Jesús
Rico Velasco
Ya
había terminado los estudios de sociología en la universidad nacional y me
había ganado una beca para ir a estudiar a los estados unidos. Al principio
creía que todo era sencillo y fácil. Se me ocurrió que como estaba en
Washington y estudiaba un curso de inglés en el ELS podría en principio comenzar
a estudiar algo relacionado con la planificación urbana, con la
construcción de viviendas que había estudio
en el CINVA en Bogotá. Ya habían pasado los días del verano julio y
agosto y era un tiempo de decidir que iba
a estudiar. Tenía la beca que me había dado la universidad nacional. El ELS era
un programa amarrado con la Universidad Católica que quedaba muy cerca de la
universidad. Estaba emocionado le veía posibilidades a mi pensamiento de
estudiar algo relacionado con Planificación Urbana.
Pregunté
en la administración de la Universidad, me dijeron que debía hablar con el padre House que era el director
del programa de “City and regional plannng”. Me dio una cita y me enfilé para
una corta conversación. Le conté que tenía una beca y le
mostré el documento con la resolución del consejo académico, y todo el rollo. Me
creyó todo y yo también estaba convencido que las cosas funcionaban de esa manera. Las fechas en el calendario
apuntalaban hacia el mes de agosto en la mitad para comenzar el programa. Hice
los tramites de admisión confiado en los papeles que tenía y comenzaron las
clases. Los días iban pasando, me
acostumbre a permanecer los tiempos en el edificio de los estudiantes por
comodidad, frecuentaba las salas, la biblioteca, la cafetería, daba vueltas por
todas partes.
Miraba
las bellezas de mujeres que tenían fama de ser las mas lindas universitarias en
la ciudad. Sentía los cosquilleos del sexo, miraba las hermosuras que pasaban y
seguían, que nunca te daban una mirada. Siempre las más lindas eran recogidas
por sus novios, unos americanos grandes lindos, en autos rojos, deportivos
algunos, ellas felices, nunca miraron para los lados en donde estábamos nosotros un pequeño grupo de extranjeros
que se babeaban mirando el correr femenino lejos, muy lejos de muestra
posibilidades. Un mejicano compañero de
clase que compartía este mundo de tristeza sexual, me miraba y una vez
conversando me dijo,
-No
le gastes tiempo a la imaginación con esas bellezas de mujeres. No tenés carro
ni siquiera ropa para acercarte a alguna
de ellas.
Tenía
razón, pero pensaba que de algún amanera podía acceder a la piscina del sexo en
donde creía que podía nadar. Tiempo
perdido, los días pasaban, los fines de semana y no ocurría nada. El mejicano tenía
razón. ¿Como podría tener un poco de
éxito para relacionar con las mujeres en ese ambiente?
Un
día el amigo mexicano se me acerco y me dijo, no te has dado cuenta que hay muchas mujeres flacas,
langarutas, lagartijas y un poco feítas que se sientan en las salas a leer, trata
de hablar con ellas no son lindas, pero deben de tener algo
atractivo que te pueda gustar. Hay que hacer el intento de acercarse a conversar con ellas. Entendí
que existían muchos inconvenientes para poder
atraer alguna de las americanas y que debía pensar en estrategias para aproximarse a
conversar con ellas.
Una tarde
de un sábado estaba en la soledad que siempre me
acompañaba decidí buscar un rincón en
una de las salas del edificio de los
estudiantes. Buscaba con tranquilidad un espacio solitario y ameno, di varias vueltas y
regresaba a un sitio retirado . De pronto vi una niña de pelo corto, con
lentes de profundidad, unas cejas hacia el centro que no miraba a nadie, pero me llamo
la atención su desdén y lejanía. Le
hable como en silencio, la mire y le dije,
- ¿Disculpa la pregunta, me puedo sentar a aquí?
- Claro, no hay ningún problema
- Espero no molestar. No hay muchos sitios tan tranquilos
como este. Es un lugar muy especial y de vez en cuando me gusta venir a
estudiar aquí.
- No te preocupes. Yo también busco un lugar alejado para no molestar a nadie.
- ¿Eres extranjero cierto? Por tu acento en el inglés que
hablas me pareces que eres latinoamericano.
- Si soy colombiano, estoy en el programa del padre
House para participar en la maestría en planificación urbana.
- Me parce muy bueno. Yo estudio literatura universal y ahora
estamos tratando de analizar los avances
en el realismo mágico de GGM, precisamente colombiano pero que vive en Méjico y
una de sus obras es obligatoria y de lectura en el programa.
- Me imagino que debe ser “Cien años de soledad” que es una obra maestra del autor, que requiere un gran
esfuerzo para entender y comprender especialmente para las personas diferentes
que no hablan el español.
- Qué bueno si necesitas ayuda me dices. Vengo con
frecuencia a este edificio de los
estudiantes y paso muchas horas estudiando en estas salas.
- Vivo muy cerquita de aquí a una distancia caminable, voy y vengo
con frecuencia, es una aparta estudio en un edificio donde residen estudiantes
americanos procedentes de lugares lejos de la ciudad de Washington.
- Yo vivo en Arlington Virginia al otro lado del Key bridge
con mi hermana, mi cuñado y su bebe un sobrino de tres meses. No tiene mucho
espacio para mí, estoy durmiendo en la sala en un sofacama. Pero estoy contento
viviendo en esta ciudad. De paso mi nombre es Antonio.
- Mi nombre es Anna.
Seguimos
conversando un poco más animadamente cada vez con mayor entusiasmo y profundidad
en los temas de vivir en una ciudad como la capital de los estados unidos,
las dificultades de encontrar amigos para compartir y establecer relaciones de
amistad. La mayoría son compañeros de clase cada uno ocupados en sus trabajos y
responsabilidades con poco tiempo par intercambiar y conversar sobre la vida
que se lleva por fuera de la universidad.
Llegó
un sábado en las horas de la tarde y estaba Anna en una de las salas leyendo y bastante distraída de lo que pasaba a su alrededor. Me le acerqué y le
hablé con un cariño especial que pienso ella lo notó.
-Ana
que gusto en saludarte no te había
vuelto a ver. La semana pasada te busque para invitarte a tomar un café. Sino
estas muy ocupada podríamos ir a la cafetería, estas cordialmente invitada.
-
Listo Antonio. Si tienes un poco de tiempo te invito a que nos tomemos el café
en mi apartamento, como te había dicho la distancia es caminable.
Me
entusiasme, tenía algo por dentro que empujaba a la conquista. Se estaba
juntando el hambre con las ganas de
comer. Éramos dos personas olvidadas en el mundo de los demás, alejados del
compartir algo en una intimidad para dos. Nos fuimos juntando y acercándonos
cuando íbamos hacia el apartamento, las sonrisas nos acariciaban las caras, había una cierta picardía que nos acercaba.
Cuando
íbamos caminando con mucho tacto y sin querer queriendo le pase mi mano y toque la
suya. Note una respuesta de afecto en la
palma de la mano y una risa corta pero animosa.
Me
acordé del mejicano que me decía: “en medio de tantas bellezas, mujeres lindas con
ojos claros, caras hermosas americanas
lindas inalcanzables para nosotros los
latinos, acuérdate de las feas”.
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