Jesús Rico
Velasco
«Si puedes encontrar a alguien con sentido común que te aconseje aceptar ese viaje, entonces te daré mi consentimiento.» Le dijo su padre antes de acceder a que Darwin realizara el viaje. Su tío Josiah y otros miembros de la familia Wedgwoods dieron sus opiniones y argumentos de apoyo para que Darwin aceptara la posición de naturalista ofrecida por el capitán Fitz-Roy en la expedición del Beagle obteniendo finalmente la aceptación de su padre.
·
La herencia como resultado de la reproducción
es un factor determinante en el origen y crecimiento de las especies.
·
La variabilidad es una constante natural como
acción directa o indirecta de las condiciones de vida, y por el uso o desuso de
los elementos ambientales.
·
El crecimiento elevado de las poblaciones que
conduce a la lucha por la vida y como consecuencia a la selección natural con
divergencia de caracteres determina la
extinción de las formas menos perfeccionadas.
Darwin describe de forma textual el proceso de
selección natural de la siguiente manera:
Como de cada especie nacen muchos más
individuos de los que pueden sobrevivir, y como, consiguientemente, hay que
recurrir con frecuencia a la lucha por la existencia, se deduce que cualquier
ser, si varía, aunque sea levemente, de algún modo provechoso para él, bajo las
complejas y a veces variables condiciones de vida, tendrá mayor probabilidad de
sobrevivir, y de ser así seleccionado naturalmente. Según el vigoroso principio
de la herencia, toda variedad seleccionada tenderá a propagar su forma nueva y
modificada.
El
domingo 17 de marzo de 2013 con mi
familia viajamos de Colombia hacia Guayaquil donde pasamos la noche. Al siguiente día salimos hacia las Islas Galápagos, el
avión aterriza en el Aeropuerto Ecológico de las islas
Galápagos localizado a 1000 kilómetros de Ecuador en la isla de Baltra a donde llega
el 70% de los pasajeros. Mis
pensamientos se agitaban al estar pisando el mismo suelo
que hace un poco más de 190 años el gran científico Charles Darwin había
pisado.
Las
islas Galápagos son la segunda reserva marina a nivel mundial, declaradas
Patrimonio de la humanidad en 1978 por la Unesco. Constituye una provincia de
Ecuador conformada por tres Cantones: la Isla de Santa Cruz, San Cristóbal, y
la Isabela. Muchas islas en el territorio marino configuran en realidad el archipiélago de Galápagos. Al
entrar en el aeropuerto de Baltra se
paga una visa de 25 dólares por persona
mayor de 12 años. La región es
hábitat de especies como las tortugas Galápagos, las tortugas terrestres
más grandes que han resistido el paso de
los años, las tortugas marinas, las ballenas que vienen por la corriente de
Humboldt en sentido sur-norte buscando
sus acostumbrados sitios para la reproducción y aglomeraciones de varias clases de tiburones, delfines, y
aves como los piqueros de patas azules. En la visión marina se resalta la
belleza de los arrecifes de coral, las
curiosas iguanas negras en las playas, lagartos, cormoranes y leones marinos.
De manera ocasional se pueden
observar pingüinos provenientes del sur.
Un archipiélago con un ambiente marino y terrenal de una diversidad que
impresiona a los visitantes y atrae la atención de los científicos
naturalistas. Los turistas en su mayoría provienen de Europa:
Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica y Holanda. Los procedentes de países como Colombia y
otros de Latinoamérica son más limitados por los costos y los
intereses particulares relacionados con
las teorías sobre la evolución de Darwin.
Lunes 18
En
lanchas rápidas nos trasladamos hacia la Isla de Santa Cruz en donde nos
hospedamos en el Hotel North Seymour con excelentes instalaciones y
acomodaciones. Salimos a la calle para
empezar nuestro recorrido con una visita a la “Estación Científica Charles
Darwin”. Tuvimos la oportunidad de
conocer la directora de la biblioteca Mrs. Elizabeth Garden una mujer madura,
piel curtida por el sol y sonrisa jovial voluntaria en la Fundación desde hace más de
20 años a quien le hice entrega de un texto que recién había publicado en
Colombia sobre “Sociología e investigación en gerencia de servicios de salud”
(2010). Visiblemente emocionada por la
visita y el regalo lo ubicó en los anaqueles de la biblioteca como una
publicación recién llegada y como recuerdo de nuestra visita en familia. Por
las instalaciones de la Fundación pasan anualmente una cantidad importante de
estudiantes de posgrado, científicos naturalistas, filósofos, sociólogos,
antropólogos y otros estudiosos de las
ciencias físicas y naturales.
