Clemencia Gómez
Decidí viajar de nuevo a la isla de Cuba; por quinta vez que me adentro en la idiosincrasia de la gente y su entorno geográfico, social y económico. Utilicé el pasaporte recién actualizado y decidí subirme en el vuelo del escritor Leonardo Padura, “Como polvo en el viento”, novela que arrastra sentimientos profundos a los que se han visto enfrentados él y los amigos de su generación, nacidos en los años 50. La educación que recibieron fue de calidad, aunque enmarcada en las premisas impuestas por la revolución. Se trata de un grupo de profesionales médicos, científicos, ingenieros, pero al mismo tiempo seres restringidos por un pensar y un actuar predeterminado. Actos como escuchar música de los Beatles, podría ser tema de censura política. Se trata de El Clan, tribu de amigos nacidos bajo el mismo sol, portadores de diversos sentimientos, pero unidos por la fraternidad y el amor férreo a la patria. La atmósfera del viaje estuvo cargada de nostalgia, amor, tensión, confusión, intriga y añoranza, sentimientos presentes durante todo el recorrido. Al subirme a la nave, me di cuenta que no se trataba de un trayecto directo a la isla de Cuba, sino con múltiples escalas, España, Estados Unidos, Puerto Rico, Argentina y Francia, lugares a los que han ido a parar algunos de sus amigos, como resultado de la “diáspora cubana”. Y ¿qué significa diáspora? Es la dispersión de un pueblo o de una comunidad, por diversos lugares del mundo, hecho que puede obedecer a conflictos, religiosos, políticos, étnicos, sociales, o económicos. En el presente viaje el escritor cubano, pone la lupa en su generación, quien se abalanzó por el mundo como polvo en el viento, en busca de nuevas y mejores oportunidades para alcanzar la anhelada autorrealización.
¿Y
del bloqueo qué?
En entrevista concedida
a una red virtual española de noticias, el escritor afirmó que prefirió darle a
esta obra un enfoque de amistad y solidaridad, más que enfatizar en el tema
político. Con respecto al bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos a
la isla, agregó, que es algo real, y no un pretexto para la queja, la pobreza y
el abandono.
¿Qué
tuvo de especial el periodo especial?
El recrudecimiento del embargo impuesto por Estados Unidos, y el colapso de la Unión Soviética en los años 90, socio comercial de la isla, y de quien obtenía los hidrocarburos y sus derivados, Cuba se enfrentó a una severa depresión económica, que la llevó a realizar reformas en la agricultura, a reacondicionar la industria y la salud. A esta época se la llamó Período Especial.
Aterrizaje en Hialeah: “la pequeña Habana
La
primera escala del vuelo se realizó en Hialeah, dos personajes importantes
aparecen en escena, Marcos, cubano, y Adela, nacida en los Estados Unidos, como
resultado de los avatares vividos por su madre en Cuba. Hialeah, población ubicada
en el condado de Miami Dade, estado de La Florida. Según reporte de la BBC News
realizado en septiembre de 2018, el 96%, de sus habitantes son latinos y el 75%
son cubanos. La comida típica cubana
hace parte de la gastronomía del lugar: bistec de ternera, pollo asado o frito,
congrí (arroz con frijoles caraotas), masas de cerdo fritas, boniato (papa
dulce). Como dato curioso, los médicos cubanos que atienen allí, curan a sus
pacientes acudiendo a la santería cubana. El alcalde actual Esteban Bovo, es
cubano, hijo de un veterano de Bahía Cochinos, en su campaña se pronunció a
favor de la liberta de Cuba. El ambiente
es de jolgorio, y los apodos como (el ñato el bizco, el narizón), forman parte
del trato diario entre sus habitantes. Algunos exiliados viven allí perdidos en
las brumas del alcoholismo, en medio de mentiras, y el sueño de regresar a la
isla, siempre está presente.
Marcos
el hombre de “los pies secos”
Condenado al exilio por
haber pertenecido a una banda dedicada a robar y a vender todo lo que tenía,
porque como él decía: “En Cuba tiburón se baña, pero salpica”, y agrega: “la
gente de mi edad, creció en una época en que no había nada y creció sin creer
en nada”. Soñaba con tener más dinero,
pagar la hipoteca de una casa propia, sin embargo, no allí en Hialeah donde
muchos se revuelcan en odios y nostalgia. El primer sueño frustrado de Marcos,
al igual que muchos cubanos, fue ser un famoso jugador de beisbol, aunque este
deporte marcaría por siempre su espíritu competitivo.
