María Helena Peláez
Basada en mis experiencias he observado que no hay casualidades, los sucesos acontecen cuando deben, cuando estamos en el lugar preciso y en el momento indicado. Los elementos de cada reino universal han evolucionado en la medida de los descubrimientos y avances naturales y tecnológicos, en la época apropiada. Veo que todo tiene una razón de ser y existe un propósito particular. Pienso que si no fuera así, no se lograría mantener el equilibrio del sistema, creado para experimentar acontecimientos y vivencias propias para el desarrollo de los seres. Hay un orden perfecto que no podemos percibir con los ojos. Si aprendiéramos a mirar en profundidad, activaríamos la claridad que llevamos dentro y pudiera ser que sintiéramos una sensación extraordinaria en cada instante que convivamos, permitiendo florecer a la vida plenamente.
No es lo mismo vivir que existir y hablo aquí desde
la perspectiva humana. Reconocemos que estamos vivos porque respiramos, pero
muchas veces no somos conscientes, lo hacemos automáticamente. Así ocurre con
muchas actitudes cotidianas. Vivir
realmente para mí, va más allá de unas funciones naturales, siento que el saborear
cada instante en alegría, compartir, observar atentos cada detalle a nuestro
alrededor, disfrutar de la belleza del universo, valorar y cuidar los regalos
que nos brinda la naturaleza; asumir los roles que la vida va poniendo en cada
etapa y sortear las situaciones imprevistas, son algunos de los muchos ejercicios
sanos que nos pueden llevar a decir: ¡estoy vivo!
Es bueno recordar que estamos de tránsito en este globo
terráqueo y sería fructífero aprovechar cada segundo. Hay momentos en que se
nos va la vida tratando de justificar acciones por quedar bien, desperdiciamos
el tiempo buscando culpables en lugar de sentir el fluir de vivir, y es tan
sutil tal escape, que no somos conscientes de la enorme pérdida. Sólo la
apreciamos cuando estamos cansados de batallar. A algunas personas se las
percibe agotadas, ocupan la mayor parte del tiempo resistiéndose a las
experiencias que les ha correspondido vivir. Luchan por controlar y poseer sin
medida, pero poseer no es el inconveniente, el asunto es cuando se establece una
relación obsesiva con los objetos materiales y se olvida la parte interna,
donde está la más grande riqueza. En los esfuerzos realizados no encuentran un
halo de esperanza, han perdido el sentido común de la vida, y el de ser felices
a pesar de las circunstancias.
Ser felices nos podría conducir a una vida más amena y plena. Estar serenos, no implica que todo tenga que
salir a la perfección, es aceptar la vida como es; a veces nos suceden
situaciones que visualizamos como obstáculos y puede que allí esté la enseña de
vida que requerimos para trascender un acontecimiento que era necesario cambiar
y crecer en sabiduría. Aceptar la fluidez
de la vida es tratar de permanecer en estado armónico, de paz el mayor tiempo
posible, independientemente de si las cosas no salen como yo hubiese querido, o
si me gustan o no los resultados; es aceptar que no está en mis manos cambiarlas. Mira la vida como un manantial que fluye por
sí solo.
La experiencia nos muestra que se le otorga sentido
a la vida cuando llegamos al punto de la comprensión y el discernir; cuando
llegamos a la sensibilización y a encontrar la misión o propósito existencial, lo
que vibra con cada uno y nos produce gozo y alegría. Sería bueno continuar con
el proceso de auto-observación que nos lleve a descubrir qué es lo que nos
falta por hacer -para mí y para los otros- aprovechando los talentos. La
presencia de cada ser es importante para completar el gran tejido universal, si
faltare una sola pieza no se completaría la gran obra, así como ocurre con un
rompecabezas.
