Adriana Lucia Yepes
Una tarde de consulta médica en el lugar de siempre, pequeño,
cálido por la música y el aroma dulzón de una vela, pero un tanto frío por la
temperatura ambiente. La médica inicia su jornada ubicándose frente al computador,
en ese preciso momento ingresa Esilda y saluda, lleva un vestido colorido y
ajustado que muestra todo y no muestra nada, finalmente cubre gran parte de su
ser. Ella ingresa despacio con el sabor que la caracteriza, trae consigo sus
“males” como suele denominar sus enfermedades. De la mano su hijo Casimiro de 8
años, de ojos negros, grandes y expresivos, pestañas largas y de piel caoba
reluciente, un tanto más clara que la de su madre.
El pequeño ingresa
observando y tocando todo. Su madre lo reprende una y otra vez, pero solo logra
una sonrisa complacida de Casimiro y de ninguna manera la quietud y obediencia.
Bueno Esilda, ¿en qué te puedo servir? pregunta la médica, incorporándose. Esilda
se torna pensativa: ay médica, si le contara. Tengo un brote aquí en la pierna
y en la cara. Que me rasca y me pica, viera usted. Se aumenta en el día y se
calma en la oscuridad. No sé qué me pasa porque no he comido nada más que mi
pescado de siempre. Tampoco he tomado remedios. Solo la inyección que usted me
manda para no tener más hijos, y ya. Casimiro, quédate quieto hombre, repetía
una y otra vez. Pues sí médica. Como le decía, es un brote aquí y aquí. Ya
llevo un mes con este mal que ahora sí me va a matar. Ya no me deja en paz ni
un momento. La médica afina el interrogatorio y hablan de otros temas como su
marido, el trabajo y los hijos. Luego de examinarla encuentra que el brote tiene
signos de rascado. La ausculta y la palpa. Esilda tenés una alergia. No es nada
grave. Te vas a mejorar con unos remedios que te voy a formular. Vas a tomar
unas pastillas que te ayudarán con tanta rasquiña, te vas a aplicar una crema
en la pierna y una loción en la cara. Ambas dos veces al día, no te vayas a confundir.
Si médica, ya entendí. Posteriormente se inicia la atención de Casimiro. ¿Decime
qué te pasa? Yo no vengo por ningún mal. Solo quiero un papel para la escuela,
para matricularme. Es ahí cuando Esilda informa que necesita un certificado
médico para matricular a Casimiro, pero que él está muy bien de salud. Casimiro
estás muy bien. No te voy a recetar nada, ni purgantes que tanto te disgustan.
Casimiro continúa: Médica, ¿y a mí por qué no me manda también una loción de
esas que le mandó a mi mamá?, si a mí también me gusta oler bueno.
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