"Alimentarse de carne es un vestigio del primitivismo más grande. El paso al vegeterianismo es la primera consecuencia de la ilustración".
León Tolstoi
Clemencia Gómez
Tolstoi pierde a su
madre a muy temprana edad. Desde el punto de vista sicológico la madre es quien de
manera inicial permite que el niño vea el mundo a través de ella, es el momento
en que el niño y la madre forman un solo mundo. El niño se mira a través de su
madre y por medio de ella, empieza a apreciar el entorno que lo rodea, a esa
edad el niño o la niña todavía están aprendiendo a percibir la realidad externa
y a comprender que la madre tiene una vida propia y que es imposible poseerla
realmente, pues pertenece a otra persona. La madre permite la entrada del
padre, rompe el huevo y lo lanza al mundo de la verdad. Hasta los cinco años
existe entonces un vínculo muy especial entre la madre y el niño generando seguridad, tranquilidad, sosiego,
agrado y placer. La pérdida de esa persona tan importante para el sano
desarrollo síquico y emocional del menor, podría generar ansiedad,
angustia y desubicación. La relación con la madre prepara el andamiaje funcional para todas las relaciones posteriores a las que se enfrente el menor durante
sus etapas de crecimiento. Por lo tanto una sana relación con la madre, puede
incidir en la creación de relaciones saludables, mientras que su pérdida o un
pobre apego hacia ella, pueden desembocar en relaciones conflictivas que
derivarán en dificultades emocionales y conductuales por el resto de la vida.
A los nueve años
Tolstoi pierde a su padre. El padre simboliza la norma, la ley, y posibilita al niño
acceder a la sociedad a la cultura. La
función del padre es la frustración, el límite, el encuentro con la
realidad, es él la persona que le dice al niño: “tu madre no es tuya, ella no vive
sólo para ti”. A los nueve años el niño pasa de la heteronomía, a la
conquista de la autonomía, debe aceptar las reglas del juego. En la etapa anterior a
los siete, las reglas venían de fuera, eran sagradas e intocables (aunque
puestos ya en el juego se olvidaban de que había reglas y no las tenían en
cuenta), pero en esta edad las reglas ya no están condicionadas por una
coacción exterior y se pueden modificar si todos los componentes del grupo
consienten en ello. A esta edad un niño se siente importante dentro de su
familia, queriendo que se le tome en serio, aunque necesita mucho de la
atención de sus padres, de los mimos. Es
el momento óptimo de la identificación con el padre de su propio sexo y tiene
una gran necesidad de diálogo con ambos. Si los padres actúan con habilidad, el
niño contará sin problemas sus vivencias, experiencias, deseos... y también
estará ansioso y atento por oír lo que sus padres quieren contarle.
Hay un detalle importante
en la vida de Tolstoi, la muerte de su padre deja en él una profunda huella en
su sensibilidad, que predispone su ánimo a un cierto temor religioso en torno a la
vida y a la muerte; siempre se resistió a la idea de la muerte de su padre. Queda
Tolstoi en manos de la tía Alina (Alejandra Ilinichna), quien a su vez es
víctima de los maniáticos celos de su esposo, en alguna ocasión intentó cortarle la lengua en
uno de sus estados de locura. Ella murió cuando Tolstoi no había cumplido los
12 años.
A los 16 años Tolstoi carecía de toda convicción moral y religiosa, se entregó sin remordimiento a la ociosidad, aunque se resistía asombrosamente las bebidas alcohólicas, jugaba a las cartas sin descanso y obtenía con envidiable facilidad los favores de las mujeres.
A los 19 años decide alejarse del ruido de las grandes ciudades y regresa a su tierra natal, donde se da cuenta de la miseria de las clases menos favorecidas y de sus propios siervos y desea ayudarles para que superen su propio estado, pero no sabe por dónde empezar.
En 1853 Tolstoi participa en la guerra de Crimea, en la que dio muestras de arrojo, tenacidad, intrepidez y sensibilidad exacerbada que lo lleva a despreciar la muerte. Con anterioridad demostró su sentido militar que lo condujo a escribir un plan de vida caracterizado por la búsqueda del perfeccionamiento.
Rousseau fue el primero pensador radical y revolucionario, cuya esencia se sintetiza en dos frases célebres que influyen en Tolstoi, «El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado», la otra, “El hombre es bueno por naturaleza».
Fueron varias las mujeres
que pasaron por su vida, algunas ocuparon sólo su imaginación y pensamiento y
otras fueron fruto de pasiones carnales y mundanas. Sofía se convierte
finalmente en su esposa, inocente muchacha de 18 años, deslumbrada por el
pasado aventurero de Tolstoi a sus 34
años. Él quiso que ella conociera sus locuras pasadas, entregándole su diario. Los
primeros años conyugales se caracterizaron por la felicidad, estado que se fue
deteriorando por los excesivos celos de Tolstoi y las diferencias conceptuales
y de convivencia. Al parecer la lectura de su diario fue uno de
los detonantes de las querellas y celos ya que ella dejaba al alcance de su
esposo en su diario, agravios que generaban peleas.
