiga y nos dé luces de esperanza?   ¿Por qué la necesidad  de creer en un ser todo poderoso, en un ser que se adueña de nuestra vida y de nuestro destino, un ser al que lo responsabilizamos de todo lo bueno y lo malo que nos pasa? ¿Por qué gran parte de la humanidad siente la imperiosa necesidad de creer en un dios? ¿Por qué  la necesidad  de  idolatrar?
En la actualidad, estamos viviendo una gran paradoja. Cada día la ciencia aporta certezas sobre los fenómenos que nos rodean, relativas porque rigen hasta la última verdad. La tecnología que avanza a grandes pasos, fortalece y guía muchos descubrimientos científicos y a su vez la ciencia aporta a la tecnología; lo paradójico es que muchos de nosotros estamos viviendo su hechizo y seducción hasta el punto de que ha desplazado actividades significativas de nuestras vidas. La tecnología se está erigiendo como un poderoso dios contemporáneo,  tanto como el dinero que permite acceder a ella. Es muy significativo que la ciencia con toda su carga de certeza relativa, no haya podido vencer hasta el momento, las verdades absolutas de las mitologías y religiones; avanzan de la mano con los dioses que creamos: la tecnología y el dinero.
Para los que concebimos el origen de la vida y de nuestro entorno, lejos de los dogmas, el arte en sus variadas formas, puede brindarnos   la fuerza que nos permite fluir con nuestros sentimientos, creencias, deseos, temores; la pasión que nos permite ser nosotros mismos, el dios que nos ofrece su mano para ver la vida en sus diferentes matices. El arte en sus diversas manifestaciones, la ciencia en sus diferentes campos de acción y el deporte en sus diversas formas, pueden erigirse en el dios, en la fuerza, en el poder que nos permite fluir, crear y ser cada día más humanos.
Cierro el texto con unas importantes ideas del ministro de Salud Alejandro Gaviria, concedidas en una entrevista a la Revista Semana*. A propósito de la publicación de su último libro, en el que expresa cómo afrontó la enfermedad del cáncer y cómo es su relación con Dios, nos manifiesta: ““Me reunía en la tarde en la casa con mi familia y decía: “Recemos, recemos.” Y rezar era simplemente leer poemas. La poesía es mi religión. Por lo menos mi forma de orar, de celebrar y de protestar sobre el paso del tiempo.” “
Y más adelante con relación al mismo tema de Dios, afirma: “O sea, nosotros necesitamos algo de que aferrarnos en los momentos duros, como una enfermedad, porque es difícil estar pegado del vacío. Pero en mi caso no fue la religión, fue el libro.”
Celebro coincidir con el destacado ministro Gaviria en estas ideas sobre Dios y la religión, relacionadas como es de comprender con sus concepciones sobre la vida y la muerte.   Persiste en ellas en las entrevistas y en su último libro.


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