La vida en sí es una perfecta obra, bello presente que
nos dieron para gozarla con todo. ¿Cómo la quieres vivir? Es tu escogencia; por fortuna tenemos la
libertad de elegir lo que quiero hacer con mi existencia, respetando que hay
otros que también están en la misma posición. El tránsito por la vida está lleno
de innumerables posibilidades. Al elegir por voluntad, con una consciencia más
despierta, lo sano es hacernos responsables del resultado de cada elección. No
podemos culpar a otros por los frutos obtenidos de nuestra decisión. Por
ejemplo, cuando nos fijamos metas asequibles lo hacemos convencidos que vamos a
llegar a donde queremos; nunca es nuestra intención claudicar, sólo que a veces
es necesario realizar algunos cambios en la planeación inicialmente programada,
producto de sucesos inesperados que se pudieren presentar y que no están a
nuestro alcance resolver de momento. Es allí donde se aprovecha la pericia, saber
sortear el vaivén de la vida para no dejarse amilanar.
Para comprender mejor las vivencias, a veces me
pongo a observarme, igual que observo a algunas familias, parejas, hijos,
amigos, compañeros, vecinos, conocidos, y aunque todos deseamos la felicidad -deseo
intrínseco de cada humano- se siente que el trabajo para conseguirla, es un
poco egoísta, prima el deseo particular que el universal. Cuando uno solo desea la paz para sí, sin importar que el otro carezca
de ella, estaría cerrándome al beneficio de obtenerla. Lo que yo pido para mí sería
bueno compartirlo con los que están a mí alrededor. Cuando doy recibo y
viceversa. Estamos conectados de una manera integral los unos con los otros y
con todo el universo y aunque no veamos los lazos invisibles que nos unen,
existen realmente.
Vivir la vida plenamente es algo maravilloso. Sería
bueno preguntarnos ¿Si no vivo la vida ahora, qué me quedaría? Pienso que debemos ser responsables con ella. Asumirla
nos da una llave para abrir muchas
puertas. Por ejemplo, siendo responsable en el trabajo, en el hogar, con la pareja,
consigo mismo y con las situaciones cotidianas. La vida continúa, la tierra
sigue girando, no deja de hacerlo porque yo no actúe. Las personas también continúan
en su propia evolución, a paso y ritmo muy particulares. Resistirse a los
cambios, no detiene los procesos universales.
Todo en la vida es acción y ello conlleva
movimiento de fuerzas contrarias, cambios, saltos, progreso. Un ejemplo muy
claro y contundente es el hecho de la llamada muerte física de cualquier
humano. Te hablo a ti amigo lector. Al irte, dejarás todo lo tuyo, no te
enterrarán con tus pertenencias, ellas pasarán a otras manos y la vida
continúa. En tu trabajo te reemplazarán irremediablemente. Tus hijos y familia
te recordarán con amor e igual continuarán su vida. Por más que tu compañero (a) te ame no se irá
contigo a la tumba, la vida sigue. Los avances tecnológicos siguen, los
inventos, descubrimientos, proyectos, y la economía mundial también. Ningún ser
por especial que sea será vital o indispensable para el desarrollo, evolución y
continuación de la vida, suena tremendo decirlo, pero es una realidad que no se
puede esconder.
Debemos actuar hoy. Afianzarse en la voluntad para
hacer los sueños realidad es de valientes. Se ha comprobado que a una persona con
una voluntad contundente y con ánimo por lograr sus metas, nada ni nadie le derrumbará
sus proyectos.
Con los procesos del diario vivir deberíamos tener
una pequeña complicidad, quiero decir, en lugar de pelear, es mejor hacerse
amigo. A los miedos, dudas, e incertidumbres, es mejor no temerles, ellos son
una oportunidad para nuestro crecimiento, nos ayudan a autoevaluarnos, nos
encaminan a la compresión del para qué en mi vida, me muestran qué debo
aprender para mejorar mi estadía y en casos más drásticos diría que yo, que nos
empujan a realizar cambios que no teníamos previstos realizar.