En la
entrada a la estación científica hay un busto de Charles Darwin con el cual se
rinde tributo a las investigaciones realizadas durante su permanencia en las islas
galápagos. Todo el ambiente es señalador
de cambios producidos por las variaciones en las plantas y en los animales.
Empezamos por reconocer una cantidad de cactus gigantescos con troncos muy fuertes, largos y desnudos
con sus hojas en la parte alta como adaptación al ambiente insular. Una parada
obligatoria para todos los visitantes es en las instalaciones del nombrado “solitario
George” una tortuga macho último de la especie Pinta que vivió
en aislamiento porque no encontró
la forma para reproducirse, murió a los 102 años.
Al salir
de la fundación e iniciar el recorrido
hacia la población con mi esposa vimos una tienda y compramos para ella unos
aretes con forma de patas de piquero y para nuestra hija un bello libro para
colorear con las ilustraciones de los
animales de las islas. Al continuar
contamos con la suerte de encontrar
un pequeño lobo marino próximo a la
playa que se dejo acariciar, nuestra hija
lo buscó en su libro y lo coloreó, ahora su propósito se convertía en
conocer a todos los animales que aparecían en el libro.
Observamos
también en el muelle un hombre despedazando un enorme pescado que colgaba de su
cola para la venta, notamos con
extrañeza que en lugar de perros y gatos esperando por trozos caídos había
sólo lobos marinos. Luego nos enteramos de que existen leyes de conservación y
manejo en las islas, entre ellas, “una prohibición” de la tenencia de animales domésticos
como medida precautelar para
evitar modificaciones en la cadena alimenticia, transmisión de enfermedades y la depredación de iguanas, lobos marinos, y otros animales que habitan
las playas como los cangrejos rojos de gran atractivo y abundancia. Al
igual que un control de inmigración y residencia para contener el número de
personas que las habitan.
Martes
19
Realizamos
un recorrido por la bahía en Santa Cruz
por un sendero denominado “Las grietas” de difícil circulación.
Desde una colina formada por rocas
volcánicas de formas y colores diversos
se observaba una angosta grieta
de aguas marinas cristalinas. Se podía
nadar en un espacio reducido, observar
cantidades de peces de colores, y de
pronto una inquieta tortuga Carey
dispuesta a mostrar su hermoso
caparazón con destellos de
colores. Sobre una roca reposaba un macabro esqueleto y la piel de una
iguana negra intacto como resultado de los pocos carroñeros en la zona. Una sucesiva
peregrinación de turistas en
grupos de 10 a 15 personas se
aventura por las playas con sus guías y otros
libres como nosotros que día a día programan sus recorridos.
En
Puerto Ayora en un ambiente más natural
tipo hacienda vimos por primera vez las
tortugas gigantes. Son animales imponentes a la vista, producen mucha
ternura. Muestran nerviosismo
en la medida en que uno se aproxima a ellas emitiendo un sonido tipo “resoplido” como
señal de alarma. El terreno es inmenso controlado para que las tortugas
gigantes puedan moverse, alimentarse con pastos naturales, reproducirse en un
hábitat controlado. Los pocos turistas se pasean con libertad por el
lugar manteniendo un espacio providencial con las tortugas para no
molestarlas sin embargo la curiosidad
hace que algunos se atrevan a subir a su caparazón y tomar una atrevida
fotografía.
Miércoles
20
Decidimos
aventurarnos a visitar el “Centro Parque
de la Reserva”. Una lancha nos llevo a Playa Brava de mares fuertes y
peligrosos así que pasamos a Playa Mansa con mares cálidos y tranquilos en una
abierta inmensidad llena de iguanas
negras. Un chapuzón de media hora en un íntimo encuentro marino como
los únicos habitantes de la playa esa mañana. La compañía natural de iguanas negras, tal vez
bronceadas por el sol, único lagarto en el mundo que aprendió a nadar y bucear
en aguas saladas y encogió su esqueleto para sobrevivir, era una constante en
las cercanías de la playa. Marcaciones
especiales realizadas por funcionarios de la fundación señalaban los sitios para la reproducción de tortugas
marinas. Presenciamos una hermosa tortuga dejar sus huevos enterrados en la arena,
para su incubación. Según las
investigaciones, de acuerdo con la temperatura
en que se incuban los huevos depende el sexo, así los que reciben menos
calor serán machos y las demás hembras. Luego de dos meses las tortuguitas
salen en una correría de 4 a 5 metros para iniciar su maravilloso y duro viaje de retorno al
mar. Decidimos decirle al señor de la
lancha que nos dejara en la playa y regresar caminando. De acuerdo con lo que
habíamos visto, no era gran cosa para
tres aventureros como nosotros.
