Las desventuras del cocli

Adolfo  Escobar

Bastaron cinco lustros para que un conjunto de obras civiles realizadas en la ronda del río Cauca  incidieran en la disminución de las más de 160 madreviejas, humedales y lagunas  que existían  en la década de 1950,  con una extensión de 17.500 hectáreas,  hasta quedar en la década de 1980 con los 49 humedales lénticos con una extensión aproximada  de 2.950 hectáreas y dos ciénagas siendo la laguna de Sonso o del Chircal, con un área de reserva de 2,045 hectáreas,  la única laguna sobreviviente en el valle alto del río Cauca.

En el municipio de Zarzal se recrea la desventura del Coclí  (theristicus caudatus).  Un ave de gran porte, estridente grito nasal y repetido  ”clamp”, similar al sonido de una bocina de auto, colores variados y  cuello bulboso. Su nombre significa Ibis de cola cuadrada. Eran habitantes naturales de las lagunas de inundación y ciénagas que formaba el rio Cauca a su paso por Zarzal. En la estación del ferrocarril del Pacífico, los expendedores de alimentos  vendían a los pasajeros una carne de ave promocionándola como si fuese carne de gallina, solo que en la bandeja no exhibían las patas, las alas, ni el pescuezo del coclí.

En la actualidad el coclí es la especie emblemática de Zarzal y en su memoria  se  erigieron  dos monumentos ubicados uno en la estación del ferrocarril y el otro en el parque del Barrio Bolívar testificando     la desecación de los humedales;  la migración del coclí por destrucción de su hábitat natural  y  la constancia histórica de un   plato típico que   degustaron los usuarios  de los trenes de carga y de pasajeros durante la parada en la estación del ferrocarril. Los cazadores, expendedores y pasajeros quedan  exonerados de toda responsabilidad por la desaparición  del coclí del paisaje zarzaleño.