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miércoles, 12 de julio de 2023

Niña de la añoranza

  

Elsa Moreno Pizarro

No tengo un pueblo

adonde regresar

 

Mi niñez no  vivió

fríos de niebla

ni un vuelo de pájaros

a la madrugada

 

No tengo un pueblo

con senderos a la orilla

de un río

 

No hay abuelos

mirando hacia el pasado

con historias de amores

y batallas

 

Ni un mercado de domingo

un parque con faroles entornados

Una iglesia de cúpula

y campana

 

No recuerdo praderas

húmedas de rocío

bajo mis pies descalzos

 

No sé de la fragancia

del limonar dorado

 

No vi un paisaje rayado

de sombra y luna

sobre los sembrados

 

No hay imágenes

de una calle empedrada

con sonido de cascos en las noches

y leyendas de espantos

 

Ni largos corredores

Ni ventanas de amor confabuladas

Ni el espejismo del

pregón arrullador en la mañana

 

No escuché tiples

en fondas camineras

 

No me fue dado el primer amor

al lado del camino

con juramento sellado

en la corteza

del sauce

- corazón dibujado de tomillo-

  

Mis antiguas raíces

fueron semilla esparcida

por cantos ignorados

--

¿Cuál será el pueblo ajeno

que haga mío

y me invada de luna mansa ?

 

Anhelo ir

-niña de nuevo- en el misterio

con una ofrenda 

de luciérnagas

en mis manos de asombro

por su calle real

azul de soledad

en la nostalgia

 


lunes, 10 de julio de 2023

Presente

   Jaime Valencia

Que tengo cintura de nevera dicen en mi casa. Lo cierto es que me gustan los dulces. ¡Los adoro! Una totuma de manjar blanco que compran en mi casa cada dos semanas, se convierte en una tarea para mí. La dejan en la despensa al final de la tarde, la primera cucharada la robo mientras todos ven televisión y a veces repito, la segunda y si puedo la tercera. Saboreo cada cucharada con la lengua y el paladar, despacio, muy despacio mientras se diluye y ese aroma y el juguito del dulce van llenando mi boca. Cuando todos se acuestan traigo el mate a mi cuarto, lo termino y vacío lo boto por el hueco de las basuras. Uno o dos días después dice mi madre: el mate de manjar blanco no lo encuentro, a veces se me olvida. Desde ahora pienso qué hacer con el mate que traiga en dos semanas para que no se den cuenta que yo acabo con el dulce y no comparto.

Mensaje a papá

 

Querido papá:

       Han transcurrido veinticinco años, me acuerdo perfecto como si fuera hoy. El semáforo cambió a rojo en el cruce bajo el puente del sitio conocido como la Luna. Detuve el carro para esperar el cambio de luz y tú me sorprendiste con el comentario ¿Lo recuerdas, Papá?

-Sandra cuando me muera no vayan a acabar con esta empresa, no se la repartan porque se quedan sin nada.

Alexandra Correa

miércoles, 5 de julio de 2023

La casa de los recuerdos

 


“El hombre está solo entre el rio de los hombres”

Gloria Nieto de Arias

No es una casa convencional, es otra cosa. Sus espacios son amplios, enmarcan los patios, áridos e inútiles, dos hileras de cuartos generosos en anchura, en donde hay disponibles seis camas sencillas con su respectiva mesita de noche. Está situada en la zona rural sobre una colina desde la cual se divisa la gran ciudad. En el arco de la imponente portada, un letrero sugiere estar ante una residencia o albergue para adultos mayores.

Eduardo Toro

Orlando Fals Borda: el rostro de la sociología en Colombia

 Jesús Rico Velasco

 Costeño barranquillero. elegante con zapatos de cuero fino, vestido de paño corte inglés, corbata a la moda, sonriente y alegre siempre aparecía con un saludo agradable para sus amigos. 

Conocí a Eduardo Fals Borda en noviembre de 1961, durante una entrevista de admisión para  estudiantes de sociología en la Universidad Nacional de Colombia. Formaba parte del grupo examinador  con el padre Camilo Torres, Andrew Pearse, profesor de la UNESCO, y Carlos Escalante, antropólogo.