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miércoles, 31 de agosto de 2022

Nueva era

 

Luz María Gómez

 


Inédita era inició

un líder muy singular.

Al pueblo le dio un lugar

en ritual de posesión.

Con símbolos instaló,

Congreso de la Esperanza.

Votantes a la acechanza,

exigirán cumplimiento

al naciente Parlamento,

sobre el Cambio sin tardanza.

 


Gris el tuerto

 Jorge Enrique Villegas M.

           Soñaba que viajaba al norte, al país de Elvis, de los autos bonitos y las mujeres bellas, que hacía fortuna y alcanzaba logros que le envidiaban.

    Unas veces se vio atravesando los mares del norte venciendo el frío tras meses de cursar los polos. Otras, agobiado por el calor, transitaba el caribe, superaba tornados, ciclones y huracanes. Llegó a ser el mejor capitán  de navío de su tiempo, por eso no extrañaba que  lo invitaran de universidades navales a dar charlas sobre los peligros y cuidados en el mar.

Maestros de luz

 Jesús Rico Velasco

Universidad Nacional de Colombia 1962-1965

      El sol de la mañana brillaba sobre el césped de la ciudad universitaria alegraba la vida al calentar un poco el cuerpo en ese frío bogotano sabanero. Un cielo azul despejado presagiaba un primer día de clases alegre para esa promoción de sociólogos empezando su carrera. Eran las siete de la mañana cuando el  troley me dejó cerca de la puerta de entrada por la calle 26. Había regresado de Cali a la pensión Augusta en donde pasé un mes. La pensión quedaba en el centro, alejada de la Universidad y me daba la oportunidad de conocer las calles, avenidas, puntos de referencia y ubicar mi anatomía de caleño recién llegado a la capital del país.

martes, 23 de agosto de 2022

¿Quién se comió las albódigas?

 Eduardo Toro 

Dígame, Pedro, ¿Quién se comió las albóndigas?

Yo, no sé mamá, yo que voy a saber de albóndigas y no me mire como acusándome, porque lo único que puedo decir de carne fueron dos bolitas que me dieron al almuerzo- Mejor pregúntele a Oscar que el si estaba quejándose de lo poquitico que le dieron de almuerzo. Creo que quedó con hambre.

Dígame, Oscar, ¿Quién se comió las albóndigas?

Cuales albóndigas, mamá, ¿esa miseria que nos dieron de almuerzo? Yo me comí ese par de píldoras y confieso que quedé con ganas de tragarme una tonelada. El que debe saber del tema es Eduardo que armó viaje para donde la abuela, alegando que en esta casa lo iban a dejar morir de hambre.

Cortar el tiempo

 Jorge Enrique Villegas 

            Leandro estaba dentro del auto absorto luego de ver a Sam. Los cláxones lo despertaron del éxtasis momentáneo y lo obligaron a dar marcha.


          En la universidad, Sam caminaba hasta un punto fijo en la zona verde que separaba los edificios de aulas, regresaba al punto inicial, extendía los brazos con la mirada en el cielo abierto y repetía el recorrido. A veces se le escuchaban expresiones ininteligibles. El cabello le caía en los hombros, el bigote y la barba descuidada, los dientes cariados, ocres. Llevaba consigo una mochila, un lápiz y un cuaderno. Vivía en un tiempo sin tiempo librando sus propias batallas, respondiendo a voces que lo impulsaban a ir y venir hasta dejarlo exhausto y sudoroso. Cansado, se sentaba junto a una de las palmeras en el parque que los estudiantes llamaban Freud.   

