Jesús Rico
Velasco
Al único que se
le ha ocurrido crear un “universo” es a Dios. En un principio todo estaba
tranquilo no había nada ni nadie sobre la tierra, «todo era soledad y caos, y
las tinieblas cubrían el abismo, y el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas».
Pronto apareció el espacio, la luz, el firmamento, las aguas, los días, la
vegetación, los animales y muchos otros entes. Tuvo la tremenda idea de crear
al hombre Adán y su mujer Eva, y una vez creados los puso a vivir en el paraíso
terrenal. Allí vivían felices, eran inmortales hasta que llegó el pecado
definido por Dios como «infracción de la ley» y los puso en contravía con la
ley del amor, fundamento del gobierno divino.
Fueron echados del paraíso y debieron comenzar de nuevo como habitantes
terrenales que tenían que vestirse, trabajar para comer, construir sus
viviendas, tener hijos y aprender a criarlos.
Los egos salieron
a flote convirtiendo la vida en un infierno, las riquezas surcaron la tierra,
aparecieron la codicia, la avaricia, la lujuria, la envidia, la ira, la
prostitución, la violencia en todas sus formas y manifestaciones. Dios en su
sabiduría deseo acabar con lo que había construido y terminar por completo los seres
de su creación por que todo se había corrompido, violencia, egolatría,
querían superar al creador. En un tiempo desconocido después del Génesis generó el diluvio universal y
acabó con todo.
En el
paraíso las cosas estaban tranquilas hasta cuando apareció una serpiente que se tiró el
entorno y sembró el pecado. Esa serpiente era Lucifer un ángel del cielo el más
honrado y exaltado por Dios que se reveló contra el creador y se vino a la tierra
con una gran cantidad de seguidores.
Recuerdo que
cuando estaba chiquito le tenía mucho miedo al diablo. Un monstruo rojo con
unos enormes cachos, ojos ensangrentados, una nariz espantosa, una barba puntiaguda, uñas largas como garras, con alas
de murciélago descomunal y con una cola terminada en punta y un tridente para
recoger sus victimas. Figura
imaginada que estaba en todas partes y aparecía en el
pensamiento en cada momento para ayudar
a decidir si el actuar era bueno o era malo. Satanás era
una constante en la vida de unos niños cuyos
pecados se centraban en los infantas mentiras, en los sentimientos de
tristeza, rencores, y desafíos con los
hermanos que le dañaban la paz al alma en esas edades. Decía,
« Mi nombre de
pila es Lucifer pero me dicen Satanás, el diablo, Belcebú, y muchos otros
nombres y apodos que me colocan en los pueblos y culturas de la tierra ».
Ese “cura” que te
sacaba la piedra sobre quien escupías todos tus dolores, lo maldecías y
quisiera desaparecer de tu mente. En el
salón de clase el hermano Ricaurte encolerizado, rojo, y con voz aterradora
se acercó al pupitre, me agarró los
pelos de la patilla y con fuerza me levantó del puesto y dijo,
« Hijueputica te
vas de mi clase y quedarás en el corredor toda la mañana de pie frente a la columna ».
En el fondo no
sabía ¿por qué me castigaba ?, ¿ qué
producía la ira en el cura? A pesar de mi inocencia de niño sentía un medio disfrute en todo lo que sucedía.
Ahora con los años comprendo la presencia de Satanás a mi lado animando mi comportamiento de hijueputica en la
clase. Dios en estas cosas no se
mete, el ego comienza a florecer desde
las edades más tempranas y si la tierra
es fértil dará sus mejores frutos.
Los frecuentes castigos
por mi mal comportamiento renuente a corregir hacía que pasara muchas horas en
soledad recorriendo los campos del
seminario aprendiendo con dolor la
necesidad de la existencia del otro. Observar el vuelo de los pájaros, la
rapidez de un conejo escapar entre las matas y las legumbres, sentir el ruido
suave del viento entre las ramas de los árboles, y
ladrido de los perros en la
lejana portería, alentaban mi espíritu adolorido. Los continuos señalamientos del hermano encargado de la disciplina en el
seminario con su dedo inquisidor
diciéndome:
«Usted es la
manzana podrida que puede dañar a las demás. Prepare su maleta, mañana temprano
se va de aquí. A las 7:00 am sale la chiva para llevarlo a Cali y dejarlo en la plaza de San Nicolás ».
De frente a mi
realidad de niño con un padre recién muerto, una madre casi ausente y hermanos
que luchaban por salir adelante comencé
a construir una coraza de verraquera
como protección ante la vida dura que vislumbraba. Con el tiempo aprendí que el inmenso ego que
crece dentro de cada uno sale a relucir en momentos inesperados. Muchos años después en Toronto al final de
una presentación de la disertación para
el doctorado le comenté a mi esposa,
llevábamos seis años de
matrimonio realizando juntos los
estudios de doctorado:
«¡Qué bueno sería
si pudiéramos irnos a vivir a Cali! El mejor vividero del mundo ».
Ella me contestó
con tono de irritación, «¡No lo haría
nunca! Cali no me gusta como ciudad. Ni Dios lo quiera.