En esta nueva Habana,
sentía un soplo de comodidad.
Adela:
una mujer sin piso
Compañera de Marcos,
nació en Estados Unidos. Las vicisitudes de una noche fueron el combustible
para engendrarla. De manera recurrente se pregunta: ¿Quién es mi madre?, es
¿Elisa?, o es ¿Loreta’. ¿Y mi padre?, ¿Seré hija de nadie?, Acude a la
marihuana cuando la ansiedad la desborda. La incertidumbre con respecto a su
pasado da vueltas en su cabeza, durante todo el vuelo. Acude al budista
“señalador de caminos”, visita la facultad de veterinaria en Cuba, en la
búsqueda de registros académicos de su madre, viaja Buenos Aires para conversar
con Bruno, su padre biológico, y a una hacienda con caballeriza ubicada en
Tacoma en el estado de Washington.
Siente la sensación de
no tener tierra bajo sus pies.
Aterrizaje
en Fontanar: la casa del clan
Un lugar diseñado y
construido bajo la dirección de los padres de Clara, profesionales que trabajaron
por el cambio social y por el nuevo país. Casa dotada de un singular magnetismo
que emanaba de las entrañas de sus cimientos: Una herradura, símbolo de
fertilidad, protección y fortuna; el grillete de José Martí, “El apóstol de la
revolución”, y una piedra brillante encontrada cerca al santuario de la virgen
de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Elementos que le dieron al lugar la
energía y el imán para mantener la cohesionado por varios años, de El Clan.
Anfitriona de la casa,
es la mujer que aglutina al grupo, es la madre de todos. A pesar de ser
considerada de temperamento anodino, el distanciamiento de Elisa y el haber
abrazado el amor con Bernardo, la dotaron de un carácter seguro y despertaron
la confianza en sus decisiones. Respeta a los que se van en busca de nuevas
oportunidades y a los que se quedan. No quiere salir de la isla, acepta la
soledad, y reconoce a Cuba como su patria, y la casa como su caracol.
Bernardo
el hombre que perdona
La relación afectiva
inicial con Elisa, estuvo caracterizada por el desamor y la duda. Padecer de
infertilidad, fue tema de comentario, entre los amigos de El Clan, aspecto que
vulneró su autoestima. El alcohol, se convirtió en el refugio que le acrecentó el
desdén por la vida y la baja autovaloración. Perdonó la infidelidad de su
esposa y su embarazo extramatrimonial. Se
dio una segunda oportunidad amorosa con Clara, quien lo apoyó de manera
incondicional, en su precaria salud, y en su adicción al alcohol. Abrazaron los
dos el amor, en la etapa final de sus vidas. Sus restos reposan en Fontanar,
como recuerdo del verdadero afecto de Clara hacia él.
Elisa
la viajera incógnita
Símbolo de la mujer que
vive bajo sus propios principios, afirmada e impositiva. Declara de manera
abierta sus deseos sexuales tanto a hombres como a mujeres. El ejemplo familiar
recibido no fue el más esperanzador, una madre sometida y un padre que violenta
la ética y la moral a pesar de su alto cargo diplomático con funciones de
inteligencia. Lo que prevalece en él son los negocios turbios, el dinero y el
poder. La presión sicológica por haber presenciado el suicidio de Walter, un
miembro de El Clan, se convirtió en la tapa de la olla a presión que hervía en
su cabeza. Huir de Cuba, se convirtió
en opción para salir del pasado turbio, la mentira y la insatisfacción afectiva
y sexual. Elisa o Loreta, Loreta o Elisa, dos nombres diferentes, un mismo
personaje que se reinventa a través del budismo, y de dejar atrás el lugar en
el que vio nacer sus insatisfacciones. Elementos que le permitieron dar el paso
para el reencuentro con ella misma, y con su hija Adela.
Walter
el desadaptado
Para un vinculado a una
red de tráfico de droga, huir del país estuvo siempre en sus planes. Siempre
argumentó que era espiado. De profesión pintor, de temperamento entre cínico y realista.
