Alexandra Correa
Hace quinientos treinta y
dos años llegaron los españoles a América. Invadieron e irrumpieron, tomaron por la fuerza nuestras tierras,
borraron de nuestra mente el raciocinio y formas de pensar. Impusieron su Dios porque
era mejor que el nuestro y nos obligaron
a aprender su idioma. Le vendieron la idea al
mundo que éramos salvajes porque tratábamos de defendernos de sus atrocidades. Amputaciones
de manos, violaciones, aperreamientos -con grandes perros hambrientos- torturas,
matanzas. De esta manera fuimos obligados a tomar su cultura y creencias, perdiendo
nuestra identidad. Entonces ¿quién fue en realidad el salvaje? Con su llegada trajeron consigo enfermedades y epidemias, para
las cuales no estábamos preparados, dejando a su paso muerte y desolación. Durante generaciones nos
contaron una historia, la de un ser supremo conquistando a América, un hecho difícil
de ensombrecer, ignorando las formas que se utilizaron para invadir, conquistar
y asentarse.
España se ha apropiado de la
historia con fines ideológicos, ocultando los elementos más terribles que toda
invasión y conquista conlleva; sentimientos
de inferioridad y sometimiento perpetuo hasta el día de hoy.
Los
aportes hechos por las culturas mayas, azteca e inca, en el campo de la
astronomía, los ciclos de la luna, los movimientos del sol y el calendario han
sido poco resaltados. Recuerdo cuando mi hermana vivía en Alemania y trajo su
prometido a Colombia para casarse. Lo tratábamos como a un Dios. Nos
esmerábamos por atenderlo, le hacíamos sentir bien, mostrándole lo mejor de
nuestro territorio.
Siento
que tenemos una tendencia a ser demasiado gentiles excediéndonos en atenciones
con los extranjeros. Si no me cree deténgase a observar el esmero en sitios
turísticos con relación a un paisano. En
pleno siglo XXI es tal el desconocimiento de nuestra cultura ante los ojos del
mundo, que muchos países nórdicos no saben que existimos y otros creen que aún
somos un cúmulo de indígenas vistiendo taparrabos. Nos han encasillado de
violentos y me da lástima aceptarlo pero creo que es cierto. La historia se
repite una y otra vez, de generación en generación. Estamos acostumbrados a
vivir en medio de la selva, solucionando nuestras inconformidades con paros
violentos, tomas guerrilleras, destrozando monumentos públicos y en general
solucionando a punta de golpes. Es el reflejo de la conquista, similar a un
padre maltratador dando mal ejemplo a su hijo, que una vez crece se convierte
en lo que aprendió. Generalizando fuimos
adiestrados para no pensar y mucho menos cuestionarnos.
Vemos,
hacemos y actuamos de la misma manera que hace siglos.
Hace
quince días recorrimos Sicilia y parte de España con mi familia. Visitamos ciudades
antiguas como Siracusa mencionada
en la Biblia en el libro de los Hechos de los Apóstoles, 28:12, Pablo discípulo de Jesús se alojó allí.
Observé la influencia de los griegos en sus monumentos y ciudades. Pensadores
que llegaron con su filosofía y ciencias a distintos puntos de Italia. Con el
paso del tiempo llegaron los romanos, modificando de nuevo los templos sagrados, prohibiendo la adoración
a Dioses mitológicos. Sucesivamente invasiones y guerras, dejaron una huella en
cada uno de las ciudades que visité. Cada lugar huele a historia. Casas,
templos y esculturas; derruidas por el paso de más de dos mil años, más allá de
las paredes, sus interiores reflejan la conservación, esmero y orgullo del
tesoro que poseen. Estéticamente todo pareciera feo y viejo, aunque una vez conoces la historia y te introduces en
ella, la perspectiva cambia. Concluí que la expansión de la cultura griega y la
posterior toma por parte del imperio romano influyó en el progreso y formas de
pensar de las grandes civilizaciones.
En
Madrid, el trayecto del aeropuerto al hotel fuimos conducidos por una variedad
de túneles que a su vez desembocan en
múltiples salidas. Fue como transitar una ciudad bajo tierra y me preguntaba ¿Cuánto
dinero tuvieron que invertir para estos magníficos proyectos? ¿Tanto progreso se
debió al oro que se trajeron de América? O tal vez ¿fue su forma de pensar
autónoma y no impuesta por colonizadores que pudieron salir adelante con extensas
carreteras y autopistas?
España
está invadida de latinos. Los rasgos de la población en su mayoría de origen
indígena, como si los papeles se hubieran invertido, Latinoamérica invadiendo Europa,
debido a la violencia, inconformismo, a las faltas de oportunidad, pobreza y desilusión;
resultados de gobiernos que han provocado el desplazamiento. Restaurantes,
hoteles, taxis, buses, metros, construcciones en todas partes hay un inmigrante suramericano, desempeñando
labores extenuantes y rudas, actividades de aseo, construcción y recolección de
sembrados en el campo, entre otras, porque al europeo no le gusta hacer el
trabajo sucio. Gran parte de la población ha eliminado su acento del país origen,
queriendo hacer parte de la sociedad.
¿Entonces
son superiores o qué los hace diferentes? Definitivamente somos iguales, ellos
también defecan, bostezan, tienen mal aliento. No son Dioses, como nos tienen
acostumbrados a verlos. Siento que a ellos los ha impulsado un deseo colectivo
por una mejor Europa. La influencia de pensadores, el intercambio de culturas, los
idiomas, la pintura, la música, y el interés por el aprendizaje los ha hecho
diferentes. Además acatan normas, tienen respeto por la autoridad, viven su
vida sin importar el qué dirán, son autónomos, visten, piensan como se les da
la gana. No están pendientes de la apariencia, la figura, el peinado, los senos
y mucho menos las arrugas, no le queman tanto tiempo a banalidades, la vida de
los demás les es indiferente. Han despertado a la consciencia.
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