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miércoles, 14 de agosto de 2024

Charles Darwin en las Islas Galápagos

                                                                                   

Jesús Rico Velasco

 Hay que tener mucha fortaleza mental para realizar un viaje de cinco años en un velero, circunnavegar la tierra y trabajar de manera gratuita  como lo hizo Charles Darwin desde  el 27 de diciembre de 1831 hasta octubre 2 de 1836 como  naturalista en el “Beagle”. El amor por la ciencia era una característica de  su espíritu curioso  convencido  de que  la  observación  y la experimentación eran las bases para  la construcción del pensamiento científico. Los tres años de formación académica en Cambridge  los consideró  perdido en la   construcción de su pensamiento, obtuvo un diploma de “Bachelor of Arts B.A”.

 


«Si puedes encontrar a alguien con sentido común que te aconseje aceptar ese viaje, entonces  te daré mi consentimiento.» Le dijo su padre antes de acceder a que Darwin realizara el viaje. Su tío Josiah y otros miembros de la familia Wedgwoods  dieron sus opiniones y argumentos   de apoyo  para que Darwin aceptara la posición de naturalista ofrecida por el capitán Fitz-Roy  en la expedición del Beagle obteniendo finalmente la aceptación de su padre. 

 En el recorrido del camino de mi vida como  trashumante se me ocurre  recordar  el viaje realizado  con mi  familia  a las Islas Galápagos en el Ecuador. Las experiencias científicas de Darwin    desde mis estudios de doctorado en Ohio State University (1987-1992) fueron una inspiración en la definición de los componentes teóricos profesionales.    Este viaje  iluminó mis pensamientos  sobre   los componentes  de  la  teoría del  origen de las especies naturales incluyendo al hombre. Darwin afirmaba que todo lo que existe en la naturaleza está sujeto a leyes   de variación  y selección natural. No es la idea de triunfo del individuo más fuerte  sino del que mejor se adapte. 

 Del desarrollo de su pensamiento  y  carácter se desprenden  los sueños y  visiones  que él mismo presenta en su autobiografía. Se describe   como un niño necio  coleccionista  de plantas diversas, practicante de juegos de casería de aves, observador de la  variabilidad y las diferencias de su entorno, del lento movimiento  de las ondas sobre el agua y caminante  de largos recorridos  en soledad. Su comportamiento en la escuela era de un estudiante  común y corriente sin destellos de grandeza o demostraciones de iluminado. Su padre lo consideró siempre como un jovencito  con una inteligencia  por debajo de los estándares.  De él aprendió a desarrollar un carácter fuerte y una mente clara  que lo llevaron a la conclusión de que la educación formal y el ambiente tienen  efectos limitados en el desarrollo mental  y que la presencia de cualidades en las personas es en su mayoría innatas.

 En su autobiografía cuenta que asistió a la gran escuela del Dr. Butlers en Sherewsbury donde estudió por siete años hasta  cumplir los 17 años, experiencia que le sirvió para ser más humano por los sentimientos y valores transmitidos de las relaciones con sus hermanas.

  Dedicó más de 20 años  al trabajo  de encontrar evidencias científicas que soportaran los componentes  teóricos   del Origen de las especies naturales  incluyendo al hombre, alejado de principios y filosofías  religiosas. Construyó un marco teórico para demostrar que el origen y crecimiento de las especies naturales  se basa en los mecanismos de reproducción siguiendo un orden, en el cual la herencia es un factor determinante y la variabilidad    una constante que lleva a la lucha por la vida en un proceso de   selección natural y extinción de las formas menos elaboradas.  Los componentes  teóricos concordantes con  las tesis sobre la evolución  los resumió de la siguiente manera:

         ·         El origen y crecimiento de las especies naturales incluyendo al ser humano se basa en los mecanismos de reproducción.

·         La herencia como resultado de la reproducción es un factor determinante en el origen y crecimiento de las especies.

·         La variabilidad es una constante natural como acción directa o indirecta de las condiciones de vida, y por el uso o desuso de los elementos ambientales.

·         El crecimiento elevado de las poblaciones que conduce a la lucha por la vida y como consecuencia a la selección natural con divergencia de caracteres  determina la extinción de las formas menos perfeccionadas.

 Basaba sus trabajos en datos e  información  recogida en los  lugares que visitaba.   Enviaba pequeños artículos para publicación  en  revistas científicas. Cuenta que la gloriosa vegetación del trópico  abría de manera vívida  sus pensamientos y le producía una sensación “sublime”.  Los desiertos de la Patagonia, las montañas de Tierra de fuego y las islas de corales  ayudaron en  sus descubrimientos    y comprensión de las relaciones existentes entre las plantas y los animales que habitaban  las islas en el archipiélago de las Galápagos.

