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domingo, 4 de noviembre de 2018

Una soledad muy ruidosa



Clemencia Inés Gómez Naranjo
     

         En la soledad también hay ruido. Cuando tomamos distancia de la realidad para analizar, disentir, discutir, dejar aflorar nuestra acalorada mente, las ideas, vivencias y reflexiones filosóficas se transforman en aprendizaje. Entonces nos volvemos críticos y aportamos soluciones que generan cambios en nosotros mismos y en nuestro entorno. “Cuando leo, de hecho, no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos”.  


La novela, “Una soledad demasiado ruidosa” de Bohumil Hrabal, es una pieza fundamental que aporta elementos para generar trasformaciones, razón por la que podría ser catalogado de subversiva, cuando la ración de alimento que se proporciona a quien la lee, le clarifica el camino a seguir, rechazando imposiciones autocráticas y discriminatorias que atenten contra la participación y el desarrollo de quienes conformamos la sociedad.

En la obra no se queda nada al margen de la realidad, sino que busca incitar por medio de un lenguaje cifrado, el deseo del lector a continuar atado al texto, y por qué no, de generar una conducta propositiva y rebelde, contra las formas encasilladoras y clásicas, de ver la realidad que nos rodea.

Su protagonista Bohumil Hrabal permanece 35 años atado a un trabajo mecánico, prensando libros para ser dados de baja. Sin embargo, encuentra la manera de darle valor agregado a su quehacer mecánico, selecciona diversas piezas literarias y pictórica, que le permitirán transportar sus sueños, e ilusiones y evitar caer en la desesperanza. Libros cuidadosamente seleccionados y embellecidos, aplicando a cada bala, un toque personal, su ritual, su ética, su preciosa reliquia, como señal del compromiso con lo que hace.
Los libros le permiten a Hanta, el protagonista, tomar distancia de él mismo, y del mundo que lo rodea, lo llevan a un exquisito viaje de sueños y fantasías, diferentes a la suya, como quien se baña en un océano de nuevas realidades, permitiéndole por momentos, encontrarse a sí mismo, a través de las vivencias de los demás. Crea sus propias balas, pero también desea darles la oportunidad a otros, a que creen la suya propia, para que se reconozcan a través de la obra.
“…bajé a la cueva del crematorio y me presenté diciendo que yo hacía aquel mismo trabajo, sólo que, en vez de cadáveres humanos, liquidaba cadáveres de libros”.

Bohumil compara la cremación de un ser humano, con la de un libro, el libro adquiere vida propia si se tiene en cuenta que el segundo condensa la expresión del escritor, se siente dando sepultura a la propia vida expresada en palabras, que condensan las vivencias y experiencias de quienes las escriben. Un acto humano, para el no hubo diferencia. Les dio a los libros el trato humano que la vida misma les negó, su contacto manual con ellos fue una última caricia, un homenaje de perdón y desagravio, un acto de sanación con sus propios autores, un post morten con estilo, con decoro, con la entrega que realizó durante 35 años, preparando balas no de plomo, sino de papel, introduciendo en su corazón, un filósofo clásico para exorcizar el exterminio literario, para hacer el entierro un acto sublime.
…”ni yo ni Maruja acertamos a saber de qué se trata, pero ya llega su madre, rápidamente coge a Maruja de la mano y aterrada se la lleva fuera de la sala”.     

Maruja la mujer a quien le expresó el amor, la quiere como es, con sus espontaneidades a pesar de haber sido llamada “Maruja la cagona”, eso a Hanta no le importó a pesar de haberse embadurnado de mierda, de su propio excremento. Es un contacto con su inframundo, el mundo al que pertenece.

Los excrementos son la sustancia más rica en información, llena de miles de millones de bacterias y microorganismos. Se trata de un proceso de regresión a la infancia, a verla como su niña, que se vuelve el centro de las críticas y miradas de desprecio como si no se tratara de un acto humano, sino sobrenatural, ahí si cabe usar la expresión utilizada por Hanta:” El cielo no es humano”, los excrementos sí. 
“...mi tío había muerto hacia dos semanas y hasta que lo encontró un maquinista, yacía en el suelo de su garita, cubierto de moscas y roído por los gusanos, con el cuerpo deshecho como un camembert rancio”.     

Su tío continuó atado al trabajo hasta el día de la muerte, mientras sus amigos disfrutaban de nuevas experiencias, ahora recoge los restos de él , para embalarlos hacia la vida eterna, en medio de moscas y gusanos, propios del mundo, al que Hanta pertenece.
“…la belleza caía sobre mi como un riego, de todos lados, el cielo visto a través del agujero del patio interior encima de mi cabeza…”

Hrabal encuentra la belleza ahí justo bajo sus pies, donde dos clanes de ratas luchan también por subsistir, reconoce su valor interior y la fuerza para soportar en soledad, un trabajo que le ha permitido acercarse a un mundo olvidado y desconocido e introducirse en un campo infinito e ilimitado.
“…, a mí siempre me ha gustado la caída del día, me parece el único momento donde puede pasar algo importante…”

La noche es su favorita, los encuentros con la gitana se dan con la complicidad e inspiración de sombras y reflejos emitidos por una estufa rota alimentada por madera, mientras una jarra de cerveza, sirve de combustible para incitar el encuentro  
“...pero luego descubrí que en Bubny, una enorme prensa hidráulica realizaba el trabajo de veinte máquinas como la mía.” 
Es evidente el avance de la industrialización que trae consigo un menor contacto del ser humano, con el objeto realizado.  Se trata de una producción en serie, donde el volumen producido, es la garantía para bajar costos en una economía de mercado.

Hanta se deleita untándose de su trabajo, de principio a fin, selecciona el papel, prepara la bala con el material literario que ha seleccionado, y entrega un producto terminado diferente, satisfecho de haber participado en toda su elaboración.  En la nueva prensa hidráulica, cada trabajador se especializa en una parte del proceso, desvinculando su participación en las demás, lo que influye en la visión parcializada de sus experiencias. El papel en blanco podría tomarse de manera simbólica, como la imposibilidad del nuevo ser humano, a agregarle contenido a lo que hace, simplemente, sus días laborales, trascurren como pasar páginas en blanco sin alegría, sin literatura, sin filosofía, días que pasan de manera uniforme, sin la posibilidad de agregarle valor a lo que hacen.   
“…cada objeto amado es el centro del paraíso terrenal…”

Reconoce la existencia del paraíso en cada una de las formas que deleitaron su existencia, la gitana, los libros, la jarra de cerveza, la prensa, las balas, supone la pregunta que finalmente podría haberse hecho al final de sus días: si ya estoy en el paraíso, ¿por qué negarme a ascender a un nuevo paraíso?



  
      

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