Alexandra Correa
Despierto al escuchar los nudillos golpear el
parabrisas.
-Papá entre a la casa y acuéstese, no duerma
en el carro. Mi mamá aún no se ha levantado, voy camino al colegio ¡Lo quiero
mucho!
La veo correr mientras se aleja y pienso en qué momento se creció mi niña. Decido no entrar a la casa e irme de regreso al trabajo.
-Venga pronto don Héctor o de lo contrario la
producción se para -dijo alarmada.
Le explico a mi mujer que la empresa requiere
de mi presencia ¡Es una emergencia!
- ¡Ah! ¿Llamó la moza y el señor tiene que
irse un domingo a trabajar?
-No tengo nada que esconderle Olga -le
muestro el celular sin titubear- revíselo si desea, yo me voy a bañar.
Mi vida se ha convertido en un infierno, no
deseo salir y miedo profundo me produce regresar a casa. El gerente de la compañía requiere de mi
presencia en su oficina.
- ¿Cómo le va Don Héctor?
- Muy bien jefe.
- ¿Y la familia? ¿Todo bien en su casa?
- Pues qué le digo doctor…como todo el mundo,
los problemas van y vienen.
- Don Héctor deseo expresarle que su trabajo
y dedicación en la compañía han sido impecables, pero entienda una cosa, los
problemas que usted tenga en su casa, los deja allá, acá no los traiga.
- ¿Cómo así jefe? No le entiendo.
- Sí, su mujer en repetidas ocasiones llama a
la Ingeniera diciéndole que no lo busque más, que usted ya tiene dueña y para
no ir más lejos la trata de hijueputa perra.
- Doctor… que pena con usted y con la
ingeniera, no lo sabía, déjeme decirle que estoy apenado, de parte mía solo
tengo agradecimientos con la compañía, ustedes han sido el soporte para sacar a
mi familia adelante.
- Héctor, arregle sus problemas de inmediato
o me veré en la penosa tarea de prescindir de sus servicios.
De camino a casa siento la sangre hervir, un
dolor penetrante martilla mi cabeza y el corazón se acelera a millón. No logro
coordinar el rumbo. De hoy no pasa, no más titubeos Héctor, le voy a cantar la
tabla, pensé.
Estaba apoltronada, me mira de reojo, aviento
la puerta.
- ¡Ah llegó el señor temprano!
- ¡Ve gran pendeja! No sabés el problema tan berraco
que me has metido, te pusiste a patear la lonchera y a jugar con la comida
¡Hacéte el favor de buscar un médico de la cabeza, porque con tus hijueputas
celos enfermizos, nos vas a arrastrar a la locura! ¿Cómo se te ocurrió llamar a la ingeniera? Y decirle
tantas barbaridades. Ahora soy el cabrón al que corresponde ir a poner la cara;
ves mozas hasta en la sopa ¡me tenés hasta el tope! He hecho de todo para
demostrarte que soy fiel, te lo juré por lo más sagrado que son nuestros dos
hijos, jamás te he engañado. ¿Sabés cuál ha sido el único error que he
cometido? Trabajar como un burro para brindarles una buena vida.
Subo al carro y conduzco a toda velocidad, me
provoca matarme. Con los ojos aguados tocó suavemente la puerta de la Ingeniera.
-Don Héctor buenas siga, mi esposo y yo lo esperábamos.
- Buenas Ingeniera y buenas para
usted también mi teniente. No sabe lo mal que me siento con todo el embrollo armado
por mi mujer, la celotipia la tiene desbordada. La ingeniera es toda una dama,
su dignidad no se le puede colocar en tela de juicio.
-Don Héctor, sé muy bien quién es mi esposa,
nunca lo he puesto en duda. Necesito que pare a su esposa; insulta a mi mujer
con cantidad de improperios y vulgaridades. Tómelo como quiera, amenaza o
advertencia, si su mujer vuelve a comunicarse con la mía, no dudaré en
demandarla por daños, perjuicios, calumnia, por atentar contra la paz mental y
la tranquilidad. Así que dígale que se atenga a las consecuencias.
