Poema para Emily
Del otro lado de la noche
la espera su nombre,
su subrepticio anhelo de vivir,
¡del otro lado de la noche!
Algo llora en el aire
los sonidos diseñan el alba.
Ella piensa en la eternidad.
Enfrentar la lectura de una poeta de la altura de
Emily Dickinson no es labor fácil, pero al abordarla encontramos en su lectura,
una poeta que amó profundamente el quehacer poético. Su amplia producción nos
habla de su dedicación y sin igual comprensión del género y de los diferentes
temas que en su trabajo literario abordó.
Que fue rebelde en su forma de escribir…sí, lo fue, colocaba
mayúsculas en cualquier sitio del poema, guiones y otras libertades de escritora con un estilo
propio y único.
Es de una sencillez que refleja en su estilo de vida y en su
poesía, que pretendía no molestar a nadie, alejada por propia voluntad de los
placeres de la carne, el mundo y el demonio, recluida en su casa por decisión
propia con muy pocas salidas. Desconocemos sus razones tal vez por la enfermedad
renal que sufría y que como ella misma lo expresara: “mi vida ha sido demasiado
sencilla y austera como para turbar a nadie”. Que a pesar de que poco lo conoció demostró
un gran amor a su hogar, a su ciudad y a su país.
Su dedicación a la lectura fue notable, de hecho
fue una gran lectora de los clásicos universales en idiomas como el latín y el
griego, que se esforzó en aprender en la escuela, para darse el gusto de leer a
los clásicos greco-latinos en su propio idioma. También sabemos que leyó a
Emerson, Whitman y otros grandes poetas contemporáneos, pero por ser innovadora
no se puede rastrear a ciencia cierta la influencia de ningún de ellos en su
producción, tal como lo dicen los estudiosos de su legado, cuando tocan lo de
su originalidad.
Vemos que el tratamiento de los sentimientos como
el amor a la vida, que lo consideró como el gran milagro, a sí misma y a otros, que a pesar de haber vivido en forma
platónica, y de manera epistolar, comprendió y plasmó como si en realidad lo
hubiera vivido de forma física.
La amistad
que quiso brindar y que por su aislamiento no realizó a plenitud , solo lo hizo en forma
presencial con una amiga incondicional y
con algunas otras pocas personas, de
forma epistolar, valorándolo al considerar que era su único patrimonio.
Su amor al trabajo, su disciplina, su dedicación,
y su persistencia le permitieron realizar una gran obra, cerca de mil
ochocientos poemas, todos ellos
considerados de gran valor y que la encumbran al altar de los cuatro grandes
poetas del siglo XIX, de los E.E.U.U.
Anoto que la tristeza fue su acompañante, íntimamente
reflejada en su obra, posiblemente por a su enfermedad. Me permito especular un
poco, tal vez, por no haberse podido realizar como mujer, esposa y madre, que era
y es uno de los paradigmas de toda mujer en toda época.
Su espíritu de servicio, su compasión por los
desvalidos y los que estaban enfermos, se refleja en muchos de sus escritos. Su
toma de conciencia por vivir el hoy, creer en lo milagrosa que es la vida y también
la muerte como fin último de nuestro paso terrenal, sin que se albergue temor
alguno frente a esta, que es lo único seguro que tenemos, escribió: “Morir sin morir y vivir sin la vida, es el
más arduo milagro propuesto por la fe”. Queriendo y de ello si es
consciente, que con su trabajo poético pasaría a la inmortalidad y lo logró.
Su persistencia por ser sincera, por decir la
verdad, costare lo que costare. y por evitar
toda mentira. De alguna manera el desprecio por la muerte, puesto que su
temor le impide el libre desarrollo de las ideas, creando desconfianza que le
evita ser merecedora de la inmortalidad, por lo que vivió
conectada y sin miedo a la muerte y a la tumba, que primero construyó dentro de
los linderos del hogar, al decidir encerrarse, previo a la definitiva partida a
la tumba donde pasaremos el resto de nuestra eternidad.
Exaltó el valor de la experiencia que viene con el paso de los
años y que da valor agregado a lo que se realiza, en su caso: escribir poesía. En
fin es una mujer-poeta que como diríamos coloquialmente es agarradora. Debo
decirlo, leí muchos de sus poemas y casi la totalidad fueron de mi agrado, por
lo que la recomiendo y la seguiré recomendando como uno de los referentes de la
poesía universal.
ADOLFO LEÓN
HORMAZA POSSO
FEBERO 2018
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