Jesús Rico Velasco
Hay cosas extrañas que te suceden cuando has avanzado en la supervivencia sobre la tierra por encima de las ocho décadas de vida y en
un estado relativamente saludable. Yo había sostenido en un articulo reciente que
sin salud no vale la pena envejecer. La salud en la vejez es un determinante
categórico, el proceso de perderla puede ser largo y doloroso. El bienestar es casi una
virtud en los años avanzados, que resulta de una combinación del cuidado biológico, psicológico y social.
Qué pasa por tu mente cuando por algo aparentemente
insignificante como un lipoma (grasa) de menos de dos centímetros, que ni siquiera molesta, en la cercanías del ano, decides hacértelo operar y el medico cirujano muy alegre te dice: «Es insignificante, lo he palpado y lo puedo eliminar en una cirugía de diez minutos». Sientes alegría al ver que no tienes nada, que la pequeña bolita de grasa te la pueden eliminar en un abrir y cerrar de ojos. Así que el cirujano te programa una entrevista con
la anestesióloga, que te dice: « No hay dificultad aparente para realizar la operación independiente de la
presencia de su marca pasos. Preséntese dentro de ochos días en la sala de cirugía».
Todo calculado y el día de la cirugía ella no puede asistir. Ya en el quirófano se enfrenta el paciente
con un cirujano asustado por la ausencia
de la anestesióloga y la presencia de un anestesiólogo cambiante que no conoce al
paciente y se sobresalta por la presencia del marca pasos y decide realizar un
procedimiento de anestesia raquídea que es mas adecuada para sus
conocimientos y simplemente continua sin consultar al paciente. La
anestesia programada era para una operación ambulatoria de corta duración.
Independiente
de la actitud del cirujano y la
inofensiva posición del paciente es operado con un procedimiento raquídeo que traslada al paciente
a una incomodidad de cuatro horas en la sala de recuperación. Uno como paciente
se da cuenta que las cosas no van por el camino correcto. Hay indecisión, susto
frente a las circunstancias, se siente inquietud, no hay confianza en lo que está
sucediendo.
« Me sentía triste, molesto por las circunstancias,
inhabilitado ante unos prepotentes profesionales que sentía que podían tomar decisiones
en ese momento ».
La operación se programó para las 11:30 de la
mañana, el cirujano llegó después de la una de la tarde. Felizmente salimos con mi mujer para la casa reducido adolorido y derrotado
hacia las 6 de la tarde. Disminuido ante
algo tan simple que parecía una cirugía de 10 minutos se convirtió en una
pesadilla de mas de seis horas . Era un final del mes de enero precisamente un
25 con la proximidad del fin de semana que se había escogido por decisiones medicas.
El diagnostico del lipoma de grasa había sido definido en una cita
previa hacia mas de un año con el proctólogo que había considerado sin
importancia la presencia del pequeño tumulto carnoso en las proximidades del
ano. En mi corazón no pasaba nada , dejé que las cosas siguieran un transcurso normal
durante un año.
Cuando las cosas van a ocurrir no las detiene nadie. Tres días despues de la pequeña
cirugía la herida se abrió y tuve que asistir de urgencias al consultorio del
médico que se lamentó y me mando un procedimiento de lavado con agua y búsqueda
de ayuda de una enfermera especializada en cierre de heridas por segunda
opción.
Conseguimos con la Universidad la ayuda de una enfermera
especialista que logro con su expertismo la realización de un procedimiento de
cierre de herida en citas periódicas dos por semana. Su dedicación mas el
manejo del dolor por el paciente acongojado, reducido a una cama, produjo una
transformación impresionante de nuestras vidas.
En la ultima visita al medico proctólogo manejamos
con mucha paciencia el proceso de diagnóstico
que salió como resultados de la
biopsia que realizó el medico el día de la cirugía .
Que pasa por tu mente cuando recoges los
resultados de tu biopsia y la lectura del informe de anatomía patológica dice:
«Carcinoma escamo celular
variante basaloide (cloacogénico). Compromete toda la biopsia».
Lo leía varias veces y no lo podía creer. Algo tan
pequeño, un lipoma de grasa
en el ano que había esperado más de un año para eliminarlo, ahora estaba
comprometido en un proceso de origen
canceroso. Que podría pasar, que sucede en la existencia de tres personas cuando te das cuenta que
empiezas a cambiar tu vida sobre la tierra y que el médico que te atiende
simplemente te mira y te dice:
« Lo siento pensé que el resultado sería positivo.
De ahora en adelante tiene que buscar un oncólogo ».
Rumbos diferentes, angustias para todos. No se
esperaba asi tan de repente. No había alternativa y había que afrontar las
cosas como van llegando. Cuando algo
sale mal empiezan a suceder eventos que desencadenan más angustias. Tres días
después de la operación la herida se abrió
parece como si las cosas se unieran para confrontar tu fortaleza o tus
debilidades frente al precipicio que se encuentra ante
tus pies.
Es un proceso que duró un mes con micro poro
tapando casi todo el ano defecando con angustia sufrida todos los días y ayuda dolorosa y permanente para tus
familiares en mi caso la mujer y una
hija de 19 años asistiendo a la universidad
que participan por colateralidad del sufrimiento del otro. Dos veces por
semana durante un mes tuvimos citas con
la enfermera especialista en la universidad
hasta lograr con la dedicación de todos para que la herida cerrara.
Es fácil escribirlo pero muy doloroso vivirlo en
el día a día cuando no te puedes sentar, duelen las nalgas que se queman con el
roce leve de las sabanas, el calor sofocante del ambiente caliente desde
tempranas horas de la mañana, y que a pesar del aire acondicionado y los ventiladores prendidos día y noche, mas el pensar en la
incertidumbre de un futuro cercano con un
cáncer comiéndote, la mente empieza a convertir la vida en un
rompecabezas insoportable.
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