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lunes, 27 de abril de 2020

El universo de los ordenadores




   Capítulo X del  Desafío Americano  Jean Jacques Servan Schrisber



      

En la Casa Blanca existe un asesor especial para estudiar las nuevas posibilidades que brindarán los ordenadores en materia de información y de comunicación. Este asesor ha sido, hasta 1967, William Knox, que dirigió, durante veinte años, los laboratorios de investigación de la «Standard Oil» de New Jersey. En su calidad de consejero presidencial, Knox hizo una exposición del futuro del ordenador, de la cual ofre­cemos aquí lo más esencial.
Por primera vez desde la invención de la escritura, el hom­bre tendrá muy pronto la posibilidad de comunicar —de trans­ferir información— utilizando simultáneamente los dos medios que tiene a su disposición: la escritura y la palabra. Podrá servirse de la considerable cantidad de documentación (im­presa) que existe actualmente en el mundo, y que está teórica­mente a su disposición, de una manera tan ágil, directa y sen­cilla como si estuviera conversando con su vecino. Esto es lo que la moderna tecnología de los nuevos ordenadores tiene que aportarnos.

Golpes bajos


Jorge Enrique Villegas 
  


 Chester se acostumbró a seguir los recorridos de Salomé. Quería descubrir,  observándola, las razones que la llevaron a despreciarlo y sanar la herida que se había posesionado de su ánimo. A veces se cruza con él en las calles o en los lugares donde entra, lo mira y no expresa ninguna señal de reconocerlo. No comprendía qué pasó en la mente de Salomé que no volvió a advertir lo que había sido familiar entre ellos, la casa, el barrio, los bares en los que bailaron y las tantas veces que vieron estrellas. Lo que más le extrañaba era la aparente pérdida de capacidad para reconocerse así misma. Por esto Chester se transformó en su guardian. Le paga lo que usa o se lleva de las tiendas. Los que la observan piensan que son “manías de mujer llena de bronca”o “se hace la loca” en el decir de otros. Hoy ingresó a un restaurante cerca de la estación de trenes.  “Soy Silvia”—dijo—, hizo malabares, gesticuló y comenzó su relato: “fui destruida desde mi niñez. Fui querida, bailarina y reina en otras épocas, fui usada…”. En silencio los pocos clientes que almuerzan la escuchan.

lunes, 20 de abril de 2020

De Macondo a Yaburí




Entrañables reminiscencias de un viejo muy viejo que gusta de rumiar sus recuerdos

           J. Iván Pérez 

De niños era fácil treparse a la alfombra mágica y halada que describían los cuentos de la edad. Ahora de viejos, con más dificultad pero con mayor empeño, se hace necesario aferrarse a la memoria que rescata los recuerdos, como restos de naufragios que aparecen cuando quedan atrás las etapas de la existencia personal.
Eso es lo que parece haber sucedido con nuestro entrevistado, un viejo, muy viejo, que gusta de rumiar sus recuerdos y rescatar remembranzas y personajes sobrevivientes de obligadas ausencias, surgidas de los años de fuga obligada desde su entrañable pueblo de origen: Anorí. Pueblo paisa sembrado por manos de arrieros y mineros, aupados por aventureros españoles, en los agrestes riscos del nordeste antioqueño. Pueblo donde logró, apenas, alcanzar la estatura que lo distinguía entre los alumnos de su entrañable escuela veredal. 
Eduardo Toro Gutiérrez, es su nombre. “Poeta, prosista, gallero, amante del tango, cultor de la amistad, funde con persistencia de condenado en sus relatos, la más alegre nostalgia con la alegría socarrona de sus años”, según la apreciación de uno de sus editores.

Del coronavirus al síndrome del puercoespin"

“A mis amigos les adeudo la paciencia
de tolerarme las espinas más agudas,
los arrebatos de humor, la negligencia,
las vanidades, los temores y las dudas”
Alberto Cortés


J.Iván Perez


Introducción
          
En tiempos de crisis como los que nos depara el segundo decenio de un siglo que se esperaba más propicio, no sobra ningún aporte a la reflexión y a la introspección sobre lo que está ocurriendo durante esta pandemia, en especial lo que toca con la unidad familiar.  
No deja de ser una paradoja que la proximidad e intimidad familiar, que se acrecientan por causa del aislamiento forzoso a que nos somete tal calamidad orbital, sea una amenaza para su integridad.
Estamos convencidos de que las disciplinas de la salud y de la sanidad mental personal y social, tienen cosas para proponer en favor de mantener y acrecentar la unidad del grupo familiar.  Por tal razón, realizaremos una aproximación al análisis de lo que denominamos el <Síndrome del Puercoespín>, para dar con ello nuestro aporte reflexivo a la realidad que vivimos.

sábado, 11 de abril de 2020

“Nace la paz, la calma, la esperanza y la felicidad detrás de las montañas”


Yolanda Delgado

                    Carmiña  Navia Velasco  nació  en   Cali.  Estudió Literatura e hizo Maestría en  Lingüística en la  Universidad  del  Valle. En 1978 viajó a  España  a cursar el  diplomado  en  Lengua y  Literatura Española  en  el Instituto   Iberoamericano de  Cooperación. Es pionera   de   los   estudios  literarios con enfoque de género en  Colombia.   Se   vinculó   a  la  Universidad del Valle como profesora titular  de la  Escuela de  Estudios Literarios  y directora de la  maestría  en literatura Latinoamericana  y  Colombiana.  Cofundadora  del  Centro   Cultural  Tejiendo Sororidades, una organización  que beneficia  a más de mil mujeres. Connotada activista de la vida  cultural, literaria y feminista de la ciudad. Es religiosa de  la Comunidad Javeriana. Con su obra “Guerra y Paz en  Colombia: la  mujeres escriben” ganó el  Premio Casa de las  Américas ( 2.004). La  Universidad   del  Valle  le otorgó Doctorado Honoris, por haberle    hecho  grandes aportes a la  academia.  La única mujer que hasta   hoy   ha recibido  la distinción, en 2013.

La última lectura de mi padre



                                       José David  Tenorio  Garcés


      Mi padre (José David Tenorio) murió a la una de la tarde del 18 de abril de 1969, en Cali, a la edad de 75 años. Víctima de  la ELA. Ere era de gran fortaleza física, apuesto, caminaba firme y derecho y su voz era recia. Hasta cuando le empezó la enfermedad nadie (excepto los que le conocían) acertaba con su edad, calculaban que estaría entre 50 y 55 años.