lunes, 15 de agosto de 2022

Hay vidas así

 Carlos Mira

    Arrastra su caminadora en el pequeño apartamento, aunque tiene la certeza de ser un hombre rico. Se tropieza con los desniveles del piso. Masculla vulgaridades con una voz ronca y desagradable, cada vez que debe reacomodar el caminador. Toma el aviso de la compañía de salud, en la cual le informan que la cita para la cuarta dosis de la vacuna es a las diez de la mañana y ya van a ser las doce. Hace la décima llamada a Cruz Verde. Dizque la mejor proveedora de salud, masculla, mentiras, siempre mentiras, todos los meses tengo que pagar los $180.000 pesos, cuando ya la jubilación sólo alcanza para pagar la renta y algo de comida… no le contestan, Pola, Pola, grita cada vez más fuerte. Esos miserables de la empresa de salud, no van a venir hoy tampoco, me quedaré esperando otro día y tal vez nunca vengan, porque esos canallas sólo quieren que me muera y así dejar de perder plata conmigo. Pola se acerca con la misma condescendencia con que había cuidado a la mamá. Don Federico, no se preocupe, ya tiene tres vacunas y la cuarta, algún día ha de llegar, como decía su mamá. Negra, delgada, con síntomas reales de desnutrición, sin dientes, es una sombra que los ha acompañado por muchos años. Era tal su cercanía con él, que los hermanos le hacían bromas, debería desposarla. Claro malparidos, les decía, cuando tenía plata todos venían a pedirme algo, que el vestido, que el pasaje para viajar a Jamaica. Y si hacen cuenta de los años que viví con ella me deben millones de pesos, pues ninguno puso un peso. Pola, me voy a tomar un whiskey, si esos desmadrados no vienen, pues comienzo a beber otra vez y si me emborracho, pues mejor. Ay don Federico no diga eso, usted sabe que es alcohólico y que si comienza a beber no para. Y ya no tiene la salud para hacer eso. ¡Cómo se le ocurre! Y la negra, llena de una ternura que no concuerda con el inicuo trato que recibe, comienza a llorar, recordando a la mamá. Es lo mismo, por eso ella lloraba tanto y usted se aprovechaba gritándole cosas espantosas. Pobre vieja, que Dios la tenga en su reino y lo proteja a usted de tanta irresponsabilidad.

La Reforma Agraria en Colombia

 


José David Tenorio

     El primer intento serio de realizar una reforma agraria en Colombia, fue durante el primer gobierno de López Pumarejo, pero tuvo tanta oposición, que fracasó. (Hay que recordar que todavía a finales de los 50 la mayoría de la población colombiana vivía en el campo. Era rural. Las ciudades apenas empezaban a despegar. Y prácticamente los que mandaban la parada eran los grandes latifundistas). El Dr. Carlos Lleras Restrepo que mostraba claramente sus aspiraciones presidenciales empezó a agitar el tema de la reforma agraria en todo el país. Por coincidencia o por temor a lo que planteaba Lleras, la Sociedad Colombiana de Agricultores, en 1.959 o 1960 (no recuerdo bien) organizó en Bogotá un Congreso Agrario Nacional en que el tema central era la reforma agraria.

Empezando a recorrer caminos

 Jesús Rico Velasco

    Podría decir que era un muchacho algo extrovertido, de naturaleza abierta, pensativo, un poco espiritual, debido a los rezagos de mi paso por el seminario, pero también orientado hacia el logro material, y práctico. Siempre me gustó el movimiento, desde muy joven cuando me gradúe de bachiller decidí irme de la casa a vivir con una hermana en un apartamento porque no resistía la atmósfera de nuestro propio hogar. Estuve vinculado al mundo laboral desde muy pequeño. A la edad de doce años limpié tornillos en un taller de mecánica, una tarea aburridora que abandoné al poco tiempo. Luego, en otra oportunidad, en una fábrica de tabacos, le ponía el anillo de marca a cada tabaco que salía de las manos de una tabaquera, quien los hacía con esmerada dedicación y belleza.

martes, 9 de agosto de 2022

Taza de café

 


               Jorge Enrique Villegas M. 