El sol
alumbraba y pegaba duro sobre nuestras cabezas. Queríamos regresar al muelle de
la Isla Santa Cruz. La soledad marina nos asustó un poco, iniciamos nuestro
regreso a pie por un camino señalado en el mapa que traíamos con nosotros 10
kilómetros nos separaban de la población.
El asombro ante la belleza del mar y la vegetación nos animaba, pero el
ambiente caluroso y sofocante nos
detenía cada vez por más tiempo, mi hija con sus escasos 9 años en la medida en que avanzábamos comenzaba a sentir el cansancio en su cuerpo
infantil y el llanto no se hizo esperar.
Cada vez que encontrábamos una sombra de arbustos pequeños nos deteníamos
para que la niña se tranquilizara y nos bajara la angustia y ansiedad que producía un retorno hacia lo
desconocido. Al inicio el camino de
arena blanca y suave mimaba nuestros pies
luego se transforma en un sendero construido con tablones de madera
calentadas por un sol despiadado. Al
final de dos horas eternas bien
caminadas llegamos a un estadero confortable climatizado que como un
oasis en el desierto nos acogió.
Almorzamos al estilo americano con sándwiches y Coca-Cola. Entrada la
tarde regresamos al hotel para un descanso largo después de un día
alborotado.
Jueves
21
Por
obligación turística era imposible no dar una vuelta por el parque natural de
las tortugas gigantes. Organizamos una
visita a Isla Isabela en lancha rápida con dos horas de ida y dos de regreso.
Un viaje durísimo que me recordó mis mareos en embarcaciones, prácticamente
durante todo el recorrido tuve
vómito irresistible con la presencia de
otros viajeros solidarios en su mayoría extranjeros, que se unían al mal del
viajero.
La Isla Isabela es una isla de encantos, de
variada naturaleza donde visitamos el parque natural de las famosas “Tortugas Galápagos”. De gran tamaño
y caparazones exuberantes sueltas en un
ambiente arenoso con vegetación de
arbustos y árboles pequeños para un mundo agradable de tortugas enamoradas, era
la época del apareamiento. Por casualidad presenciamos los momentos más felices
de una tortuga macho en sus intentos de subirse sobre el caparazón de una
hembra. Un animal con peso entre 100 y 300 kilogramos, que con mucha
maña y destreza en las lides del amor subido sobre la hembra logra minutos de encuadre perfecto de cóncavo
y convexo y la oportunidad “in situ” de lograr una muy buena fotografía.
Conocimos los esbeltos piqueros de patas azules que
hacen sus nidos en las escarpadas rocas volcánicas en las islas, mencionados
por Darwin en sus trabajos sobre el origen de las especies, y la llegada de un
grupo de pingüinos con sus elegantes vestidos nadando muy cerca de las playas de la Isabela. Mi
hija se deleitó coloreando los nuevos animales que había conocido de su libro,
mientras tomábamos una siesta compartida con los lobos marinos debajo de la sombra de unos árboles frondosos.
En la
tarde visitamos el Centro de crianza “Arnoldo Tupiza Chamaidu” su propósito es
la crianza en cautiverio de las tortugas galápagos en instalaciones para la reproducción,
incubación controlada de los huevos, nacimiento y crianza en celdas y corrales por un período
mínimo de 10 años hasta que alcancen una edad
madura y puedan ser liberadas
en ambientes naturales en la
región. Inicialmente el proceso de
crianza tuvo muchas dificultades en especial
lograr el ambiente propicio
para la reproducción natural entre
machos y hembras.
Viernes
22
Nos
recogieron en el hotel para llevarnos al
aeropuerto en Baltra y tomar un avión
con rumbo hacia Guayaquil. Los recuerdos
de lo que vimos y vivimos los guardamos en nuestra memoria para siempre.
Vale la pena apoyar y mirar con entusiasmo los trabajos que se llevan a cabo en
las Islas Galápagos sobre la reproducción y conservación de las tortugas
gigantes, las variaciones en los pinzones que se crían en las instalaciones,
las observaciones e investigaciones permanentes que se realizan sobre la flora
y la fauna en ese ambiente marino maravilloso en donde acuden permanentemente
una gran cantidad de científicos provenientes de todos los países del mundo.
Afortunadamente y para bien de toda la humanidad el 90% del hábitat de las
Islas está protegido para garantizar los principios sobre el origen natural de las especies. El
10% restante está habitado por el hombre para sustentar el trabajo que se
realiza y facilitar el movimiento continuo por mar en los diferentes puertos y
por aire a través de un excelente aeropuerto por donde llega una gran cantidad
de turistas que tienen la fortuna de vivir la vida como la observó Darwin en
1835.
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