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martes, 25 de abril de 2023

¿De qué hablamos cuando hablamos de gatos?

 Eduardo Toro

Desde los primeros días la llamamos Lluvia y, al llamado, acude mimosa al rincón de los abrazos. Es blanca y sedosa como las nubes más altas y tiene la vivaz mirada azul de las hortensias. Se ocupa en mantenerse inmaculada, pero reserva los mejores momentos para recibir halagos y mimos. Vive como en un palacio y se comporta como la gata de compañía de aquellas reinas de países antiguos y lejanos; duerme y ronronea sobre cojines de plumas, siempre bajo la protección de nosotros sus amos, o mejor, sus incondicionales vasallos.


Lluvia tiene una especial manera de lucir esplendorosa y con clase; a veces juega, pero sin descomponer su figura de bailarina rusa; se pasa el tiempo ocupada en su misión de ser bella, eternamente bella; cuando se pone perezosa se estira con elegante lentitud, arquea los lomos, levanta la cola y con su punta forma un signo de interrogación, creemos que pregunta ¿entonces quién es la más bella del universo?

Un día resolvimos que, para tanta majestuosidad, el nombre de Lluvia era poco representativo, muy pequeño e insignificante. Después de muchas discusiones surgió la idea de llamarla Lluvia Marina de las Altas Nieves. Desde entonces este es su nombre oficial para vacunas y ocasionales visitas al médico veterinario, para nosotros sigue siendo solo nuestra muy querida y simplemente Lluvia.

Con tan encopetado nombre, Lluvia se vistió de armiño desde la cabeza hasta la punta de la cola; sus finos modales no cambiaron, pero sí notamos que su demanda de caricias y mimos eran más frecuentes; se sentía bella, poderosa y necesitada de sus humildes vasallos. Todo quedó resumido cuando alguien cantó esta verdad: “mi gato es mejor persona que yo”

Lluvia Marina de las Altas Nieves llegó a nosotros a hacernos compañía para alegrar nuestras vidas un día de mayo del año pasado, así lo recuerdo todavía: salimos al llamado del timbre, llovía copiosamente, era el celador de la cuadra, lo hicimos pasar al garaje y estirando su mano con un envoltorio muy pequeño nos dijo: es un gatito, lo recogí de un charco y se estaba ahogando. Era Lluvia y venía con la lluvia, era una cosita rosadita que apenas se movía, lo envolvimos en trapos calentados en el micro, le dimos leche tibia con un gotero; lo llevamos al veterinario y nos dijo lo que ya sabíamos: está muy mal tiene hipotermia, está lleno de parásitos y es una hembra y agregó con pesadumbre: si se salva la vacunamos.

Para terminar mi relato vuelvo al comienzo de la historia para responder que, cuando hablamos de gatos, necesariamente hablamos de amor, de ternura y de Lluvia Marina de las Altas Nieves.

  

 

 

 

 

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