 El celador se ve en el espejo. Le gusta como ha quedado la piel luego de haberla afeitado. En seguida peina su cabello grueso y lacio. Se complace al detallar la línea límpida que forma luego de aplicarle gomina, se coloca la cachucha negra del uniforme y toma el manojo de llaves, las observa y recuerda el orden del recorrido que debe realizar. Lo cuelga de uno de los pasadores del pantalón, mira el reloj en el brazo izquierdo y el lector electrónico que registra el recorrido. Cierra la puerta del vestidor, monta en la bicicleta y comienza la rutina que incluye el encuentro con Aura y la taza de café. “Aura es gruesa y generosa”—la evoca y sonríe. 

El abuelo Gatúbelo

 

Eduardo Toro


El Abuelo Gatubelo es un viejo que tiene más años que canas; está encorvado; se desplaza despacio con los brazos separados del cuerpo como haciendo el equilibrio que exige caminar sobre la cuerda floja; lleva gafas pequeñas y redondas que no usa para ver, pues las apoya sobre la punta de la nariz y solo sirven para mostrar su antigua y valiosa montura; las cejas y las pestañas blancas. enmarcan su mirada azul; de Chaplin, replicó el moscardón disecado que lleva por bigote.

Suerte camaleón

 Jorge Enrique Villegas 

 


Llegó a Teveo un viernes en la tarde. Un pueblo distante de la capital, aún si internet, lo que demoraba las comunicaciones. Rentó una habitación en el único hospedaje del pueblo y en las noches repetía la romería por bares y cantinas del lugar. Le atraían los sitios de juego que había en ellas. Observaba y registraba el nombre de los apostadores en una pequeña libreta que guardaba en el bolsillo de la camisa y permanecía atento a los chismorreos que no faltaban.

En uno de los bares conoció al alcalde y al asistente del notario y en una de las cantinas al gerente del banco del pueblo, al comandante de la policía, a los campesinos que con arrojo y soberbia se jugaban el dinero de la cosecha recogida o el obtenido por las ventas de cabezas de ganado.

Conoció la historia de Sumercé Gutiérrez y las movidas que se daban para quedarse con las propiedades que comprometían al notario. En la habitación repasaba los apuntes y colocaba comentarios. Uno nunca sabe…pensaba. No fueron muchas las noches que necesitó Albino para ponerse en sintonía con la vida de los habitantes de Teveo. Se preparó para el sábado siguiente, día de mercado.

martes, 2 de agosto de 2022

La Divina Comedia en un sueño

 Jesús Rico Velasco

¿Por qué escribo esta historia? Porque tuve un sueño que me señaló el camino para salir del dolor de la muerte de mi gran amigo Alberto y así lograr una cierta paz y tranquilidad en mi vida. Soñé que estaba perdido en la inmensidad del cielo entre densas nubes que me impedían ver con claridad el espacio en donde me encontraba. En la profundidad alcancé a divisar una luz que señalaba un sendero. Me sentía suave al volar entre nubes que pasaban por encima y por debajo sin tocarme. Tomé el sendero hasta llegar a una puerta sólida de hierro y de color oscuro con dibujos que no pude identificar. Miré hacia el dintel en donde había un letrero en latín que decía “Lasciate ogni speranza, voi ch´éntrate”. Miré hacia atrás y me sorprendí al ver una cantidad de gentes que se movían desesperadas buscando algo. De repente, entre la gente, estaba el padre Hoyos que mientras volaba, buscaba algo, por los gestos que me hacía. Le señalé la puerta marcada con letras grandes: “Quien entre aquí, abandone toda esperanza.” Era la puerta del infierno, que por alguna razón estaba cerrada. Le hice señas para que siguiera más arriba, donde había otra puerta abierta con un  letrero que decía: “Purgatorio”. Aquí es donde hay que dejar a las personas codiciosas que no pudieron controlar su avaricia y privaron a los más necesitados de la satisfacción elemental de pasar momentos de alegría en la tierra.