-Si mi teniente, téngalo por seguro, no
vuelve a suceder.
Derrotado, triste y decepcionado parto a la
que durante quince años fue mi hogar.
-Olga, vengo de la casa de la ingeniera y le
advierto, usted se metió en un grave problema, una llamada más y la demandan. Defiéndase
como pueda, si la meten a la cárcel no es mi problema, a partir de ahora usted
no hace parte de mi vida y nada de lo que le pase me importa. Los niños son
grandes y sabrán comprender, voy a coger mis cuatro chiros y me largo.
Instalado en la casita de Villa Gorgona,
recibo la llamada de mi padre.
- ¿Hola, maestro cómo va?
-Bien mijo ¿Estás ocupado? ¿Me puede recoger
en la terminal?
¿Cómo así papá usted está en Cali?
- Sí chinito, anoche salí de Bogotá que pena
que no le avisé.
-Salgo para allá.
Mientras voy camino a la terminal me pregunto
¿quién le habrá ido con el chisme a papá? De seguro Olga se puso a llamarlo ¡claro
cómo se la llevan tan bien!
-Padre, que gustazo verlo ¿porque no me
avisó?
-Héctor estoy preocupado por su situación,
Olguita me contó que usted abandonó el hogar y que tiene varias mozas ¿acaso no
le ha servido el ejemplo que le hemos dado? ¡Llevamos cuarenta y nueve años de
casados con su mamá! Chatico no hay que huirles a los problemas. Tú debes a
aprender a sortearlos, uno nunca tiene la vida ni la pareja que sueña.
- ¿Maestro desea beber una pola?
-Si mijo.
-Quiero hacerle una pregunta, padre.
-Si mijo, dígame - frunció el ceño.
- ¿Usted cree que yo soy un triple hijueputa?
- ¡Jamás, Héctor ni se atreva a pensarlo!
-Papá ¿podemos invitar a Olga?
-Claro mijito.
Tomo el celular y llamo.
- Hola pá, ¿cómo vas?
-Bien chinita ¿su mamá está por ahí?
-Ya te la paso.
-Olga, mi papá está en Cali y quiere
saludarla. ¿Puede venir a la tienda de don Carlos y se toma una cerveza con
nosotros?
- Salgo para allá.
Papá saluda a Olga con efusividad.
-Por favor les pido que recapaciten, revalúen
el sagrado vinculo del matrimonio, les hago una invitación a no desfallecer.
-Olguita, cuéntele a mi papá como se refería
usted de mí, dígale que yo para usted era un doble, triple hijueputa, cuéntele cuántas
noches tuve que dormir en el carro porque ni a la casa me dejaba entrar, cuéntele
de las veces que llamó a la jefe diciéndole que era mi moza, cuéntele que usted
tiene celos hasta de su propia sombra.
- ¿Es verdad Olguita?
-Sí don Eladio, es verdad.
Mi padre quedó impresionado.
-Ahora papá, si tanto la quiere y le tiene
lástima llévesela a vivir con usted, qué pena que le responda así, pero usted
no conoce la fiera con la que me casé. Yo deseo que los pocos años que me
quedan de vida, los pueda vivir en paz y tranquilidad. Padre, tiraste a la basura el tiempo y el
tiquete. No busques solucionar algo que no tiene remedio.
-Papá, quiero irme a vivir con usted -dice mi
hija.
- ¡Claro amor! ¿Tuvo algún problema con su
madre?
- Es que me movieron el horario en el trabajo.
Llego a casa pasadas las diez de la noche y me toca hacer el almuerzo para el
otro día; mamá grita como loca que no la dejo dormir, el ruido de la cocina le
molesta.
-Mijita usted sabe que mi casa es su casa,
vengase cuando quiera.
-Pá quería contarle que mi hermano tampoco se
la aguanta, él quería venirse conmigo, pero al contarle sus intenciones a mamá,
ella le imploró que no la dejara sola, le prometió que iba a cambiar y él desistió.
-No lo culpo, es su madre, mi intención nunca
ha sido hacerle daño a su vieja, pero es que ella con su comportamiento ha
hecho que se alejen.
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