No le cuentes que eres mi amante, no le cuentes. No seas tú quien rompa su mundo
de ensueño. Ella me recuerda que contigo también lo disfruté al conocerte.
A
ese mundo vuelvo cuando estoy con ella. Bailo, río, canto. ¡Qué ligero y
espontáneo me siento! Corremos por la playa, competimos con el viento, atrapamos
olas y extenuados reposamos descifrando el lenguaje de las nubes. Ella juega
con cangrejos y la contemplo. Así juega conmigo pero no lo sabe. Aún no es
consciente de su poder. La dejo hacer, la dejo ser.
Hoy
elevamos una cometa, modelo japonés. Me fundí en el cielo hasta que mi mente se
perdió. Pronto sentí urgencia de volver a tu abrazo seguro y encontrar tu
mirada burlona y amorosa. Como a la cometa, el suelo me esperaba. La luz ya me
enceguecía, la energía me abandonaba y mi mente te reclamaba.
Ansiaba
estar aquí, tan quietos y reposados; encontrar de nuevo los aromas del té y de
la hierbabuena mezclados; disfrutar contigo el misterio de la luna y repetir
una vez más la ceremonia de nuestras manos enlazadas.
He
pasado la vista por el salón…tan tuyo, tan mío. Constato evidencias de largos
años compartidos. Desde las fotos nos hablan rostros sonrientes: en una avenida
de una gran ciudad; nuestro primer viaje; las estrellas de mar que recogimos
con apasionado esmero; una hamaca nos habla de la pasión que aún hoy nos
reclama.
No,
no le cuentes que eres mi amante. Aún no. Necesito ese sol en la playa pero también
esta luna que sosiega.
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