Tolstoi prefería ocuparse de hombres de carne y hueso, más que de héroes imaginarios. “Los ignorantes deben dedicarse a aprender y los instruidos deben enseñar”, decía Tolstoi. Se entrega a sus alumnos compartiéndoles las riquezas de su corazón y de su espíritu, resaltando en esta faceta de su vida, la compasión por los desposeídos, no sólo de dinero, sino de conocimiento. La admiración y la fama que despiertan sus escritos, afianza a aún más su vocación de renuncia a las comodidades, y piensa que el sufrimiento es una forma de acercarse a Dios. Alejarse de su familia lo lleva a la búsqueda de una vida de pobreza y renunciación. Se podría decir que su pasado azaroso lo lleva a encontrar el sosiego, aproximándose a Dios como esencia de vida.
Al investigar sobre la sonata número nueve de Beethoven encontré que el primer movimiento es predominantemente furioso, tormentoso, el segundo consiste en una serie de subidas expuestas en secuencia melódica. El tercero es un prolongado cántico final, un desenlace de sinfonía único, alegre y exuberante.
En 1889, León Tolstói usa la composición de Beethoven, como un ejemplo de que la gente puede ser arrastrada por sus pasiones desatadas, que van desde la furia, la contemplación y el desborde de felicidad, estados anímicos por los que pasa su personaje central Pózdnyshev/Tolstoi. La sonata tiene un carácter tormentoso, con un poderoso sentido del movimiento. Beethoven nos presenta retazos de lo que esperamos sea un melodía completa, pero siempre frustra nuestras esperanzas, el material se transforma ante nuestros ojos con infatigable energía en graciosas elaboraciones musicales que rompen nuestras expectativas por completo. Tolstoi también al igual que Beethoven, con los monólogos de su personaje central enfrentado a la levedad existencial, nos lleva a sentir frustración y desasosiego.
La obra literaria, al igual que la vida del personaje, se caracteriza por un movimiento en forma de olas que sube resaltando la pasión de Pózdnyshev/ Tolstoi. Cuando habla de su vida de adolescente y luego la conyugal, marcadas por grandes olas en vaivén permanente.
A continuación podría mencionar el contenido temático que hallo en los cinco movimientos de la Sonata a Kreutzer:
1-Muerte temprana de sus padres y de su
hermano preferido, vida sexual depravada, afición al juego, a la bebida y al
cigarrillo.
2-Críticas a una sociedad enferma y
corrupta.
3-Deseos permanentes de formalizar su
hogar con un sentido de pureza y de elevación espiritual.
4-La mujer como elemento de provocación
y atracción sensual y sexual del hombre.
5-Relación matrimonial acechada por la
duda, los celos, la culpa y el reproche permanente.
El segundo movimiento imbrica una serie melódica de subidas, expuesta en forma de secuencia marcada por voces descendentes que encuentran su timbre armónico en el juego de cuerdas y el viento-madera. De vez en cuando, se oyen pequeños motivos reminiscentes del tema de la introducción. Por ejemplo, en el clímax del compás 102, tras una subida muy sólida de la cuerda (a partir del minuto 4:25). Después del clímax se produce una baja en contrapunto en la que dialogan los vientos-madera. Sigue otra gran ola en forma de melodía rápida, marcada por violines y cuerdas (compases 132 y siguientes). Tras un nuevo clímax (minutos 5:42 y siguientes), entramos en el pleno desarrollo del tema.
El amor pasión no los ve Tolstoi
como complementos de la relación, sino como dos elementos distantes, el
primero te aproxima al cielo, en tanto que el segundo te lleva al infierno. "A
veces había palabras, explicaciones, hasta lágrimas, pero después miradas
sonrisas, besos abrazos, oh que vileza…". Fluctuaciones sobre las que recalca
el personaje, a las que se enfrenta en su relación matrimonial, el conflicto,
la discusión, la pelea y luego como se dice en el argot popular “debajo de las
cobijas todo se arregla”.
”Se admite que una
enfermedad es curable, que existe una ciencia y unos hombres, los médicos que
saben curar…” Y luego el personaje, más adelante pone el dedo en la llaga y se
contradice al plantear:"si la mujer fuera un animal, no se torturaría, tendría
fe en Dios y diría como las mujeres del pueblo, Dios nos lo dio, Dios nos lo
quitó".
La pregunta que salta a la vista del lector es: ¿si los hijos para
él y su esposa no eran motivo de alegría sino de sufrimiento, por qué tuvieron
una familia tan numerosa?
En el tercer movimiento
la sinfonía avanza y se
eleva sobre sí misma, mientras los coros llegan a niveles atronadores. Una
doble fuga da el contrapunto pausado que lleva al veloz y prolongado cántico
final, en un desenlace casi sinfónico.
La vida de Tolstoi al
igual que la sonata tiene un final único, su renuncia al mundo material para
entregarse a una vida austera y espiritual, alejada del bullicio, del elogio y
de la charlatanería. La vida del personaje, Pózdnyshev, es arrastrada por la
inseguridad y los celos, que lo llevan a asesinar a su esposa, como única salida a su desasosiego
permanente; ya no lo ataca la duda sino la certeza de la infidelidad. Es la muerte simbólica de
Sofía en la obra, que bien podría tomarse como el acto de liberación
de Tolstoi, de una vida compleja y cargada de contrariedades y desdichas, a cambio
de una vida de renunciación, espiritualidad y entrega a Dios.
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