 Darwin describe de forma textual el proceso de selección natural de la siguiente manera:

Como de cada especie nacen muchos más individuos de los que pueden sobrevivir, y como, consiguientemente, hay que recurrir con frecuencia a la lucha por la existencia, se deduce que cualquier ser, si varía, aunque sea levemente, de algún modo provechoso para él, bajo las complejas y a veces variables condiciones de vida, tendrá mayor probabilidad de sobrevivir, y de ser así seleccionado naturalmente. Según el vigoroso principio de la herencia, toda variedad seleccionada tenderá a propagar su forma nueva y modificada.

  Nos cuenta que en 1835   durante su visita a las Islas Galápagos encontró evidencias  suficientes  que respaldaban sus ideas sobre la evolución  al observar  las variaciones en algunas especies de aves o pinzones de una isla a otra. Al igual que   las características sobresalientes en los caparazones de las tortugas gigantes, y  de esta manera pudo concluir que las variaciones se producían ante todo por la adaptación de los organismos a su medio ambiente.

El domingo 17 de marzo de 2013  con mi familia viajamos de Colombia hacia Guayaquil donde pasamos la noche.  Al siguiente día  salimos hacia las Islas Galápagos, el avión  aterriza en  el Aeropuerto Ecológico de las islas Galápagos localizado a 1000 kilómetros de Ecuador en la isla de Baltra a donde   llega el 70% de los pasajeros. Mis  pensamientos se agitaban al estar pisando el mismo   suelo  que hace un poco más de 190 años el gran científico Charles Darwin había pisado.

Las islas Galápagos son la segunda reserva marina a nivel mundial, declaradas Patrimonio de la humanidad en 1978 por la Unesco. Constituye una provincia de Ecuador conformada por tres Cantones: la Isla de Santa Cruz, San Cristóbal, y la Isabela. Muchas islas en el territorio marino   configuran en  realidad el archipiélago de Galápagos. Al entrar  en el aeropuerto de Baltra se paga una visa de 25 dólares  por persona mayor de 12 años. La región es  hábitat   de especies   como las  tortugas Galápagos, las tortugas terrestres más grandes  que han resistido el paso de los años, las tortugas marinas, las ballenas que vienen por la corriente de Humboldt en sentido sur-norte  buscando sus acostumbrados sitios para la reproducción y aglomeraciones  de varias clases de tiburones, delfines, y aves como los piqueros de patas azules. En la visión marina se resalta la belleza  de los arrecifes de coral, las curiosas iguanas negras en las playas, lagartos, cormoranes y leones marinos. De manera  ocasional se pueden observar  pingüinos provenientes del sur. Un archipiélago con un ambiente marino y terrenal de una diversidad que impresiona a los visitantes y atrae la atención de los científicos naturalistas. Los  turistas  en su mayoría provienen  de Europa:  Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica y Holanda. Los  procedentes de países como Colombia y otros  de Latinoamérica  son más limitados por los costos y los intereses  particulares relacionados con las teorías sobre la evolución de Darwin.

Lunes 18

En lanchas rápidas nos trasladamos hacia la Isla de Santa Cruz en donde nos hospedamos en el Hotel North Seymour con excelentes instalaciones y acomodaciones.  Salimos a la calle para empezar nuestro recorrido con una visita a la “Estación Científica Charles Darwin”. Tuvimos  la oportunidad de conocer la directora de la biblioteca Mrs. Elizabeth Garden una mujer madura, piel curtida por el sol  y sonrisa jovial  voluntaria en la Fundación desde hace más de 20 años a quien le hice entrega de un texto que recién había publicado en Colombia sobre “Sociología e investigación en gerencia de servicios de salud” (2010).  Visiblemente emocionada por la visita y el regalo lo ubicó en los anaqueles de la biblioteca como una publicación recién llegada y como recuerdo de nuestra visita en familia. Por las instalaciones de la Fundación pasan anualmente una cantidad importante de estudiantes de posgrado, científicos naturalistas, filósofos, sociólogos, antropólogos y otros estudiosos  de las ciencias físicas y naturales.

