Esta reseña es para ser leída en voz baja
porque el temor
inicial de escribir después de tanto tiempo de
no tener una
hoja en blanco ente mí y expresar mi
pensamiento me llena
de
angustia y crece luego de escuchar verdaderas obras
poéticas en prosa, unos escritos que dicen
mucho de las
capacidades, de quienes lo presentaron.
Emily Dickinson, poeta estadounidense, nace en Amherst,
Masachussetts el 10 de diciembre de 1.830 y muere el 15 de mayo de 1.886. Está colocada
en el panteón que comparte con los grandes poetas de su país Edgar Allan Poe,
Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman.
En
algunos aspectos, se puede decir, que era una mujer con una mentalidad avanzada
para la época. Nacida en un mundo rural, de familia y época dominada por los
ideales protestantes, tuvo la posibilidad de estudiar y compartir con jóvenes
de su edad a quienes atraía con sus
relatos y maneras de contar.
En la Academia y el colegio se interesó por las ciencias naturales, conocía las
constelaciones, las estrellas y las especies florales silvestres de su entorno
que muchos años después fueron utilizadas para la trama naturalista de sus
poemas. Al parecer su educación fue más profunda y sólida que la de muchas
mujeres de su tiempo y lugar.
Fue una prolífica poeta a quien no le interesaba publicar sus
escritos ni modificar sus poemas; en
vida se le conocieron pocos. Después de su muerte a los 56 años fue conocida su
obra gracias a su hermana Lavinia, quien “la descubrió”..
El reto que se imponía en el encuentro con las palabras para
hacer poesía, lo definió así: “Si tengo la sensación física de que me levantan
la tapa de los sesos, sé que eso es poesía”. No
fechó sus poemas, utilizó las mayúsculas no de manera convencional, lo
cual fue razón para que algunos editores hicieran modificaciones acorde con el
formato de la época.
Emily fue una gran observadora y amante de la naturaleza que
le rodeaba como si se considerara parte de ese gran jardín en el que vivió y
del que muy pocas veces salió. Los estudiosos de su obra afirman que los temas
de la naturaleza que más tiene en cuenta son los seres vivos: animales, aves,
insectos reptiles, árboles, plantas y flores.
Me parece importante destacar las principales influencias que
se encuentran en su obra: la Biblia, el humor que desde muy joven lo cultivó y
Emerson, uno de los grandes poetas estadounidense. Ella en muchas oportunidades
se refirió a los “festines” que se daba con escritores, novelistas y poetas de
diversas procedencias, primordialmente con ingleses y estadounidenses
contemporáneos o de épocas anteriores.
Al parecer era de temperamento solitario. Su mundo fue su
casa que poco a poco fue cerrando hasta
recluirse en su cuarto donde pasó los últimos años de su vida, vestida
totalmente de blanco.
Emily Dickinson muestra la soledad como la oscuridad en la que hay que aprender a caminar y
acompañarse, me acercaré a ella por esa palabra que nos une: la soledad.
Su soledad es parecida a mi soledad. Pero todas son diferentes
de acuerdo al tiempo, al espacio y a la persona, la mía está rodeada de risas,
rostros, luz y en ocasiones de voces que me hacen sentir que pertenezco a este
mundo.
Es la soledad la que acerca a algunos espíritus. En ocasiones
le huyo pero al final del día la encuentro en mis espacios que descubro en cada
puerta.
Hay una
soledad del espacio
una
soledad del mar
una
soledad de la muerte, pero estas
son
compañía
comparadas
con ese sitio más profundo
esa
privacidad polar,
el alma
consigo misma
-finita
infinidad.
Emily
Dickinson
Tu soledad
esa
profundidad que llevas dentro
te doblega
Es igual a
lo que siento
La soledad
nos sigue
está
dentro de nosotros
Cómo escapar
si la llevamos dentro
aligeremos
el paso para huir,
no lo
logramos.
Sabemos
donde estás…
queremos
apartarte y vencer.
Ahora lo
recuerdo
siempre
nos has acompañado
hoy
nos sumergimos
en una
postración que duele.
Soledad…
qué
extraña eres
eres
muerte y tristeza
eres
creación.
Carmen
Rosa Ortiz M.
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