Por allá en los años 30 los habitantes de un pequeño y tranquilo pueblo del profundo sur de los EE.UU, atados a sus creencias y tradiciones y con absoluto y total apego a los textos bíblicos, son confrontados por un profesor de biología que explica a sus alumnos la teoría de la evolución de Charles Darwin, en contravía del Génesis, violando la expresa norma de educación estatal en Tennessee. Tal circunstancia despierta el rechazo de los notables del pueblo que dirigidos e incitados por el pastor del lugar, hacen encarcelar y enjuiciar al maestro por agnóstico y porque rechazan ser “descendientes de los monos”.
De alguna manera los sucesos se filtran y llegan a un gran diario de Baltimore que los vuelve noticia de primera plana, enfocando la atención de gran parte del país hacia el juicio, y por supuesto, en la sentencia (absolutoria o condenatoria). Para agregarle picante al asunto, no solo envía un reportero cínico y mordaz, sino que paga la defensa del maestro, contratando uno de los mejores abogados del país.
Aunque la mayoría de los habitantes del condado rechazan la conducta del profesor y esperan que sea condenado, también esperan que habiendo ganado notoriedad el pueblo, puedan sacar de todo ello alguna tajada. En medio de un calor infernal se desarrolló el juicio. El juez intenta ser imparcial sin lograrlo a causa de sus creencias. Los dos abogados se enfrentan, uno invocando principios de fe y el otro argumentos de ciencia, sin embargo, dada la composición del jurado, apenas sería de esperarse una declaración de culpabilidad, como en efecto ocurre. Pero nuevamente vuelven a jugarse intereses mezquinos, cuando el juez a la hora de pronunciarse, es presionado a emitir una condena apenas simbólica, por la notoriedad desproporcionado que adquirío el asunto y que podría llegar a traer consecuencias desfavorables para los políticos en las próximas elecciones.
Hoy en día podemos calificar de absurdo y estupido el comportamiento de las gentes del condado, aunque debemos ubicarnos en el momento en que las cosas ocurrieron y conocer cuáles eran sus creencias predominantes. Podrían ser propias del medioevo, como dijo el periodista, pero eran las de ellos. Podría censurarse su actitud de intolerante, pero así eran las cosas entonces. Además (creo yo), todavía hoy, pese a los avances de la ciencia, las hipótesis de Darwin son una teoría. Hoy se está buscando el origen de las especies en el confín del universo, en lejanas galaxias. En el big-bang.
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