En la entrada a la estación científica hay un busto de Charles Darwin con el cual se rinde  tributo a  las investigaciones realizadas  durante su permanencia en las islas galápagos. Todo el ambiente es  señalador de cambios producidos por las variaciones en las plantas y en los animales. Empezamos por reconocer una cantidad de cactus gigantescos  con troncos muy fuertes, largos y desnudos con sus hojas en la parte alta como adaptación al ambiente insular. Una   parada   obligatoria para todos los visitantes es   en las instalaciones del nombrado “solitario George” una tortuga macho último de la especie Pinta  que vivió  en aislamiento porque  no  encontró  la forma para reproducirse, murió a los 102 años.

Al salir de la fundación e iniciar  el recorrido hacia la población con mi esposa vimos una tienda y compramos para ella unos aretes con forma de patas de piquero y para nuestra hija un bello libro para colorear con las ilustraciones  de los animales de las islas.   Al continuar contamos con la suerte de  encontrar un  pequeño lobo marino próximo a la playa que se dejo acariciar, nuestra hija  lo buscó en su libro y lo coloreó, ahora su propósito se convertía en conocer a todos los animales que aparecían en el libro.

Observamos también en el muelle un hombre despedazando un enorme pescado que colgaba de su cola para la venta, notamos con  extrañeza que en lugar de perros y gatos esperando por trozos caídos había sólo lobos marinos. Luego nos enteramos de que existen leyes de conservación y manejo en las islas, entre ellas, “una prohibición” de  la tenencia de animales  domésticos   como medida precautelar para  evitar modificaciones en la cadena alimenticia, transmisión de  enfermedades y  la depredación de  iguanas, lobos marinos, y otros animales  que habitan    las playas como los cangrejos rojos de gran atractivo y abundancia. Al igual que un control de inmigración y residencia para contener el número de personas que las habitan.

Martes 19

Realizamos un recorrido por la bahía en Santa Cruz  por un sendero denominado “Las grietas” de difícil circulación. Desde  una colina formada por rocas volcánicas de formas y colores diversos  se observaba  una angosta grieta de aguas marinas cristalinas.  Se podía nadar en  un espacio reducido, observar cantidades de peces de  colores, y de pronto una inquieta tortuga Carey  dispuesta a mostrar su hermoso  caparazón con destellos de  colores. Sobre una roca reposaba un macabro esqueleto y la piel de una iguana negra intacto como resultado de los pocos carroñeros en la zona.  Una sucesiva  peregrinación de turistas en  grupos de 10 a 15 personas  se aventura por las playas con sus guías y otros  libres como nosotros que día a día programan sus recorridos.   

En Puerto Ayora   en un ambiente más natural tipo hacienda  vimos por primera vez las tortugas gigantes. Son animales imponentes a la vista, producen mucha ternura.  Muestran   nerviosismo  en la medida en que uno se aproxima a ellas   emitiendo un sonido tipo “resoplido” como señal de alarma. El terreno es inmenso controlado para que las tortugas gigantes puedan moverse, alimentarse con pastos naturales, reproducirse   en un  hábitat controlado. Los pocos turistas se pasean con libertad por el lugar manteniendo un espacio providencial con las tortugas para no molestarlas  sin embargo la curiosidad hace que algunos se atrevan a subir a su caparazón y tomar una atrevida fotografía.

Miércoles 20

Decidimos aventurarnos  a visitar el “Centro Parque de la Reserva”.  Una lancha  nos llevo a Playa Brava de mares fuertes y peligrosos así que pasamos a Playa Mansa con mares cálidos y tranquilos en una abierta  inmensidad llena de iguanas negras.  Un chapuzón de  media hora en un íntimo encuentro marino como los únicos habitantes de la playa esa mañana. La  compañía natural de iguanas negras, tal vez bronceadas por el sol, único lagarto en el mundo que aprendió a nadar y bucear en aguas saladas y encogió su esqueleto para sobrevivir, era una constante en las cercanías de la playa.  Marcaciones especiales realizadas por funcionarios de la fundación señalaban  los sitios para la reproducción de tortugas marinas. Presenciamos una hermosa tortuga dejar sus huevos enterrados en la arena, para  su incubación. Según las investigaciones, de acuerdo con la temperatura  en que se incuban los huevos depende el sexo, así los que reciben menos calor serán machos y las demás hembras. Luego de dos meses las tortuguitas salen en una correría de 4 a 5 metros para iniciar su  maravilloso y duro viaje de retorno al mar.  Decidimos decirle al señor de la lancha que nos dejara en la playa y regresar caminando. De acuerdo con lo que habíamos visto, no era gran cosa para  tres aventureros como nosotros.

