Carlos Arango
Los sonidos del sexo se interrumpieron cuando el presentador de televisión informó que el MH370 de Malasya Airlines que cubría la ruta Kuala Lumpur – Pekín, había desaparecido. Kim empujó bruscamente a Tala y se paró de la cama.
- ¡Shit!
- ¿Qué
ocurre?
- Es
el vuelo que debí tomar anoche. Llamaré a mi esposa a decirle que me quedé
dormido en la sala de espera y no alcancé a abordar, que estoy bien. ¿Dónde
dejé mi móvil?
-
Lo
dejaste en el baño cuando me demostraste la potencia de su vibración ¿Cómo le
explicarás porque no regresaste a casa anoche?– dijo Tala acariciando su
desnudez.
-
Estaba
buscando otro vuelo a Pekín.
-
¿Desde
las 12 de la noche hasta las 10 de la mañana?
-
Si,
no quise despertarla – dijo él desde el baño mientras se agachaba a recoger del
piso el teléfono celular.
-
Déjalo,
no lo enciendas. Tu mujer seguramente ya sabe la noticia y está en el
aeropuerto. ¿Qué le dirás cuando te pregunte por qué tenías el teléfono
apagado?
-
¡Shit!
Ya debe saber que yo no iba en ese avión. Le diré que me robaron el móvil y mientras
lo denunciaba a la policía perdí el vuelo.
-
¡No
seas imbécil! Ella se dará cuenta que no hiciste ninguna denuncia. ¿Y por qué no
estás en el aeropuerto?
-
Le
digo que me secuestraron, que me drogaron.
-
Eso
es igual de tonto. Ven acá y pensemos con calma – concluyó Tala haciéndole con
el dedo una señal para que se acercara.
Kim la besó y de repente se apartó.
-
Fuiste
tú – le gritó –, hiciste caer ese avión para quedarte conmigo.
-
Me
descubriste. Por estar contigo mataría 239 personas y muchas más. Soy diabólica
– se burló.
-
Siempre
quisiste destruir mi matrimonio – gritó más fuerte Kim.
Tala soltó una carcajada y Kim la abofeteó.
-
¿Qué
te pasa estúpido? Yo soy la única persona que te puede ayudar ahora a inventar
una mentira… Era… la única persona, porque me voy – tomó las llaves de su auto
y salió de la habitación envuelta en una sábana.
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