Eliseo Cuadrado
Desde el principio,
me quise cambiar el nombre,
pero tanto me llamaron por él
que al fin me acostumbré a llevarlo.
Más tarde,
quise cambiarme el apellido
pero mi padre se opuso
con la resistencia pasiva
de los mártires anónimos.
Con el tiempo,
y después de recorrer con la esperanza perdida
muchas dependencias oficiales,
un notario me tranquilizó
al convencerme de que era el portador
sano y afortunado de un magnífico seudónimo.
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