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lunes, 2 de mayo de 2022

Volver la vista atrás

  Qué cosa sea leer y cómo tiene lugar la lectura me parece una de las cosas más misteriosas.

                                                                   H. G. Gadamer

María Lucia Muñoz 
 

       La experiencia de lectura de la novela me ha llevado a volver la vista hacia los diversos y variados movimientos que se entretejen en el relato. Mi interés lector viajó en un espiral de memorias que se iluminan de vivencias y emociones enfocadas en una historia familiar, que paso a paso, párrafo a párrafo, capítulo a capítulo, se van abriendo, o mejor, se van tejiendo en historias individuales y colectivas, dentro de una compleja confluencia que va de lo íntimo y personal a lo público y universal, y en continuo movimiento. Me pregunto: ¿Qué tan espontáneo o intencional el narrador lo muestra así o es mi visión de lectora la que lo hace ver así?

 Parto desde la perspectiva de un mosaico  que presenta un clan familiar donde es relevante la genealogía patriarcal. Las relaciones familiares, las ocupaciones, amistades y supervivencia, son hilos que se entretejen y manifiestan amor, dolor,  decisiones y  resistencias, presencias y  ausencias. Para mi es evidente que iba conociendo relaciones desde los hombres, antes y después de Fausto y Sergio. Vinculadas a las historias de ellos, van emergiendo las mujeres, madres, hijas, hermanas, esposas, compañeras. Poco a poco conocemos algo de Silvia, de Amalia, de Nayibe, de Luz Elena y de Marianella y otras de más bajo perfil. Las vidas de Luz Elena y Marianella se ven iluminadas con una luz propia. Ambas con sus razonamientos y decisiones llegan a subordinar el poder de los hombres, cada una tiene tanta fuerza que irradia destellos del poder femenino en contraste con las acciones impulsivas de ellos.  

Otros hilos de la espiral narrativa van hilvanando ideologías y arte,  teatro, poesía, declamación y recitales, literatura y lectura, junto al poder secreto que ésta impregna en el lector, tanto el de ficción como el de la vida real. Bécquer, Géraldy, Lorca, Chéjov, Machado, César Vallejo, Miguel Hernández, Marx y Lenin, Brecht, Mao y El Libro Rojo, Gorki, y otros más que se escapan de mi memoria. Percibimos cómo la lectura en voz alta abre puertas, convoca nuevas amistades y espacios de supervivencia. Mientras que la lectura íntima y silenciosa les permite enconcharse o encerrarse como si los protegiera del mundo exterior, algunas veces hostil o no deseado, pero en el que hay que existir, aquí y ahora, porque eso es lo que hay. En este relato novelesco se aprecian posturas y puntos de vista sobre la vida y la política que provocan acercamientos y distancias, improntas que marcan y acentúan la presencia de cada personaje. 

 El placer de esta lectura me lleva a otro movimiento en vaivén, un paseo por la geografía, ciudades, paisajes urbanos y rurales, colmados de color, guerras y conflictos, aventuras de supervivencia y sentimientos de variadas intensidades. Es un viaje que también me abrió ventanas hacia historias y sistemas políticos, aprecié fogonazos de la España en la dictadura de Franco versus republicanos y anarquistas y, muchos años después la vida española en tiempos de democracia. Francia un punto de salvación y partida hacia América. Santo Domingo de Leonidas Trujillo que abre sus fronteras, a petición de  Franklin Delano Roosevelt, para albergar refugiados “que la guerra europea está produciendo a montones” (p.49). Colombia un poco antes y después del asesinato Gaitán en conflicto permanente. La Unión Soviética y el bolchevismo.  China, la gran muralla y el comunismo de Mao Tse-tun, el culto a la personalidad y el fanatismo político e ideológico que lleva a la total entrega de la vida personal y, entre chiste y dramatismo, excesos como la pretendida inversión cromática en las luces de los semáforos. 

En la travesía del espiral narrativo me veo abocada a una perspectiva de la vida en la guerrilla colombiana, puedo apreciar cómo se van develando formas de actuar copiadas de otros países y culturas. Exigencia de reconocimiento al poder del líder y el culto a la personalidad, el fanatismo ideológico y político que conlleva una vida de aventuras en la selva y en zonas periféricas de las urbes, riesgos diurnos y nocturnos, certezas de persecución militar y paranoia en alerta para mirar al otro, al vecino o al caminante que se atraviesa en el momento inesperado. La expresión del machismo y la doble moral del deber ser en choque con la valentía y decisión de Marianella y Luz Elena. Entre varias preguntas, me planteo cómo otras mujeres, en esta y otras guerrillas, han logrado asumir su resistencia a este lastre histórico de la humanidad.  

El relato me deja un personaje, Sergio, que se configura a través de múltiples peripecias vinculadas, como las  picardías en el internado bogotano y los cigarrillos Lucky Strikes que vendía y disfrutaba a escondidas con sus amigos, que se conectan con las de Pekín, en el Hotel de La Amistad, donde es el enlace para sacar y vender productos prohibidos para ciudadanos chinos, sólo disponibles para huéspedes privilegiados. 

Cabrera desde su adolescencia, a  través del uso experto de la cámara fotográfica, capta con sensibilidad momentos decisivos de su vida y del conocimiento del mundo, lo que en mi perspectiva lo convierte en actor, director y espectador de su propia obra.


 

 

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