Para mí, mejor el sitio para vivir es Bogotá ».
Satanás alegre me miraba y estaba de acuerdo conmigo.
Mi EGO de Ph.D. no cabía en el cuerpo.
Por algo tan absurdo, ese fin de semana, decidimos separarnos, yo regresaría a
Cali y ella se quedaría en Ohio donde
vivíamos. El orgullo y la soberbia de dos seres humanos que se prometieron amor
eterno ante la bendición de Dios, hacían que
la vida en pareja bonita y
amable se transformara en un ambiente
desagradable y miserable. Mi amigo
Satanás disfruto la presencia de estos
desacuerdos y me animó con soplos de palabras de aliento en la oreja y
palmaditas aprobatorias en la espalda
para aceptar hasta con alegría de ser libre de nuevo con esta decisión. Dios no se metió en el asunto, El
ya había hecho su parte al unirnos, no era su intención ponerse en contra
ni a favor. En la aplicación de la
justicia humana me gané una sentencia de “Gross neglect of dutty” o abandono de
hogar del juez que manejó el caso.
El orgullo y la soberbia enceguecen los
límites del horizonte, actúan como tapones en los oídos y vendas en los ojos,
para no dejar que algo de humildad salga de las profundidades de los corazones
y darle una segunda oportunidad al amor.
Todo una década de afecto, cariño
bendecido y asistido por nuestras buenas relaciones con Dios se fueron en una tormenta de desagravios.
Mi amigo Satanás disfruto del banquete por muchos años, en momentos de quietud la conciencia genera
un poquito de ruido para recordarme que
tuve una esposa sacramentada en algún lugar del mundo.
La sexualidad
amarrada al respeto que siempre he tenido por las mujeres me acompañó en los
momentos más extraordinarios que he vivido. Empezando por el primer día en que
me separé de mi esposa. En horas de la noche tres toques en la puerta
del apartamento dieron aviso de la visita de una de nuestras compañeras de
clases. Solidaria venía a consolarme. Juro que no lo provoqué,
terminamos en un bar tomando cocteles y después haciendo el amor en el sofá de su
apartamento. La presencia de Satanás alienta la ocurrencia de estos momentos y el disfrute del mar de placer dichoso.
Las caricias tibias y sensuales en la piel deseosa de afecto, palabras atentas en un oído ansioso por
escuchar el susurro amoroso, y los
cuerpos anhelantes de sentirse vivos y deseados
llenan los corazones de la alegría de existir. La gratitud por el amor dado y
recibido mejora y aumenta el grado de estrechez de las relaciones entre las
personas que se quieren. Las aventuras ocurren sin pensarlo, sin buscarlas, se
dan como en el cuento: “no me lo vas a creer”. Lejos de cualquier idea he
mantenido el amor de pareja como un acto
respetuoso. No se piensa en las
consecuencias de las caricias cercanas y la
conquista cuando el vencido es uno. Satanás disfruta y ayuda para que las
aventuras amorosas sin mayores preámbulos ocurran. . El diablo te susurra al
oído:
« Tranquilo viejo que a las mujeres les pica la
horqueta y a los hombres les crece la carpa. No hay nada de malo en el sexo. La
castidad es un veneno inventado por Dios para controlar tu Ego. Hay que
recordar como decían los griegos: La mujer del Cesar no solamente tiene que ser
casta sino aparentar que es. Espero que
me entiendas ».
Vivir la década
de trasformación social en la USA de 1965 a 1975 el top
less se acomodó en las orillas del rio
que atravesaba el campus universitario,
hombres y mujeres jóvenes
asoleaban y rozaban sus cuerpos sin pudor, el “free sex” se abrió paso todo el mundo
se dejó contagiar. Los vientos
del erotismo que soplaban se alimentaban
en los deseos deliciosos de Satanás.
La píldora
anticonceptiva y los condones estaban en los bolsillos de la juventud como
canicas en bolsillos infantiles. La marihuana
pululaba, los incitadores
líquidos del delirio entraban por las bocas y gargantas de unos bebedores
insaciables que gozaban la vida. La ola del desbarajuste juvenil se extendió
por el continente y cubrió los cielos de Europa en donde aglomeraciones de
jóvenes recorrían las calles de Londres, Paris, Berlín, Venecia y Roma. La vieja Atenas recordó tiempos de bárbaras naciones con los excesos de grandes libre-pensadores como
Aristóteles, Platón, Sófocles y muchos otros que les gustaba mezclarle al amor
el sexo volteado.
Satanás se
divertía y extasiaba avivando los deseos de la carne a los placeres y
relaciones abiertas entre hombres y mujeres. Dios permite que las personas
manejen su libre albedrío y mira con “amor de padre” los comportamientos, sin meterse en el trabajo que le dejó al tentador alentar los egos de las personas en el mundo
terrenal. El ego deprime, vuelve al hombre vanidoso, egoísta, incrédulo,
envidioso, codicioso, iracundo, y perezoso.