El sol alumbraba y pegaba duro sobre nuestras cabezas. Queríamos regresar al muelle de la Isla Santa Cruz. La soledad marina nos asustó un poco, iniciamos nuestro regreso a pie por un camino señalado en el mapa que traíamos con nosotros 10 kilómetros nos separaban de la población.  El asombro ante la belleza del mar y la vegetación nos animaba, pero el ambiente  caluroso y sofocante nos detenía cada vez por más  tiempo,  mi hija con sus escasos 9 años  en la medida en que avanzábamos  comenzaba a sentir el cansancio en su cuerpo infantil y el llanto no se hizo esperar.  Cada vez que encontrábamos una sombra de arbustos pequeños nos deteníamos para que la niña se tranquilizara y nos bajara la angustia y  ansiedad que producía un retorno hacia lo desconocido. Al inicio el camino   de arena blanca y suave mimaba nuestros pies  luego se transforma en un sendero construido con tablones de madera calentadas por un sol despiadado.  Al final de   dos horas eternas bien caminadas llegamos a  un  estadero confortable climatizado que como un oasis en el desierto nos acogió.  Almorzamos al estilo americano con sándwiches y Coca-Cola. Entrada la tarde regresamos al hotel para un descanso largo después de un día alborotado. 

Jueves 21

Por obligación turística era imposible no dar una vuelta por el parque natural de las tortugas gigantes.  Organizamos una visita a Isla Isabela en lancha rápida con dos horas de ida y dos de regreso. Un viaje durísimo que me recordó mis mareos en embarcaciones, prácticamente durante todo el recorrido  tuve vómito  irresistible con la presencia de otros viajeros solidarios en su mayoría extranjeros, que se unían al mal del viajero.  

 La Isla Isabela es una isla de encantos, de variada naturaleza  donde visitamos  el parque natural de las  famosas “Tortugas Galápagos”. De gran tamaño y caparazones  exuberantes sueltas en un ambiente arenoso  con vegetación de arbustos y árboles pequeños para un mundo agradable de tortugas enamoradas, era la época del apareamiento. Por casualidad presenciamos los momentos más felices de una tortuga macho en sus intentos de subirse sobre el caparazón de una hembra.  Un animal con peso  entre 100 y 300 kilogramos, que con mucha maña y destreza en las lides del amor subido sobre la hembra  logra minutos de encuadre perfecto de cóncavo y convexo y la oportunidad “in situ” de lograr una muy buena fotografía. 

Conocimos  los esbeltos piqueros de patas azules que hacen sus nidos en las escarpadas rocas volcánicas en las islas, mencionados por Darwin en sus trabajos sobre el origen de las especies, y la llegada de un grupo de pingüinos con sus elegantes vestidos nadando  muy cerca de las playas de la Isabela. Mi hija se deleitó coloreando los nuevos animales que había conocido de su libro, mientras tomábamos una siesta compartida con los lobos marinos  debajo de la sombra de unos árboles frondosos.

En la tarde visitamos el Centro de crianza “Arnoldo Tupiza Chamaidu” su propósito es la crianza en cautiverio de las tortugas galápagos en instalaciones para la reproducción, incubación controlada de los huevos, nacimiento y  crianza en celdas y corrales por un período mínimo de 10 años hasta que alcancen una edad  madura y  puedan ser liberadas en  ambientes naturales en la región.  Inicialmente el proceso de crianza tuvo muchas dificultades en especial  lograr el ambiente  propicio para  la reproducción natural entre machos y hembras.

Viernes 22

Nos recogieron en el hotel  para llevarnos al aeropuerto en Baltra y  tomar un avión con rumbo hacia Guayaquil. Los recuerdos  de lo que vimos y vivimos los guardamos en nuestra memoria para siempre. Vale la pena apoyar y mirar con entusiasmo los trabajos que se llevan a cabo en las Islas Galápagos sobre la reproducción y conservación de las tortugas gigantes, las variaciones en los pinzones que se crían en las instalaciones, las observaciones e investigaciones permanentes que se realizan sobre la flora y la fauna en ese ambiente marino maravilloso en donde acuden permanentemente una gran cantidad de científicos provenientes de todos los países del mundo. Afortunadamente y para bien de toda la humanidad el 90% del hábitat de las Islas está protegido para garantizar los principios  sobre el origen natural de las especies. El 10% restante está habitado por el hombre para sustentar el trabajo que se realiza y facilitar el movimiento continuo por mar en los diferentes puertos y por aire a través de un excelente aeropuerto por donde llega una gran cantidad de turistas que tienen la fortuna de vivir la vida como la observó Darwin en 1835.

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