Había iniciado el consumo de coca en una universidad soviética y pensó en
llevar el negocio a la isla, a través del apoyo del diplomático Correa. Se
suicida al caer de un piso 18, en presencia de Elisa. Dos días antes de su
muerte, se convirtió en un fantasma.
Aterrizaje
en Barcelona
Darío un científico cubano
que huye de sus traumas. Hijo de una
madre soltera, fruto de la violación a los 16 año, nace él. Un ritual sombrío utilizaba
ella para descargar el odio sobre su hijo. Consistía en desvestir al muchacho y sentarlo
en una banca a la entrada de la casa, para que fuera motivo de burla. Cuba fue
para él, símbolo de paranoia y desencanto. Una beca del Colegio Médico de
Cataluña, es el pasaporte que facilita la salida, sin embargo, reconoce que los
verdaderos amigos, los hizo en la isla. Su santo es Eleguá “el mensajero príncipe”,
el que abre caminos. Aceite de oliva, vinos,
jamones, se convirtieron en las viandas de su nuevo día a día. Un BMW, una
mujer catalana maquillada y peinada y una casa cómoda, habían dejado atrás la
vida del cochambroso rincón de humillación y vergüenza, ubicada en el barrio
“la perseverancia”, con olor a moho, a suciedad y pobreza.
Aterrizaje
la Florida y Puerto Rico
Horacio es un
científico inconforme, Doctor en ciencias físicas de la universidad de la
Habana, profesor de física de materiales, luchó siempre por la preservación del
equilibrio de la naturaleza. Le interesó la filosofía, pero en un país
diferente, con una ideología indiscutible y una normatividad definida. Creció
entre temores y restricciones, su padre huyó de Cuba, y dejó a la madre sola a
merced de los acontecimientos. Una relación furtiva con Elisa, le otorgó el
título de padre. En agosto de 1994, aprovechó el éxodo propiciado por Fidel
Castro, mediante la apertura de fronteras, para viajar en una balsa con otros
amigos, hacia la Florida, allí obtuvo el estatus de refugiado. Viaja a Puerto
Rico, después de haberse casado con una ciudadana de ese país.
Aterrizaje
en España y Francia
Ramsés forma parte de la segunda generación
de la revolución, al igual que Marcos su hermano. Son los dos hijos de Clara y
Darío. Frases abreviadas y profundas, pronunciadas
por él, sintetizan el pensamiento de muchos jóvenes cubanos que no desean
repetir la historia de sus padres: “No quiero que, a los cuarenta, mi vida se
parezca a la tuya”, “No voy a ir más a la universidad, voy a pedir la baja, ya
decidí que me quiero ir”, “no entiendo por qué la gente en Cuba, sigue viviendo
del cuento”, y, la que pronunció al
arribar al aeropuerto de Madrid “yo no soy un exiliado, sino uno que vive en
otra parte”. A pesar de no vivir en la
isla, sus creencias religiosas están atadas a la santería. Se une en matrimonio
a Fabiola, cubana de nacimiento e hija de dos miembros de El Clan, Fabio y
Liuba.
Irvin
y Joel
Una carta de invitación
de Darío, les abre las puertas para Viajan a España (Madrid y Barcelona) A Irvin
lo invadía una mezcla de tristeza y felicidad, pensaba en el futuro, pero sin desprenderse
del pasado, arrastra el estigma de la homosexualidad. En España, país ausente
de prejuicios, había descubierto su propio paraíso, aunque lejos de su propio
edén, La Habana.
Aterrizaje
en Buenos Aires
Fabio y su esposa Liuba:
Mueren en esa ciudad, como ilegales, al caer desde un andamio, en una obra, en
la que trabajaban como ilegales.
El escritor siempre ha
afirmado que necesita de su país para poder escribir, porque es de allí de
donde obtiene la vitamina, el zumo necesario, para crear y recrear los
personajes y sus vivencias.
Lo que me impactó: la
versatilidad empleada para crear la siquis de sus personajes, expresar de
manera abierta los altibajos de su país, Y su honestidad para reconocer que es
allí donde quiere vivir.
Lo que me incomodó: el
carrusel por el que pasé como, lectora al abordar esta nave, subidas y bajadas,
que parecían repetir una y otra vez lo dicho.
El papel de Elisa se me
fue diluyendo en el vuelo. Al final poco me importó si aparecería o no.
CLEMENCIA
INÉS GOMEZ NARANJO
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