Sería sano no dejarnos dominar por completo de las
limitaciones, así se podría minimizar los riesgos y tropiezos de las barreras
que pudieren impedir el desarrollo de lo que quiero y necesito para mí
evolución. Los estados desalentadores, se pueden trascender poco a poco, valiéndonos
de la motivación. Cuando una persona tiene motivación por algo específico y vibra
con ello, se entrega a la vida, suelta lo que le frena, abre su campo de acción
y se levanta. Las caídas y todas las vivencias nos moldean para hacer de
nosotros una mejor versión cada día.
A veces es bueno hacer como los que practican
deportes extremos, que saben lo que quieren y se concentran en alcanzar su
objetivo. Lo que más quieren es sentir, vivirlo, por eso deciden saltar al
vacío desprendiéndose y abandonando lo seguro, aventurándose a obtener un nuevo
reto para ver algo diferente desde las alturas, tener otra perspectiva de vida,
sentir nuevas emociones, gozar de nuevas visiones y observar un panorama que
nunca habrían podido experimentar por estar en un estado de confort.
Amigo lector, te invito a que seamos como guerreros
de las alturas, para ellos todo es posible, tienen la certeza que lo lograrán
pues nace de su firme voluntad. Le ponen toda la energía, el empeño, las ganas,
la pasión, la emoción y finalmente el resultado está relacionado con el estado
interior. Logran sus metas, gozan aunque sientan un frío
en el estómago por atreverse a lo
desconocido.
Para lograr disfrutar y gozar de la vida sería
bueno procurar proporcionarnos momentos de quietud y de silencio en el que te puedas
encontrar contigo en el profundo vacío, el espacio secreto en donde nadie más
puede caber más que tú mismo; tratando al máximo de acallar la mente, no para
dejar de pensar, sino para liberarla de pensamientos que no nos dejan ser, así se
puede comenzar a sentir mejor la vida, aceptando todo lo tuyo, tu forma
corporal, tu manera de ser, tu forma de pensar, tu manera de sentir, y también
aceptar a los demás como son.
La vida es muy sencilla,
disfruta cada etapa con la energía posible. y logra integrar lo puro e impuro, las
alegrías con los dolores, los vicios y las virtudes, la confianza y la desconfianza,
y la oscuridad y luz. Todas las vivencias, incluyendo las desacertadas, nos
conducen a un pulimiento personal, al nuevo despertar y al milagro de la vida,
a percibir el mundo de una manera más sutil y armoniosa, sintiéndonos en una
nueva sintonía que nos permite recrearnos y visualizar la unidad.
La invitación nuevamente es: vivamos y saboreemos. El instante es nuestro, nadie nos lo podrá quitar.
Somos importantes, sí, mientras estemos
aquí desempeñando unas funciones y realizando la misión que sentimos es la
nuestra. En el hoy, existen muchas oportunidades para recomenzar, intentémoslo
al menos. A vivir entonces la vida a
plenitud, que no te quede nada por hacer de lo que te has propuesto y ten
presente que lo que hagas, vaya también en beneficio de todos.
Abre de nuevo tu corazón. Descubre tu verdadera naturaleza,
simplemente sé tú mismo, usa tu energía interior, descubre la esencia en ti,
construye el camino desde tu propio diseño de vida; no tomes modelos de otros. Sé autentico.
Sería bueno dejar una linda huella en nuestro camino,
tomando la opción del amor presente, aun si no eres consciente, como no eres
consciente de los latidos de tu corazón. Tratemos de sacar la ternura y bondad que hay
en cada uno, propongámonos fomentar la humildad en nuestros actos, tratemos de
ser comprensivos y compasivos con quien nos pide ayuda, hagamos el esfuerzo de tratar
con dulzura a quien nos necesite, tratemos de mantener la serenidad y armonía,
como bandera.
Te invito a ser luz en el camino de otros, así la
luz brillará siempre en nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario