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miércoles, 30 de octubre de 2024

Celos infernales

Alexandra Correa

 


Despierto al escuchar los nudillos golpear el parabrisas.

-Papá entre a la casa y acuéstese, no duerma en el carro. Mi mamá aún no se ha levantado, voy camino al colegio ¡Lo quiero mucho!

La veo correr mientras se aleja y pienso en qué momento se creció mi niña. Decido no entrar a la casa e irme de regreso al trabajo.

 El domingo recibo una llamada de la Ingeniera. Una de las máquinas ha fallado.

-Venga pronto don Héctor o de lo contrario la producción se para -dijo alarmada.

Le explico a mi mujer que la empresa requiere de mi presencia ¡Es una emergencia!

- ¡Ah! ¿Llamó la moza y el señor tiene que irse un domingo a trabajar?

-No tengo nada que esconderle Olga -le muestro el celular sin titubear- revíselo si desea, yo me voy a bañar.

 

Mi vida se ha convertido en un infierno, no deseo salir y miedo profundo me produce regresar a casa.  El gerente de la compañía requiere de mi presencia en su oficina.

- ¿Cómo le va Don Héctor?

- Muy bien jefe.

- ¿Y la familia? ¿Todo bien en su casa?

- Pues qué le digo doctor…como todo el mundo, los problemas van y vienen.

- Don Héctor deseo expresarle que su trabajo y dedicación en la compañía han sido impecables, pero entienda una cosa, los problemas que usted tenga en su casa, los deja allá, acá no los traiga.

- ¿Cómo así jefe? No le entiendo.

- Sí, su mujer en repetidas ocasiones llama a la Ingeniera diciéndole que no lo busque más, que usted ya tiene dueña y para no ir más lejos la trata de hijueputa perra.

- Doctor… que pena con usted y con la ingeniera, no lo sabía, déjeme decirle que estoy apenado, de parte mía solo tengo agradecimientos con la compañía, ustedes han sido el soporte para sacar a mi familia adelante.

- Héctor, arregle sus problemas de inmediato o me veré en la penosa tarea de prescindir de sus servicios.

 

De camino a casa siento la sangre hervir, un dolor penetrante martilla mi cabeza y el corazón se acelera a millón. No logro coordinar el rumbo. De hoy no pasa, no más titubeos Héctor, le voy a cantar la tabla, pensé.

Estaba apoltronada, me mira de reojo, aviento la puerta.

- ¡Ah llegó el señor temprano!

- ¡Ve gran pendeja! No sabés el problema tan berraco que me has metido, te pusiste a patear la lonchera y a jugar con la comida ¡Hacéte el favor de buscar un médico de la cabeza, porque con tus hijueputas celos enfermizos, nos vas a arrastrar a la locura!  ¿Cómo se te ocurrió llamar a la ingeniera?   Y decirle tantas barbaridades. Ahora soy el cabrón al que corresponde ir a poner la cara; ves mozas hasta en la sopa ¡me tenés hasta el tope! He hecho de todo para demostrarte que soy fiel, te lo juré por lo más sagrado que son nuestros dos hijos, jamás te he engañado. ¿Sabés cuál ha sido el único error que he cometido? Trabajar como un burro para brindarles una buena vida.

 

Subo al carro y conduzco a toda velocidad, me provoca matarme. Con los ojos aguados tocó suavemente la puerta de la Ingeniera.

-Don Héctor buenas siga, mi esposo y yo lo esperábamos.

- Buenas Ingeniera y buenas para usted también mi teniente. No sabe lo mal que me siento con todo el embrollo armado por mi mujer, la celotipia la tiene desbordada. La ingeniera es toda una dama, su dignidad no se le puede colocar en tela de juicio.

-Don Héctor, sé muy bien quién es mi esposa, nunca lo he puesto en duda. Necesito que pare a su esposa; insulta a mi mujer con cantidad de improperios y vulgaridades. Tómelo como quiera, amenaza o advertencia, si su mujer vuelve a comunicarse con la mía, no dudaré en demandarla por daños, perjuicios, calumnia, por atentar contra la paz mental y la tranquilidad. Así que dígale que se atenga a las consecuencias.

-Si mi teniente, téngalo por seguro, no vuelve a suceder.

 

Derrotado, triste y decepcionado parto a la que durante quince años fue mi hogar.

