Jesús Rico
En una historia anterior que apareció con el titulo “ Cómo convertir el diagnóstico de un cáncer en un cuento”, referí que el informe de patología decía, «carcinoma escamo-celular, variante basaloide (cloacogénico). Compromete toda la biopsia». Un resultado desafiante que parecía incuestionable dio lugar al ingreso en la ruta de manejo oncológico . Un proceso de búsqueda para encontrar evidencia científica suficiente para apoyar el diagnóstico. Una radiografía de tórax con resultados normales, una resonancia magnética negativa para enfermedad metastásica medible en la pelvis y abdomen y una tomografía, que no apoyaron los resultados de la patología. Ante la insuficiencia de evidencia se siguió el camino más fácil de meter al paciente a la consulta de un especialista oncólogo radiólogo y un oncólogo clínico de quimioterapia, que tomaron los resultados como ciertos y lo convirtieron en “tumor maligno del ano, parte no especificado ” y determinaron un procedimiento de radioterapia sentenciado por el médico que en la entrevista no revisó al paciente sino que dictaminó, le dijo, «Hay que aceptar la decisión de radioterapia durante treinta y tres días, y si no se muere ».