Gloria Pastás V.
Clara Schoenborn, nacida en Cali,
Colombia. Ganadora del Encuentro de Poetas Colombianas Museo Rayo, 2011.
Finalista IV Concurso Red de Bibliotecas Públicas Cali, 2009. Finalista Premio
Carmen Conde, Ediciones Torremozas, Madrid, España, 2012. Mención de Honor
Concurso Poesía De Los Objetos, Casa Silva, Bogotá 2012. Finalista Concurso
Literario Internacional Ángel Ganivet, 2017.
Libros publicados: Búsquedas y
encuentros (Caza de libros, Bogotá 2011), Los oficios en clave de Atenea (Ediciones Embalaje, 2011 y Apidama
Ediciones, 2013, Bogotá), Huecos en la luz (Ediciones Torremozas, España,
2014). Antología Ganadoras Gran Premio Ediciones Embalaje Encuentro de
Poetas Colombianas (Uniediciones, Bogotá, 2018).
Las respuestas a la entrevista revelan
a una mujer inteligente y crítica. Sus poemas, además de un elemento
inexplicable y a la vez familiar, tienen vida propia; leer su obra es dialogar
con otra voz y con otras voces. Sin lugar a duda, Clara Schoernborn es la poeta
de la transparencia.
¿Qué lleva a alguien a escribir
poesía?
Hay múltiples razones y pueden ser
diferentes para cada persona, pero hay algunas que son comunes a todos los
poetas: el deseo de expresar sentimientos que no se pueden expresar de manera
verbal, el deseo de ser escuchado en sus inquietudes o el deseo de transmitir
sus posiciones frente a la vida y la sociedad.
“Con los mejores sentimientos se escriben
los peores versos” decía el poeta francés André Gide. ¿Hasta dónde la poesía es
emoción y sentimiento?
Se ha dicho que “todo
poema sincero es malo”. Una cosa es la emoción y otra es el oficio. Para mí la
poesía es un oficio, entonces no basta con el sentimiento, con el detonante de la
emoción, para llegar al poema hay un camino que se debe recorrer a través de la
técnica. Pero el sentimiento tiene que estar presente; si solo se usa las
herramientas literarias, la técnica, no se logra impactar la emotividad del
lector.
¿Cómo se aprende el oficio de ser
poeta?
El
primer mandato es leer, es una manera de incorporar de manera natural las
técnicas usadas por otros autores. Es necesario leer a los poetas clásicos y
los contemporáneos. Leer mucho y de muchas fuentes para llenarse de información
en diferentes campos pues la poesía está atomizada en muchos temas.
¿Considera usted que el siglo XXI ha
dado comienzo al empoderamiento de la mujer en mundo la literatura?
Creo
que sí. La mujer ha tomado consciencia de que debe luchar por su espacio, de
protestar y dar a conocer casos de injusticia y de exclusión con nuestro género,
los cuales todavía están muy marcados. Desde siempre nuestro ámbito ha sido la
palabra, desde que estábamos confinadas al cuarto de costura y de música,
mientras conversábamos y tejíamos palabras. Ahora que hemos pasado de la
palabra oral a la palabra escrita, es cuando más necesitamos defender nuestra
palabra, darla a conocer y defendernos entre nosotras porque la cultura
patriarcal ha incentivado la competencia entre las mujeres, de la cual necesitamos
liberarnos. Es una lucha no solo contra el patriarcado sino también con
nosotras mismas; necesitamos aprender a ser solidarias entre nosotras; incluso,
aprender a leernos y a comentar nuestra obra. Muchas veces guardamos silencio y
esperamos que un hombre, un escritor, un crítico nos valide, sin embargo,
podemos validarnos entre sí.
De acuerdo con lo que usted ha dicho,
¿existe una poesía feminista o una poesía escrita por hombres y otra por
mujeres?
Es
una pregunta muy polémica y con muchas respuestas. Pienso que las mujeres
tenemos una escritura muy propia, que tiende hacia lo misterioso, lo
perceptivo, lo espiritual, más hacia la magia, por algo fuimos las brujas y
magas de la Edad Media; esa es nuestra esencia y se transmite en nuestra
literatura; lo no quiere decir que no podamos escribir en otros sentidos. Sí
hay una literatura femenina pero no feminista. En la literatura no debe haber
feminismo, no es un tema literario; puedo luchar como feminista porque se me
abran espacios para mi literatura y la de otras mujeres, pues el feminismo es
una lucha social para ganar un espacio. Yo no involucro conceptos feministas en
mi poesía, lo que sí hago es escribir sobre temas y preocupaciones de las
mujeres, de su pasado y de su presente; de hecho, tengo varios poemas que
hablan sobre la problemática de la mujer.
