Unas veces se vio atravesando los mares del norte venciendo el frío tras meses de cursar los polos. Otras, agobiado por el calor, transitaba el caribe, superaba tornados, ciclones y huracanes. Llegó a ser el mejor capitán de navío de su tiempo, por eso no extrañaba que lo invitaran de universidades navales a dar charlas sobre los peligros y cuidados en el mar.
Los bereberes le enseñaron cómo
guiarse por los desiertos, se probó en Namibia . Se sintió satisfecho cuando
salió triunfante de su paso por el Himalaya.
Después del accidente no volvió a
reír. Recuperado, pidió que le dejaran trabajar en las noches. Se acostumbró a
los colores de la oscuridad. Quienes lo conocían olvidaron pronto su nombre por
llamarlo “el tuerto”, “gris el tuerto”. Se tornó taciturno y nunca más aceptó
invitaciones a eventos sociales.
Una mañana al regresar a casa
observó a Gris. El gato sangraba por el ojo izquierdo.
—Estamos hechos. Gris, ¿qué te
pasó? ¿Valió la pena? Deja ver.
Intentó ayudarlo, más el gato
huyó. Ocho días después regresó. El ojo cerrado.
—Lo entiendo. Te has de sentir mal.
—Gracias por entenderlo—respondió.
—¿Fuiste tú?
—¿Hay alguien más?
—No puede ser—comenzó a reír a
carcajadas—. Tú—lo señalaba—y volvía a reír.
—¿Qué tiene de extraordinario?
¿Acaso me oíste maullar una y otra vez cuando por primera vez escuché lo que
pensabas? Vamos. Compórtate.
—Pero Gris, ¿no comprendes?
—¿Por qué lo dices? Soy yo quien
se descubre.
—Vamos, siéntate. ¿Leche o ron?
Tenemos mucho por hablar.
Desde ese acontecimiento, gris el
tuerto llevó a Gris al lugar del trabajo en un bolso. Lo dejaba merodear por el
lugar y conversaban sobre los encargos que debía realizar. Ahora las labores le
rendían más y Gris observaba lo que hacía. De cuando en cuando le decía: “permíteme
decirte algo: mi inteligencia gatuna me indica que es mejor hacerlo así”. O ,“si
unes esto con eso, el resultado será”, o, “prueba esta combinación”.
Los resultados fueron buenos,
mejor de lo que venían haciendo: los pedidos aumentaron, las ganancias también.
A gris el tuerto lo recompensaron: lo ascendieron a supervisor de productos
terminados. Cuando se lo comunicaron, dijo: pido dos cosas: sigo trabajando en
las noches y deseo mantener la compañía de mi gato.
—Gris, sardina o atún.
—¿Huevos?
—¿Pollo?
El relato impacta, conmueve. Tiene fuerza en el ritmo y es coherente en la narración de los hechos. Me fascinó la unión (no encontré término apropiado) fantasía-realidad y luego el desenlace feliz de la locura. Mis respetos.
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