La lujuria es un
pecado capital, Satanás lo sabe y se
hace el pendejo. Nunca te va a insinuar que hay que ser casto hasta el matrimonio, mantener las relaciones sexuales en función
de la fuerza moral que determinan las culturas,
los ritos de pasajes definidos como valores sociales. En la tierra el
ego es más grande que Dios y Satanás lo sabe, facilita las situaciones que lo
incrementan, anima y acompaña en todas
las picardías lujuriosas que alegran la vida. En las culturas machistas la
infidelidad aplica sólo para las
mujeres, los hombres infieles son alentados y no corren ningún riesgo. En
épocas antiguas los maridos tenían
permitido poner candados a las
esposas para asegurarse de que
serían fieles .
En la modernidad
y con los avances de la física cuántica, el desarrollo del pensar reflexivo y de la inteligencia
artificial se precisa que todos los
elementos en el universo estén correlacionados, no hay nada suelto: el aleteo de una mariposa coqueta en la
ciudad de Cali se siente en las calles de Calcuta como un inesperado gemido.
Los vientos satánicos soplan por todas partes con la ayuda del internet y demás interconexiones corrompidas para mover el índice de confianza social,
empresarial, y del estado corrupto. El ego se mueve en todas partes “usted no
sabe quién soy yo” desde que sale a la calle, todos quieren ser congresistas,
alcaldes y gobernadores. Ganarse el dinero fácil en el país del COMAPAM
(“cocaína, marihuana y amapola). Los políticos verdaderos formados en las
academias del mundo no quieren trabajar
por su país, y los principiantes evitan el esfuerzo de la formación sólida y el
sacrificio de la política limpia de la democracia ateniense.
En algún momento
de la existencia se debe entrar en
relaciones de producción, mejor dicho
hay que trabajar como dice
el merengue: el trabajo lo puso Dios como castigo. El enfrentamiento entre el dinero necesario para vivir, el
sacrificio y esfuerzo para ganarlo es una constante disyuntiva. No hay nada de
malo en el dinero como mercancía, lo malo es el uso del vil metal. Hay una
relación física con el dinero que se
gana y la manera espiritual como se
mira. Se usa para satisfacer el ego o
relacionarse con los demás. Se pueden
“comprar” cosas, personas, y
hasta empezar a ganarse el cielo. La avaricia te hace cosquillas cuando se
empieza a acumular el capital, “de centavo en centavo se hacen los grandes
capitales” era un decir cuando comenzaba la vida. El que ahorra siempre tiene
saldo en negro en los libros de la contabilidad. Cuando el rojo es permanente
hay desequilibrio, generando angustia y desesperación, esto es lo que le encanta al Diablo.
No hay cosa más
verraca que la ingratitud alimentada por esa sensación tan espantosa que es la
envidia. Al diablo le fascina aumentar la ingratitud haciendo que las personas no aprecien el bien que reciben. Los envidiosos miran con ojo de
tuerto el carro que acaba de comprar el vecino, la casa poderosa en las playas
de Cartagena, el viaje a Europa, la camisa de marca , la mujer del otro . Son
pocos los que miran las necesidades de otros y hacen algo por ayudar. Eso no le
gusta mucho a Lucifer que hace que la persona se de la vuelta percatarse de que se puede ayudar a los demás.
Satanás aleja la templanza y alimenta la pereza
pecados capitales de la tradición
eclesiástica. La ventaja es que Satanás
no es el único que puede manejar el bien y el mal sobre la tierra. En la
doctrina religiosa Dios puso para cada habitante de su universo en la tierra un
ángel guardián para cuidarlo y acompañarlo;
no toma decisiones para
conservar el libre albedrío
otorgado por Dios. Cada ser humano es
responsable de lo que haga sobre la tierra, todo queda escrito en el libro de
la vida, cada uno deberá responde por
sus actos, lo que haga en favor o en contra de sí mismo o de los demás se registra en la contabilidad del cielo.
Las bendiciones
de Dios señalan la presencia de
personajes que marcaron senderos. Personajes enviados por Dios a la tierra,
ángeles de carne y hueso que ayudan sin darte cuenta, mientras Satanás te
respira en la nuca y te sopla en las orejas para que no olvides tu
soberbia y reforzar tu ego. La mayoría de las manifestaciones de orgullo
reflejan la arrogancia haciendo un nido de espinas en el corazón. Dios gobierna en el cielo y deja a Satanás en
plena libertad en la tierra para ayudarte a manejar tu Ego. Las tres
dimensiones son existenciales y están disponibles al alcance de tu mano: tú
decides si trabajas con Dios, te dejas influir por el diablo, o construyes
libremente tu felicidad.
Sencillamente fenomenal. Me encantó.
ResponderEliminarMuy educativo sobretodo ilustra de una manera jocosa la realidad que vivimos todos los seres humanos y más en un mudo tan hedonista como el que tenemos al orden del día. Elegir la libertad y poder tener dominio de si mismo son los retos a los que nos enfrentamos y satanás siempre estará allí colocándonos ilusiones que nos hagan evadir el avance hacia esos logros. Muy buen escrito. Felicitaciones.
ResponderEliminar