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miércoles, 5 de marzo de 2025

Del trigal a la mesa

 

(El Panadero)

Tomad y comed todos de Él.


 

Bendijo Dios el surco, bendijo la semilla

y las manos encallecidas que cultivan;

encorvó sobre el trigal a los labriegos

que arrancan de cuajo la maraña.

 

Inclinó los rayos del astro luminoso

para dorar y madurar la espiga

y dobló la espalda de la segadora,

que en manojos acopia la preciada mies.

 

Bendijo las piedras de moler el grano

y al hombre que trilla y muele sin fatiga

en largas faenas – sin descanso –

de sol a sol, hasta obtener la harina.

 

Recostado sobre el poder de su grandeza,

inventó la palabra pan y al panadero

 dotó de manos laboriosas y ligeras,

 lo hizo artesano, creador y obrero.

 

Amasijo de formas caprichosas,

mezcla de trigo, agua pura y levadura,

¿Quién si no el panadero le dio forma

para tasarlo en mendrugos y migajas?

 

Bendito el leño que calienta el horno,

bendito el hombre que aviva los tizones.

¡Pan santificado y bendecido!

bendito sea porque mitiga el hambre.

 

Puesto sobre la mesa del hambriento

te dispones a entregar la vida

y entrelazado en comunión perpetua

te conviertes en nuestro pan de cada día.

 

Bendiga Dios el surco y la semilla

bendiga la segadora y la cosecha,

que bendiga la espiga y la faena,

el amasijo, el leño y nuestra mesa.

 

Bendito sea el labrador y los molinos,

el artesano, el campesino y el obrero

y que todo el universo incline la cabeza

cuando se diga pan y panadero.

 Eduardo Toro

 

Poema publicado en Antología de poemas al pan. Ediciones Apidama.

 

 

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