Eduardo Toro
“Amo el amor de los marineros
que besan y se van”
P. Neruda.
Centros de la palabra en Armenia, Cali, Bogotá, Medellín y Valledupar. Red de talleres de escritura creativa y tertulias literarias para adultos mayores. Fundación Casa de la Lectura, Relata- Red nacional de talleres de escritura creativa apoyada por el Ministerio de Cultura, Comfandi y Coomeva.
Eduardo Toro
“Amo el amor de los marineros
que besan y se van”
P. Neruda.
Mi muy querida e inolvidable Emma:
Ayer en casa de tus padres conocí a tu hijo mayor. Fue un golpe de gracia a mi pasado. Al pasado que nos une desde el recuerdo, desde el corazón y desde el espíritu. ¿Te acuerdas? No sé si tú, pero yo sí, al ver la figura de tu hijo Antonio. No quiero imaginar por qué le pusiste ese nombre. Volví a caminar enamorado abrazado a tu talle por las alamedas de Viena. Y recordé tú último adiós, aquel adiós que todavía me aturde.
Jesús Rico Velasco
El líder social y religioso, Martin Luther King Jr. defensor de los derechos civiles fue asesinado en un motel el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee. Un jueves a las 6.05 de la tarde cuando un franco tirador disparó mientras estaba conversando en el balcón de su habitación en un segundo piso del motel Lorraine.
Un recusable blanco de nombre James Earl Ray de familia pobre y bajo nivel educativo ejecutó a sus cuarenta años un crimen de impacto mundial. Algo no les ha permitido a los investigadores y analistas ver con claridad los motivos ni las causas suficientes para disparar desde la ventana de un baño en una edificación contigua a una persona detenida en un balcón vecino. Quedó la duda sobre el desempeño real de un asesino que actuando “solo” ejecutó un crimen que marcó la historia de los derechos humanos y civiles en los Estados Unidos y en el mundo.
Gustavo Urrego
Todo comenzó el día que supo que estaba muerta, se lo dijeron en la registraduría, a donde había llegado por la pérdida de su cédula. Había denunciado la pérdida y faltaba solicitar una copia, por eso le sorprendió escuchar al funcionario en la ventanilla decirle:
- ¡Usted
está muerta!
Saberse muerta fue diferente a lo que imaginaba que era estar muerta, no volver a levantarse de su cama y desprenderse de la vida en un sueño.
Querida señora y madre de la poesía:
No sé a qué lugar de la vida o de la muerte dirigir esta carta. La escribo a la orilla del aire para que el viento la lleve y la lean tus ojos de libanesa triste, los mismos ojos que contemplaron las tardes, los jazmines y el mar de tu arenosa Barranquilla.
Si supieras mi cercana señora del jazmín, cuanto agradezco a la poesía poder decir tu nombre y, en él, nombrar la miel del colmenar y mil veces seguidas pronunciar mar de ausentes caracolas; deshojar tus jazmines y escuchar el son de tus poemas tejidos con hilos de coral.
Tus
versos azules, embriagados de mar, se quedaron dormidos aventando las redes
para pescar la luna. Dicen los pescadores que a tu corazón marinero le
crecieron alas para volar hasta el cielo a poner reverente un jazmín y un poema
a la diestra del Espíritu Santo.
Sin más por ahora, me despido de ti con el mismo acento amoroso y lejano con que nombraste al rio de la Magdalena, al jazmín, la rosa y la melancolía.
Eduardo Toro