A propósito de lo femenino, la poeta Piedad
Bonett dice en una entrevista que “escribir desde las tripas es algo femenino,
pues los hombres han sufrido la contención
del sentimiento”, ¿usted qué piensa?
No
estoy de acuerdo con ninguna de las dos posiciones. Si un poema está escrito
desde las tripas es un poema desbordado, y la contención es importante en todo
poema. No puedo dejar todo mi dolor o toda mi tristeza en un poema, y creo que
Piedad Bonett involucra estos conceptos, porque sus poemas son maravillosos y
tienen esa contención. No puedo volver mi poema un panegírico, ni un lamento,
ni un llanto; igual que un hombre tampoco debe contenerse totalmente, debe
haber siempre un equilibrio en el poema. No darle todo al lector, sino sugerirle
lo que se está sintiendo. A veces, pienso que los hombres poetas, aprovecharon
la coyuntura de ser poetas, precisamente, para mostrar más sus sentimientos, su
romanticismo en una sociedad donde solo era posible expresarlo a través de la
poesía.
En su poemario Huecos en la luz, uno
de sus poemas dice: “Un poeta es la víctima más bella, un sacrificado”. ¿En qué
medida usted es una víctima bella y sacrificada?
Es una pregunta muy
difícil. Pienso que el poeta está muchas veces concentrado en lo que
tristemente afecta a la humanidad, pero ¿cómo expresar ese sufrimiento de
manera enaltecida, de manera bella? Pensar en esos temas produce en el poeta un
desgaste emocional que implica sacrificarse en muchos aspectos. Estamos en una
sociedad dada al placer, al consumismo, a obtener satisfacción inmediata, en la
cual es difícil que las personas lean un libro de poemas y reflexionen sobre el
mismo. En mi caso, aunque realizo mi oficio con pasión, el “sacrificio” se
relaciona con la frustración de realizar un trabajo al que le pongo tanta
energía vital, pero al final, solo llega a un grupo reducido de la población.
Es lo que más me afecta, pero si esa es mi pasión, lo que amo hacer, no tengo
otra opción.
En el mismo poema, usted dice que “el
poeta no está en el mundo, sino que el mundo está en él”, ¿podría explicarme
esta idea?
Esta
es una idea derivada del poeta argentino Hugo Mujica, sacerdote y monje
tibetano que hizo votos de silencio durante siete años. Mujica es un poeta
tardío, con una interesante teoría sobre la poesía. Plantea que el mundo está
en el poeta porque puede reflexionar e interiorizar lo que está sucediendo a su
alrededor y elaborar esos sucesos dentro de sí para producir algo. El poeta es
quien se abstrae y trae ese mundo a su interior para su reflexión…
En ese sentido la poesía es muy
subjetiva. Entonces si la construcción del mundo es subjetiva porque el hombre
es un sujeto, ¿cree usted que existe la objetividad?
Sí,
la poesía es totalmente subjetiva. Es muy difícil ser completamente objetivo. Hay
algunas ciencias que se consideran objetivas, aunque con el tiempo las teorías
científicas también se van devaluando y reevaluando. La propia realidad, lo que
nos rodea es subjetivo.
¿Qué le pide usted a la poesía para juzgarla
de calidad?
Un
poema de calidad debe tener varias características, entre otras: lenguaje
preciso, (que no le falte ni le sobre nada) es decir, un poema redondo;
lenguaje y temas no trajinados, y si lo son, presentarlos de manera diferente;
extensión justa (para no cansar al lector), debe ser coherente; de lenguaje
asequible; de estructura no compleja; evitar la narración para no perder la
resonancia poética, debe ser rítmica para leerla con gusto. Finalmente, el
valor del poema radica en que tenga “vibración”, que, al terminar de leerlo, el
lector haya sido conmovido y siga de algún modo, atado a lo que acaba de leer.
Clara Schoernborn
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