-Olga, vengo de la casa de la ingeniera y le advierto, usted se metió en un grave problema, una llamada más y la demandan. Defiéndase como pueda, si la meten a la cárcel no es mi problema, a partir de ahora usted no hace parte de mi vida y nada de lo que le pase me importa. Los niños son grandes y sabrán comprender, voy a coger mis cuatro chiros y me largo.

 

Instalado en la casita de Villa Gorgona, recibo la llamada de mi padre.

- ¿Hola, maestro cómo va?

-Bien mijo ¿Estás ocupado? ¿Me puede recoger en la terminal?

¿Cómo así papá usted está en Cali?

- Sí chinito, anoche salí de Bogotá que pena que no le avisé.

-Salgo para allá.

Mientras voy camino a la terminal me pregunto ¿quién le habrá ido con el chisme a papá? De seguro Olga se puso a llamarlo ¡claro cómo se la llevan tan bien!

-Padre, que gustazo verlo ¿porque no me avisó?

-Héctor estoy preocupado por su situación, Olguita me contó que usted abandonó el hogar y que tiene varias mozas ¿acaso no le ha servido el ejemplo que le hemos dado? ¡Llevamos cuarenta y nueve años de casados con su mamá! Chatico no hay que huirles a los problemas. Tú debes a aprender a sortearlos, uno nunca tiene la vida ni la pareja que sueña.

- ¿Maestro desea beber una pola?

-Si mijo.

-Quiero hacerle una pregunta, padre.

-Si mijo, dígame - frunció el ceño.

- ¿Usted cree que yo soy un triple hijueputa?

- ¡Jamás, Héctor ni se atreva a pensarlo!

-Papá ¿podemos invitar a Olga?

-Claro mijito.

Tomo el celular y llamo.

- Hola pá, ¿cómo vas?

-Bien chinita ¿su mamá está por ahí?

-Ya te la paso.

-Olga, mi papá está en Cali y quiere saludarla. ¿Puede venir a la tienda de don Carlos y se toma una cerveza con nosotros?

- Salgo para allá.

 

Papá saluda a Olga con efusividad. 

-Por favor les pido que recapaciten, revalúen el sagrado vinculo del matrimonio, les hago una invitación a no desfallecer.

-Olguita, cuéntele a mi papá como se refería usted de mí, dígale que yo para usted era un doble, triple hijueputa, cuéntele cuántas noches tuve que dormir en el carro porque ni a la casa me dejaba entrar, cuéntele de las veces que llamó a la jefe diciéndole que era mi moza, cuéntele que usted tiene celos hasta de su propia sombra.

- ¿Es verdad Olguita?

-Sí don Eladio, es verdad.

Mi padre quedó impresionado.

-Ahora papá, si tanto la quiere y le tiene lástima llévesela a vivir con usted, qué pena que le responda así, pero usted no conoce la fiera con la que me casé. Yo deseo que los pocos años que me quedan de vida, los pueda vivir en paz y tranquilidad.  Padre, tiraste a la basura el tiempo y el tiquete. No busques solucionar algo que no tiene remedio.

 

-Papá, quiero irme a vivir con usted -dice mi hija.

- ¡Claro amor! ¿Tuvo algún problema con su madre?

- Es que me movieron el horario en el trabajo. Llego a casa pasadas las diez de la noche y me toca hacer el almuerzo para el otro día; mamá grita como loca que no la dejo dormir, el ruido de la cocina le molesta.

-Mijita usted sabe que mi casa es su casa, vengase cuando quiera.

-Pá quería contarle que mi hermano tampoco se la aguanta, él quería venirse conmigo, pero al contarle sus intenciones a mamá, ella le imploró que no la dejara sola, le prometió que iba a cambiar y él desistió.

-No lo culpo, es su madre, mi intención nunca ha sido hacerle daño a su vieja, pero es que ella con su comportamiento ha hecho que se alejen.

 Deseo acostarme temprano, apago la luz y observo cómo el reflejo de las sombras ambienta la estancia, escucho el ruido intermitente de grillos chillar en el jardín y unas pequeñas gotas chocar con el alfeizar, melodías para mis sentidos. Poco a poco me relajo, suelto un suspiro mientras un último pensamiento desfila… “desdichados aquellos que deben dormir con la bestia bajo la luz de la luna”

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