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miércoles, 21 de julio de 2021

La Perra: lo agreste en el psiquismo humano

 Luz María Gómez

















       La Perra, escrita por Pilar Quintana, es un despliegue de prosa poética, cuenta la relación intensa entre Damaris y su perra Chirli,  asumida como la hija que no pudo concebir y educar. La fuerte relación gira en torno a la maternidad y fluye bien en un principio. El drama se desencadena cuando Chirli comienza a escaparse por las noches y se complica mucho más, cuando  descubre, por la observación de Rogelio, que la perra está embarazada; es aquí cuando nos sorprende Rogelio con el apoyo que le brinda a Damaris en la búsqueda del animal; además la atiende y la socorre cuando Damaris se niega a hacerlo. El repudio hacia la perra se acrecienta. No puede aceptar que escape de su dominio y peor aún, que sea madre y no atienda a los hijos. Le angustia la pérdida de  control, semejante a lo que pueden sentir muchas madres cuando sus hijas adolescentes se escapan y regresan embarazadas.

Es importante señalar la relación que existe entre la novela  y Yerma, la obra de teatro de Federico García Lorca. En una entrevista, Pilar Quintana reconoció su influencia. Recordó el impacto que le generó su lectura, por el tema de la maternidad. Cuando escribió La perra, no fue consciente. Se percató más adelante cuando un amigo le hizo la observación. En Yerma la protagonista también ansía quedar embarazada. Al no lograrlo, asesina a su marido.  Damaris también ansía quedar embarazada. No lo logra, no mata a su marido; pero al final mata a la perra y posiblemente atentará contra su vida. Las protagonistas de ambas obras no viven la sexualidad con placer y mucho menos como expresión de afecto por sus parejas; la sexualidad queda relegada al plano animal. Es el medio para procrear. Al no alcanzar la meta de la maternidad, ambas protagonistas se sienten destruidas. Paradójicamente, cada una busca la sexualidad o la desea con seres diferentes a sus esposos. La protagonista de Yerma recuerda y desea con frecuencia una relación que no pudo ser y Damaris, satisface su deseo sexual  masturbándose.

Damaris fue un ser maltratado desde su infancia. Primero vive el abandono de su madre a la edad de cuatro años. Queda al cuidado de su tío Eliécer, quién la agrede físicamente y la culpabiliza por la muerte de Nicolasito. Recibió de él, 34 latigazos. Uno por cada día de desaparición del cuerpo. Cargó toda su vida el sentimiento de culpa y sin embargo la vemos como un ser resiliente que anhela ser madre y realizarse de cierta manera como mujer. No lo alcanza y sale de lo más profundo de su ser, el maltrato por largos años recibido lo desahoga en la perra y posiblemente contra sí. Atentará contra su vida. La encontrarán al lado del cadáver de la perra. A ambas se las devorará la selva como a Nicolasito el mar. 

El final cierra con el drama: “Así que pensó que tal vez debería irse al monte, descalza y apenas en su licra corta y su blusa de tiras desteñida y caminar más allá de La Despensa, la estación del cultivo de peces, los terrenos de la Armada, los lugares que había recorrido con Rogelio y los que no había llegado a conocer, para perderse como la perra y el niño de las cortinas de Nicolasito, allá donde la selva era más terrible.” (pag 97, Penguin Random House, Grupo Editorial).

EL Otro personaje  es la naturaleza. Se presenta bella, seductora y amenazadora. Damaris y los personajes de la región del pacífico, se enfrentan a dos desafíos: el mar y la selva. Ambos atrapan por su belleza; pero atemorizan por devorar vidas. La representación de los dos escenarios, la percibimos con toda su tragedia, cuando Nicolasito cae al mar y Damaris se siente desconsolada en medio de la selva. Pilar Quintana nos lo presenta con fuerza dramática y poética en una  hermosa metáfora que equipara mar y selva: “Arriba las capas de los árboles se juntaban y abajo cruzaban sus raíces. Los pies se le enterraban en la alfombra de hojas muertas del suelo y se sumían en el barro y ella empezó a sentir que la respiración que escuchaba no era suya sino de la selva y que era ella- y no Nicolasito- la que se estaba ahogando en un mar verde repleto de hormigas y plantas.” (pág 24, Penguin Random House, Grupo Editorial). La naturaleza como personaje fluctúa. Igual el comportamiento humano. La escritora magistralmente los relaciona y alcanzamos a percibir como lectores, una especial simbología en el paisaje natural agreste.

El final de Damaris y la perra en la selva, es significativo. Terminarán devorados por “el mar verde”. Fue su espacio común, así como el mar lo fue para Rogelio. El final me sorprendió en parte. Presentí un final trágico para la perra; pero supuse que el causante del daño iba a ser Rogelio. La personalidad de Rogelio me pareció interesante porque mostró los sentimientos que pueden ocultarse en seres aparentemente toscos y fríos. La relación con la perra Chirli, le permitió aflorar expresiones de afecto, que alcanzaron a rozar a Damaris, cuando la acompañó en los momentos más difíciles por la desaparición y su búsqueda. Fue una hermosa oportunidad que perdieron los tres. Pesaron muchos años de maltrato y resentimiento en la reacción de Damaris, cuando Rogelio le recriminó por haber quebrado la vajilla nueva con sus pesadas y toscas manos de hombre.

Para cerrar, destaco la gran importancia que cobra la perra como personaje. La relación de Damaris y Rogelio con ella generó la salida a flote de sentimientos ocultos. Sentimientos que mutaron de rechazo a aceptación en Rogelio y de aceptación a rechazo en Damaris; el Rogelio tosco, frío y poco afectuoso, se tornó en un ser solidario, colaborador y afectuoso y la Damaris sensible, generosa y desprevenida, se transfiguró en un ser dominado por el dolor, el resentimiento y la culpa  que la cegaron y condujeron al dramático suceso que conocemos.

1 comentario:

  1. Si, es una obra muy fuerte de la cual haces un análisis muy acertado. Los sentimientos ocultos que afloran ante un ser que permitió que ello se diera a costa de las tragedias de sus vidas

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