Jesús Rico Velasco
Eduardo Toro Gutiérrez nacido en Anorí Antioquia
en el año de 1934 tiene 90 años y está perfecto.
Cuando niño vendía empanadas en Palmira en un canasto para ayudar a su familia
a sobrellevar la vida. Es un intelectual de la literatura, un soñador de las letras, un manejador de la palabra, un antioqueño de verdad, nacido y criado con
verraquera que se le midió a todo.
La capa protectora
de la novela representa la fuerza de la vida y de la tierra como la pintó Daiara Tukano perteneciente a
un pueblo indígena para su tío afectivo Eduardo. Es el trasfondo
espiritual que puso Dios en el génesis
en el paraíso terrenal para iluminar la vida con la naturaleza y su
fuerza en el amor de la pareja y su
creador.
En la presentación
de Alba L.G. Figueroa se mete con el “postigo de la ventana” que abre a la luz la existencia de las almas
que caminan por los exteriores de las viviendas y las calles empedradas. Los postigos
son de la imaginación, de las casas, y de las ventanas. Es el ojo que mira por el hueco con curiosidad lo que esta pasando afuera.
Paisaje, naturaleza viva con el canto de los
pájaros, gente buena solidaria para lo que sea, o bandidos perseguidos que se
esconden por los rincones del pueblo. Nombres y apodos exquisitos para no
olvidar mientras ocurren los milagros en Yaburi.
Cualquiera se puede morir el día que le de la gana
es el primer milagro que ocurre en el pueblo. Se desenreda la vida que se
desliza por el Cañón de los prodigios hasta llegar a una plaza empedrada en
donde continua creciendo un pueblo como producto del amor robado en las casa de
las mujeres bonitas que sueñan con sus amantes de pies descalzos que
aparecen por las ventanas para
volar con el viento y regresar al pueblo para ver crecer a la
familia. Es el único pueblo donde existe un monumento al culo en el centro de
la plaza mayor que recuerda la ofensa de
unos muchachos malcriados.
Las historias van y vienen en una novela corta o
un cuento largo de varias generaciones entretenidas, con sentido de humor, y la verraquera de sus machos
con machetes y revólveres listos para
tronar en cualquier esquina. Es una novela que sucede afuera en el pueblo de Yaburi , la
plaza publica, las calles, la iglesia,
la alcaldía. Se dibuja en los valles , la codillera y en las fincas campesinas con una naturaleza
paisa para recrear con amor a través de los postigos de la memoria.
Gracias, mil gracias Chucho por tus comentarios, me animan a continuar en este largo y bonito trajinar por los caminos de la narrativa, un abrazo.
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